Desde hace más de un año, le feligresía católica de Santiago del Estero vive momentos de tensión en torno a la controversia generada entre el Monseñor Francisco Polti, Obispo de la Diócesis de Santiago del Estero, y el Padre Gilbert Koffi Koumann, quien estaba realizando su tarea pastoral en la Parroquia de San Roque ubicada en la ciudad capital de esa provincia y no aceptó ser trasladado hacia otra Parroquia.
Oriundo de Costa de Marfil, el Padre Gilbert, tal como lo llaman allá, tiene 42 años de edad. Pertenece a a Orden de Los Misioneros del Sagrado Corazón de Betharram. Hacían cuatro años que estaba a cargo de la Parroquia de San Roque y, desde hace dos años, realiza la imposición de manos, luego de haber participado de un encuentro del Movimiento de la Renovación Carismática que se realizó en la Provincia de Córdoba.
Al final de cada Misa que presidía, se quedaba haciendo imposición de manos a todos los que voluntariamente se acercaran y se le han atribuido numerosas curaciones. Con el tiempo, su fama se fue extendiendo y a él acudían decenas de enfermos que buscaban el milagro de ser sanados, como así también habían personas que caían como desmayadas luego de haber recibido la imposición de manos de este sacerdote.
Hace aproximadamente un año, Monseñor Polti, de acuerdo a las facultades jerárquicas que le confiere Nuestra Madre Iglesia, dispuso el traslado de la Orden de Los Misioneros del Sagrado Corazón de Betharram a la Parroquia ubicada en la localidad de la Nueva Esperanza, distante a unos 270 kilómetros de la ciudad capital de Santiago del Estero.
Sorpresivamente, el Padre Gilbert se opuso a lo dispuesto por el Obispo y desafió a la jerarquía eclesiástica afirmando abiertamente que permanecería en la ciudad capital. Dijo al respecto: "Soy libre para ver la necesidad de la gente y si tengo que desobedecer para hacer bien a la gente lo voy a hacer, porque nadie me obligó a tomar los votos, que no son de esclavitud y que tampoco quitan la dignidad de las personas”; sobre su negativa a trasladarse de parroquia, sentenció “He venido para trabajar aquí, con humildad y para ayudar a los demás. No voy a ir a Nueva Esperanza, quiero continuar con mi misión, compartir la gracia que Dios me ha dado. Yo me voy a quedar en Santiago del Estero”.
Monseñor Polti, puso a los superiores de la Congregación a la que pertenece el Padre Gilbert y asintieron al pedido. A pesar de ello, el cura marfileño permaneció intransigente con su postura, razón por la cual se le impidió seguir presidiendo misas en la Parroquia de San Roque. En otra actitud desafiante, junto a sus colaboradores, el Padre Gilbert abandonó la Parroquia pero empezó a presidir misas en el Club Comercio Central Unidos, lugar en donde se realizan bailantas; se dice que en dichas celebraciones eucarísticas concurren alrededor de tres mil personas y que las misas terminan pasada la una de la madrugada que es cuando todos los concurrentes pueden retirarse habiendo recibido la imposición de manos. Se atrevió a justificar su actitud comparándose con el mismísimo Jesucristo (¿?) cuando declaró en una homilía “así como Jesús realizó su misión, yo voy a continuar con mi misión, sin autorización ni permiso, porque mi deseo es trabajar en Santiago del Estero, donde la gente me necesita”.
No se hicieron esperar las manifestaciones callejeras de los seguidores del Padre Gilbert, quienes con pancartas y cánticos, se dirigieron a la casa del Obispo para exigirle que deponga su actitud.
No hay que escandalizarse si entre los sacerdotes se produzcan diferencias. Eso sucede en todo ámbito: familiar, amistades, socios, compañeros de trabajo, etc. No es nada grave que uno tenga desacuerdos con determinados sacerdotes, como así tampoco es malo que uno simpatice más con un cura que con otro. Lo importante es que siempre hay que apuntar a no herir la unidad de Nuestra Madre Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo.
Consecuencias no deseadas e ¿impensadas?
Santiago del Estero es una de las provincias de más pobreza de la República Argentina; sabemos que la marginalidad social produce un sinfín de consecuencias no deseables que complican el normal crecimiento de niños, adolescentes y jóvenes.
Por otra parte, es una realidad innegable y penosa la falta de jóvenes valientes que quieran consagrarse a Dios siendo sacerdotes y religiosos y religiosas. Es una realidad que no solo ocurre en la Argentina: la cantidad de seminaristas ha disminuído notablemente en estos últimos 15 años, como así también han aumentado la cantidad de curas que han abandonado el sacerdocio; observando la realidad en distintos lugares de nuestro país, es dramático ver la cantidad de sacerdotes que están dejando su ministerio.
Y sobre la situación de la Iglesia Católica, muchos opinan con demasiada ligereza, sobre todo desde los medios masivos de comunicación social. Muchos se aventuran a decir que faltan vocaciones sacerdotales debido a que nadie podría soportar a vivir en celibato; esto es totalmente falso, porque se sabe perfectamente que la promiscuidad se da, en la mayoría de los casos, en gente que tiene su pareja. Cuántos y cuántas "celebran" la infidelidad dentro del noviazgo y del matrimonio pero, luego, hipócritamente se escandalizan cuando es un sacerdote o una religiosa la que tiene algún desliz afectivo...
No faltan los oportunistas que aprovechan circunstancias como éstas para vomitar todo su desprecio a Nuestra Madre Iglesia a la que le reclaman un "aggiornamiento". Hay que ser muy soberbios como para pretender que Dios se amolde a los caprichos de los seres humanos; es al revés, uno debe dejar moldear por Dios.
Los que apoyan al Padre Gilbert hablan de las necesidades de la gente santiagueña y que, "gracias a él" (¿¿no será gracias a Dios??), muchos se acercan nuevamente a la Iglesia y a Dios. A decir verdad, eso puede tener algo de cierto... pero me parece conveniente detenerse a determinar los costos que tiene para Iglesia ese "acercamiento" de tantos fieles.
Como era de esperarse, la altanería hacia las autoridades de la Iglesia Católica Apostólica Romana de parte del Padre Gilbert es imitada por cientos de seguidores de este sacerdote marfileño. Considero que el Padre Gilbert no repara la responsabilidad que le cabe ya que si un pastor desautoriza públicamente a un Obispo, qué se puede esperar de los fieles: eso solo genera más resentimientos y divisiones dentro de la Iglesia misma.
Han habido santos sacerdotes que sufrieron persecuciones dentro de la Iglesia, desde gente de la Iglesia. Dos de los casos más emblemáticos fueron San Juan Bosco y el Padre Pío, a quien se le llegó a prohibir la celebración de la Santa Misa. En ambos casos y a diferencia del Padre Gilbert, ni Don Bosco ni el Padre Pío se comportaron con la arrogancia del cura marfileño y evitaron expandir la discordia a los demás fieles.
Acá en la Provincia de San Juan, se dio un caso similar con el Padre Eric Ugochukwu. El padre Eric trabajaba en la Parroquia del Santísimo Sacramento, ubicado en la localidad de Marquesado (20 kms. al oeste de la Ciudad de San Juan), en donde realizaba misas muy concurridas por gente atraída por la fama de "sanador" que se había ganado. Cuando se conoció la noticia del traslado, hubieron manifestaciones callejeras en contra de Monseñor Alfonso Delgado, Arzobispo de San Juan de Cuyo. Gracias a Dios, el Padre Eric no puso reparos en lo que dispusieron sus superiores y aceptó ser trasladado.
Sabemos que, por ser un ángel, el diablo tiene también el poder de hacer milagros, aunque nunca podrá ser superior a Dios. Muchos podemos maravillarnos por los prodigios que se obran a través de un sacerdote, un religioso o un laico... aunque, para saber si eso viene de Dios, debe darse que esos milagros en cuestión son solo signos que inevitablemente nos lleven a Dios, y que produzcan la sincera conversión de corazón y un profundo sentido de pertenencia hacia la Iglesia Católica Apostólica Romana. Ahora bien, si esos milagros producen un efecto contrario (idolatría del "sanador" y/o "vidente", desprecio de la Iglesia, tensión, rebeliones, discordia, etc.) es para dudar seriamente sobre su origen.
Es inadmisible que hayan sacerdotes que se crean las "estrellas", que se crean el centro de todo en detrimento de Cristo. Es inadmisible que hayan sacerdotes que quieran ponerse por encima misma de las autoridades de Nuestra Iglesia y de sus congregaciones, es inadmisible que con su soberbia que quieran menospreciar los ritos litúrgicos.
Los sacerdotes son solo instrumentos de Dios; son instrumentos pobres y limitados, pero es la gracia de Dios lo que los santifica. Es su deber ser servidores del Pueblo, a imitación de Cristo. Como están entregados a la casua del Reino de Dios (al menos así debería ser), es que están constantemente acosados por el demonio quien, a cada paso, les tiende trampas para que se desvíen de su verdadera misión. Absolutamente, todos los sacerdotes han recibido poderes especiales cuando recibieron el Sacramento del Orden Sagrado... aunque no todos los cultivan y los ponen al servicio de los demás.
Todos los sacerdotes tienen un rol a cumplir dentro de Nuestra Madre Iglesia pero ningún sacerdote es imprescindible en la Iglesia Católica: el único imprescindible es Cristo.
Recemos por nuestros sacerdotes, recemos por el Padre Gilbert y recemos por Nuestra Madre Iglesia, de la que todos formamos parte desde que fuimos bautizados.
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