que por amor a los hombres
estás noche y día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor,
esperando,
llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte:
creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada
y te doy gracias
por todas las mercedes que me has hecho,
y especialmente por haberte dado tu mismo en este Sacramento,
por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre
y haberme llamado a visitarte en este iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón
y deseo adorarlo por tres fines:
el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio;
en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento;
y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.
Amén.
Oración creada por San Alfonso María Ligorio
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