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jueves, 12 de febrero de 2015

¿Cuáles fueron las 10 ideas clave del pontificado de Benedicto XVI?

El legado de Joseph Ratzinger a la Iglesia católica gana valor con el paso del tiempo

Cuando el papa Ratzinger viajó a su país, los estadounidenses – según las estadísticas – sabían tres cosas sobre este papa: que era más abierto de lo que se pensaba, que tuvo un lío con los musulmanes a raíz de un discurso en Ratisbona, y que usaba zapatos fabricados por Prada. En esto último no estaban en lo cierto –comentaba John L. Allen–, pues los zapatos se los había hecho un artesano romano del barrio del Trastevere.

Este autor norteamericano –en un principio bastante crítico con el cardenal Ratzinger– publicó después un libro traducido al castellano por la bilbaína editorial Mensajero, que titula Diez cosas que el papa Benedicto XVI quiere que sepas. He aquí una síntesis, con algunas variaciones.

1. Dios es amor. El papa Ratzinger sorprendió al mundo con su primera encíclica sobre la caridad: el que había sido el «guardián de la fe», era también ahora el papa del amor y la esperanza, a juzgar por sus tres primeras encíclicas.

• Amor (eros), caridad (agape) y santidad (amor total) en perfecta línea de continuidad: en contra del Eros y agape Nigren y la dialéctica de la exclusión protestante del aut-aut. El amor humano (purificado) puede llevar al amor de Dios.

• El sexo y el amor humano han sido redimidos y pueden ser reconducidos al ámbito de la santidad, del amor total. Pero para esto necesitan de una purificación. Olvido de la pureza en la Iglesia/ sacerdocio, escándalos sexuales, año del sacerdocio.

• Como realización plena de esa misión cristiana en la que se conjugan la justicia, la caridad y la solidaridad. Rumor de que la encíclica ofrece un marco (de lujo) al discurso social sobre la justicia y la solidaridad.

• Ahora parece que viene una social (Caritas in veritate) sobre las raíces éticas de la crisis económica. ¿Crisis económica o crisis de valores? Veremos.


2. El cristianismo es un mensaje positivo. Positivo y propositivo: un ‘gran sí’ a Dios, como el papa alemán suele repetir. Los pequeños ‘síes’ y ‘noes’ que se pueden derivar en la vida cristiana, son tan solo para subrayar este SÍ, con acento y mayúsculas. Graffiti.

• Frente a quienes quieren presentar a Benedicto XVI como un cenizo y un aguafiestas (fama de pesimista que le persigue), hay que profundizar en los fundamentos de su doctrina: eminentemente positivos: verdad y amor, fe y razón, verdad y libertad.

• La «dictadura del relativismo» llevaría a esa experiencia ya vivida en el III Reich y en sus campos de exterminio. Sin verdad no hay libertad, sino totalitarismo. Verdad y amor: la verdad sin amor es dura; el amor sin verdad es arbitrario, y puede sostener posturas inhumanas. También se puede matar por “compasión”. Cf. Arsénico por compasión

• Benedicto XVI propone como pilares de su mensaje el amor, la verdad y la belleza, y hemos de procurar que no se nos agrie el carácter –frente a toda la ofensiva antiDios– para presentar este mensaje en toda su belleza. Guardini hablaba de la capacidad de convicción de la verdad, por la propia belleza que esta tiene.


3. Jesús es el Señor. Esta frase de san Pablo –al que le ha dedicado este año– recuerda que Jesucristo es un hombre como nosotros, pero que también es Dios. No es un avatar más de la divinidad. El ser-Dios de Cristo, central en el mensaje cristiano, ha de ser propuesto con toda su fuerza y urgencia en el mundo actual.

• Frente a la ofensiva del relativismo de las religiones (pluralismo, hinduización), Ratzinger-JP II ha recordado la unicidad y exclusividad de la redención en Cristo. Un hindú, un budista o un musulmán se pueden salvar, pero si se salvan se salvarán en Cristo. Unicidad y universalidad (DI).

• Reuniones interreligiosas (Asís): no todos al mismo nivel. Juntos sí, pero no revueltos. Un buda encima del sagrario. Prioridad de los judíos (viaje a Tierra Santa: razón-m, fe-j).

• Anécdota de los dos misioneros que se encontraron con JR, después de la DI: «esto es lo que necesitábamos». Posible acuerdo con el cristocentrismo reformado, pero la coda eclesiológica (doctrina del Vaticano II sobre las comunidades eclesiales) desataron la polémica.


4. Cristo y la Iglesia. Frente al lema ampliamente difundido «Cristo sí, Iglesia no», Benedicto XVI quiere recordar que la Iglesia no es otra cosa que el cuerpo y la esposa de Cristo.

• Las catequesis de los miércoles sobre los primeros cristianos no han hecho más que recordar esta idea: los apóstoles, los Padres y los primeros cristianos continúan la acción de Jesús en este mundo (Iglesia, sacramentos, apostolicidad, ministerio).

• Se trata de volver a las raíces, a los orígenes de la Iglesia, cuando todos los cristianos formábamos parte de una única Iglesia. Cf. modo de ejercicio del primado

• La Iglesia es la institución más duradera y atacada de la historia. Debe confirmarse en su fidelidad a Cristo y a los demás, debe crecer hacia dentro (comunión y ecumenismo) y hacia fuera (diálogo interreligioso y con el mundo).

• El centro de la Iglesia lo constituye la liturgia: es este su verdadero corazón. El cuidar esta dimensión llevará necesariamente al crecimiento en la comunión eclesial. La Eucaristía hace la Iglesia. Cf. Juan Pablo II ante los escándalos sexuales en Estados Unidos: esto nos pasa por descuidar la Eucaristía. Ofensiva eucarística.


5. La verdad y la libertad están íntimamente unidas, pues de hecho –como Jesús dijo– solo «la verdad hace libres».

• Lo contrario –el error y la mentira– son cadenas y quitan libertad: llevan a la llamada «dictadura del relativismo», que el cardenal alemán relacionaba con el nazismo sufrido en su infancia.

• El amor debe ir unido a la verdad, cumbre de la libertad (Caritas in veritate): el apelar al amor como norma absoluta y libertaria, lleva de modo necesario a la arbitrariedad (no hay verdad: vale todo/ lo mismo). Cf. textos joánicos: «vivir en la verdad», «andar en verdad», veritatem facientes in caritate, Logos como Verbum spirans amorem-logos

• El llamado «guardián de la fe» como prefecto es también el papa del amor y de la esperanza, a juzgar por los títulos de sus tres primeras encíclicas.


6. La fe y la razón van también juntas, pues –como recordó Juan Pablo II– son las dos alas para remontarse hacia la verdad.

• La razón nos puede librar de los fanatismos y los terrorismos, sean estos del signo que sean. Se curan de las respectivas patologías. La razón defiende también al ser humano, sin necesidad de remitirse a instancias religiosas. Cf. discurso de Ratisbona, razón abierta y ampliada, ¿antimoderno o posmoderno?

• Puede darse una «ética global o mundial» en defensa de la vida y del individuo, independientemente del propio credo o ideología. Defensa del concepto de la ley natural como patrimonio común de todas las culturas y religiones. Cf. el aborto no es un problema confesional, apelar a la razón y a la conciencia

• Existe por tanto una emanación no neoplatónica entre el Logos divino, la realidad o la verdad interna de las cosas, la razón. El Logos con mayúsculas y los logos con minúscula: la verdad –la realidad de las cosas– y la razón.


7. La política y la religión son distintas, pero no del todo distantes. Iglesia y Estado han de caminar separadas, pero mirándose y escuchándose la una al otro. Como la fe y la razón.

• Sería esta la famosa «laicidad positiva». La no confesionalidad implica neutralidad y diálogo, nunca oposición o polémica.

• Los cristianos han de estar presentes en la vida pública, y no solo los obispos y los curas. No se trata de alinearse en un partido único, sino en impregnar de valores cristianos –como el fermento en la masa– la vida política.

• La vida cristiana no está para ser rumoreada en las sacristías, sino para ser predicada desde las azoteas. Para esto se requiere una nueva cultura de la libertad tanto en la Iglesia como en la sociedad política (libertad religiosa).


8. Identidad católica. Lo que atrae a la fe y llena las iglesias es una firme personalidad católica, es presentar «el verdadero rostro de Cristo».

• Las instituciones católicas –escuelas, hospitales, universidades– no han de avergonzarse de lo que son de hecho. Cf. B. XVI en EEUU, Notre Dame: los 80 obispos estaunidenses han cerrado –por propia iniciativa– filas en torno al papa. Esto va a influir.

• Los cristianos han de comportarse como tales y han de dar testimonio de su propia fe con su propia conducta cf. divorciados vueltos a casar, políticos católicos partidarios del aborto

• Los cristianos son tal vez ahora menos (al menos en occidente), pero han de ser más cristianos. Menos es más. El tercer milenio será posiblemente religioso, pero no sabemos si será cristiano. Los cristianos –todos– han de ser sal, luz, levadura (que siempre están en pequeñas dosis, cantidades).


9. Pan y palabra, Eucaristía y Escritura son los caminos que nos llevan a Jesucristo.

• Por eso los católicos deben conocer bien la Biblia y cuidar de modo especial la liturgia. Los dos últimos sínodos de obispos han sido sobre estos temas.

• La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y la adoración da más frutos que el puro activismo, una auténtica “bestia negra” para Benedicto XVI.

• La misa del domingo se constituye en el mejor marketing para la Iglesia. También la belleza de la liturgia –bien celebrada– tiene su clara dimensión misionera Cf. Príncipe Vladimiro, conversión del Rus en el año 800


10. Salvados por la esperanza. No tiene prisa. Benedicto XVI avanza lento pero seguro, con el paso pausado del buen montañero.

• Esto se ve por ejemplo en la tarea ecuménica: no se trata de llegar a un acuerdo y un diálogo puramente político o afectivo, sino al mismo credo. Cf. Pannenberg-ortodoxos, Sibiu-bioética; no dar pasos en falso: intercomunión en el Kirchentag del 2003

• Llegar por tanto a la fe común… cuando Dios (y los hombres) quieran. No correr, sino recorrer todas y cada una de las etapas necesarias.

• Benedicto XVI sabe hablar, rezar, estudiar, esperar. Conoce la virtud de la paciencia pues, para él, como decía Paul Claudel, «la paciencia es la hermana pequeña de la esperanza».

Estos diez puntos marcan el rumbo claro hacia el que Benedicto XVI quiere y desea que se dirija la Iglesia. Recemos para que este sea de verdad el camino por el que nos quieran llevar Cristo y el Espíritu, y apoyemos a este papa que –en mi opinión– es providencial para el momento presente, y que tiene una especial visión y clarividencia sobre las necesidades de la Iglesia y del mundo actuales. Y no dejen de rezar por él: esto nos dará una especial sintonía y comunión. Así todos estos 10 puntos se harán realidad y habrán merecido la pena estas palabras.

(fuente: aleteia.org)

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