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miércoles, 20 de abril de 2011

¿Tiene sentido mi sufrimiento?

Esta es una pregunta que todo ser humano se hace cuando el dolor viene a tocar las puertas de su alma. Responder, no es sencillo y muchos han caído en el abismo de la desesperación al no encontrar una respuesta que apague ese sentimiento de sinrazón que parece calcinar su ser entero. Sin embargo, los misterios de nuestra redención celebrados en esta Semana Santa pueden iluminar nuestra búsqueda de sentido ante las penas y sufrimientos.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en su número 618:  [...] él [Cristo] “ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual” (GS 22, 5) [...] él “sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas” (1 P 2, 21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35): “Fuera de la Cruz no hay otra escalera por donde subir al Cielo” (Sta. Rosa de Lima).

Dios mismo quiso someterse al “sinsentido” del sufrimiento para demostrarnos todo el sentido redentor que tiene el dolor en nuestra vida. Basta mirar la escena que se nos presenta en el Viernes Santo para darnos cuenta de ello: una madre sosteniendo en sus brazos a su único hijo salvajemente azotado y crucificado hasta derramar la última gota de sangre. ¿Es posible imaginar una escena más llena de sufrimiento físico y moral, que ésta?.

Sin embargo, de este sufrimiento nos vino la alegría más grande que podemos tener: el sabernos redimidos y hechos hijos predilectos de Dios, reconciliados con el Padre como el hijo pródigo que en el calor de un abrazo encuentra toda la felicidad que los placeres de su vida pasada no fueron capaces de otorgarle. Fue por ello que Dios quiso redimirnos de esa manera, para enseñarnos a no caer en la desesperanza cuando somos visitados por el dolor, ya que es entonces cuando más unidos estamos a Él.

Rabindranat Tagore, el gran poeta de la India, dice en uno de sus versos “Si de noche lloras porque no ves el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas”. Así pues, si el sufrimiento viene a tocar a las puertas de tu alma, enjuga tus lágrimas para que no te impidan ver esta hermosa realidad que ilumina nuestra vida aún en las horas más oscuras de este peregrinar hacia el abrazo eterno con el Padre.

escrito por Rodolfo Valdés Valladares
(fuente: www.vivelaseamanasanta.com)

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