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lunes, 24 de enero de 2011

Líder sin empatía no es líder

Además de la conciencia de uno mismo y de la autogestión emocional, el liderazgo resonante requiere de la adecuada conciencia social, o dicho de otro modo, de la empatía.

En su forma más básica, la capacidad de experimentar empatía se asienta en las neuronas que se dirigen y provienen de la amígdala, nos permiten interpretar la emoción que se expresa en el rostro y la voz de otra persona para permanecer en sintonía con ella.


Estos circuitos envían una corriente continua de mensajes: “el último comentario parece haberle molestado un poco… ahora parece un poco aburrido… le ha gustado escuchar eso.” La zona prefrontal y las regiones asociadas nos permiten ajustar con más detalle lo que diremos o haremos a continuación.

Al permanecer en sintonía con la reacción de nuestro interlocutor, la amígdala y sus circuitos asociados constituyen una especie de estación reguladora que resulta esencial para que los circuitos abiertos de las personas implicadas sincronicen sus emociones.

Uno de los términos científicos utilizados para referirse a esta sintonía neuronal es el de Resonancia Límbica, que es “una sinfonía de constante intercambio y adaptación interna” por medio de la cual las personas acompasan sus estados emocionales.

Esto es algo que ocurre siempre que establecemos una verdadera conexión con alguien a quien sentimos “en nuestra misma longitud de onda emocional”, ya sea porque nuestro interés por esa persona va desde pasar un buen rato y hasta llorar juntos.

Este tipo de sincronización tácita tiene lugar en cualquier buena interacción humana, ya sea la que existe entre una madre y su hijo, entre dos amigos frente a una humeante taza de café o entre los trabajadores de un equipo que se lo pasan bien mientras trabajan.

La resonancia, en suma, constituye una especie de oleada de emoción que recorre la totalidad de un grupo. Y esto es algo que sucede tanto cuando esa emoción es positiva (como ocurre tras la noticia del aumento del valor de las acciones de la empresa) o negativa (como en un funeral).

Otro ingrediente fundamental del liderazgo emocionalmente inteligente consiste en la capacidad del líder para expresar su mensaje de un modo que resulte estimulante. En este sentido, los líderes que expresan sus emociones con convicción parecen irradiar la resonancia de manera natural, porque sus emociones son sinceras y están arraigadas en valores profundos.

Los líderes emocionalmente inteligentes saben activar las emociones positivas y movilizar a las personas articulando una aspiración común que fomenta el optimismo, la compasión y la sensación de conexión, emociones todas ellas que auguran un futuro prometedor.

A nivel cerebral, este tipo de mensajes están ligados a los circuitos que se dirigen y provienen de la región prefrontal izquierda, una zona del cerebro que también encierra la clave de la motivación y, cuando se difunde el mensaje positivo, parece inflamar al grupo en torno al objetivo común.

Pensemos, por ejemplo, en la conocida frase “hoy he tenido un sueño”, con la que Martin Luther King puso en marcha el movimiento de los derechos civiles de Estados Unidos y que le permitió imaginar un mundo en el que reinase la igualdad de oportunidades para todo el mundo con independencia del color de su piel.

La conciencia social, especialmente la empatía, resulta esencial para que un líder lleve a cabo su tarea fundamental que, como ya hemos dicho, consiste en promover la resonancia.

Al sintonizar con lo que los demás experimentan en un determinado momento, el líder puede decir y hacer lo que sea más apropiado, ya se trate de disipar el temor, calmar el enojo o elevar el estado de ánimo.

Esta capacidad de sincronización también le permite darse cuenta, de los valores y prioridades compartidos que pueden guiar al grupo.

El líder que carezca de empatía, por el contrario, se hallará inconscientemente tan desconectado de los demás que sus palabras y acciones desencadenarán sus reacciones negativas.

Así pues, la empatía, que se refiere a la capacidad de escuchar y asumir el punto de vista de los demás, permite que el líder sintonice con los canales emocionales que alientan la resonancia entre las personas y ajuste sus mensajes de un modo que le permita seguir en contacto con ellos.

escrito por Jorge Madrigal Fritsch
(fuente: Yoinfluyo.com)

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