El detonante del caso es que Viviana Carrillo, madre de la criatura en cuestión, contó en su denuncia que su relación sentimental con el actual primer mandatario paraguayo comenzó en el año 2000 cuando ella era una adolescente y Lugo era Obispo de la Iglesia Católica.
Fernando Lugo fue ordenado presbítero católico el 15 de agosto de 1977. Trabajó como misionero, profesor y párroco, y en 1994 lo ascendieron a obispo de la diócesis de San Pedro, la más probre de Paraguay. Diez años después, Juan Pablo II dispuso su retiro como obispo, por lo cual continuó como párroco. En el 2006 renunció formalmente a su ministerio sacerdotal con la pretensión de ser nuevamente un laico para presentarse a las elecciones presidenciales encabezando una coalición opositora al poderoso Partido Colorado, que por entonces ostentaba el poder político en Paraguay. Pero, dada su reconocida labor pastoral y social con los más pobres de su país, en enero de 2007, luego de presentada su candidatura a presidente, la Congregación para los Obispos rechazó la solicitud de Lugo de ser considerado laico y dispuso también su suspensión "a divinis", es decir para ejercer normalmente el sacerdocio, es decir, Lugo sigue siendo sacerdote aunque no puede ejercer el ministerio. En abril de 2008, los paraguayos lo votaron masivamente para que sea el Presidente de la Nación, cargo que asumió en agosto de ese mismo año. Ya en julio de 2008, Benedicto XVI accedió al pedido de Lugo y le permitió volver al laicado.
Ante la conmoción en la sociedad paraguaya, especialmente en la feligresía católica, Lugo guardó silencio durante estos días de Semana Santa y ayer lunes bridó una conferencia de prensa en donde admitió no solo su paternidad sino también la relación que matuvo con Viviana. En una entrevista con el Diario ABC de España, Lugo afirmó que "La raza humana es imperfecta y ahí podemos tener debilidades, cometer errores o dejar de lado un momento dado nuestras convicciones".
Las repercusiones por este revelación excedieron los líietes del Paraguay y pasaron por varios países, desde se oyeron opiniones de todo tipo, especialmente criticando severamente el celibato de los sacerdotes católicos.
Acongojado por la noticia, Monseñor Ignacio Gogorza, Obispo de Encarnación, declaró que esta noticia constituye "Un golpe duro para la Iglesia Católica y un mal ejemplo, que traerá pérdida de confianza hacia la institución de parte de la ciudadanía".
Pompeyo Lugo, hermano del Jefe de Estado, dijo tajantemente a Radio Mitre: “El celibato es una tortura”. Mercedes Lugo, hermana del Presidente, salió en defensa de su hermano parafraseando una frase de Jesús afirmando "somos humanos y quien no haya cometido una falta en su vida que arroje la primera piedra".
La crítica fácil, la hipocresía fácil
Mal que nos pese, vivimos en un sociedad erotizada: constantemente los medios de comunicación nos bombardean con mensajes de todo tipo chabacanos, groseros y denigrantes, especialmente para con el cuerpo de las mujeres. Por ende, la conducta de muchas personas pasa a girar en torno a lo genital: son cada vez más frecuentes las relaciones sin compromiso y "rápidas", como si eso nos significara ser más hombres o más mujeres, según el caso.
Ante tanto libertinaje sexual, es más que obvio que la familia como institución y célula fundamental de la sociedad se encuentre en crisis. De ahí tanto problema de moralidad, de dramas en las escuelas, jóvenes que no son debidamente contenidos en sus familias (ensambladas) y son presa fácil de los vicios.
Entonces, ante este panorama resulta nos puede resultar casi incomprensible que haya gente que haga del celibato una forma de vida para despegarse de lo terrenal y poder concentrarse en un ideal superior. Peor aún, cuando se habla de la importancia de la virginidad como un medio para purificar la propia afectividad (la virginidad nunca es un fin en si mismo...)
Nadie pone en duda que ser célibe en estos tiempos no debe ser nada sencillo, dadas las contantes y recurrentes tentaciones del mundo. Pero también debemos ser sinceros con nosotros mismos y reconocer que, si uno no es célibe y optó por el amor en un noviazgo o matrimonio, la fidelidad en la pareja tampoco es tarea sencilla.
Claro que no es bueno que un sacerdote o un/a religioso/a traicione su voto de castidad dejándose caer en la tentación de la carne. Pero no nos compete a ninguno de nosotros ponernos en jueces y, peor aún, en moralistas para señalar a aquel clérigo que haya cometido un pecado.
Solo es Dios quien juzga.
Los laicos solemos reclamar a los sacerdotes y religiosos una moralidad en su conducta que les corresponde a su investidura pero no reparamos si nosotros mismos tenemos esa moral cotidianamente.
Entonces resulta incomprensible y hasta hipócrita que los que se escandalicen ante casos como el de Fernando Lugo sean los que después cometen adulterios livianamente y aplauden las infidelidades que otros cometen.
Es saludable que Lugo reconozca su error y se haga cargo de ese niño. Pero es más importante que le pida perdón a Dios y sea Él quien, a través del Sacramento de la Reconciliación, absuelva al Presidente de la Nación.
Respecto a los demás, el que esté libre de pecado, que le tire la primera piedra a Fernando Lugo.
3 comentarios:
ESTUPRO EN EL OBISPADO
2009-4-13
Por Luís Agüero Wagner.
Una escabrosa historia de encubrimiento a un farsante acabó en gran parte este lunes de pascuas, cuando el obispo Fernando Lugo reconoció públicamente ante las cámaras de Televisión haber tenido relaciones con una jovencita de 16 años, Viviana Carrillo, en tiempos en que se desempeñaba como Obispo de San Pedro, abrió en Paraguay el debate que ya estaba instalado en otras latitudes: el de los escándalos aberrantes que de un tiempo atrás sacuden a la iglesia católica.
No está demás mencionar que la Iglesia Católica protege a estos delincuentes para defender su propia imagen en lugar de denunciarlos y expulsarlos para defender al resto de ciudadanos. La mayoría de los casos de pedofilia se han intentado resolver internamente, trasladando a los curas pederastas a otras parroquias y hablando con las familias para evitar las denuncias. Lejos está Paraguay de ser un caso aislado en Sudamérica.
Un grave escándalo, de características y dimensiones similares al que estalló hace tres años en Estados Unidos, se instaló recientemente en los altares de la Iglesia Católica de Brasil.. Entre ellos figura el sacerdote Félix Barbosa Carreiro, quien hace unas semanas fue detenido tras ser sorprendido en una orgía de droga y sexo con 4 adolescentes, y que acusó a “otros 12 padres” de incurrir en prácticas similares. Otro caso es del padre Alfieri Eduardo Bompani, de 45 años, quien grababa videos y escribía un diario donde daba cuenta de sus acciones.
El más repulsivo es el caso es el del padre Tarcisio Spricigo, que abusó de varios menores antes de ser arrestado por haber violado un pequeño de sólo cinco años de edad. En los documentos y pruebsa del proceso contra el cura ha sido incluido un diario, que es una especie de “manual de pedofilia”, que incluye consejos como “jamás tener una relación con niños ricos”. El libro de Spricigo, que fue descubierto por casualidad por una monja que lo llevó a la Policía brasileña, también contiene “diez reglas para actuar y quedar impunes”.
“Llueven niños seguros y confiables que son sensuales y que mantienen un total secreto, que sienten la falta del padre y viven sólo con la madre (…) Soy un seductor, seguro y calmo. Basta aplicar las reglas y el chico caerá en mis manos y seremos felices para siempre”, anotó el religioso en su escalofriante“manual”.
La lista de casos de depravados y criminales ocultos bajo las sotanas se antoja interminable: En Chile, el religioso Jaime Low Cabeza, fue detenido por presunto estupro y abuso sexual contra menores. Los abusos que supuestamente afectaron a cinco menores -todos varonesde entre 15 y 17 años- se habrían concretado cuando el religioso se desempeñaba en la pastoral juvenil de la parroquia.
En 2001, el religioso salesiano Carlos Larraín fue acusado de abusos contra una menor de nueve años en la época en que se desempeñaba como director del Colegio María Auxiliadora (entre 1997 y 1999). En abril de 2004, el sacerdote Víctor Hugo Carrera fue detenido en el Aeropuerto Internacional de Santiago, luego de permanecer tres años como prófugo de la justicia, pues fue acusado de abuso sexual contra un menor en 1999 en Punta Arenas.
Mientras en Paraguay el obispo Fernando Lugo reconoció haber cometido estupro siendo obispo, y niños sordomudos denunciaron haber sido violados por curas en Verona, en México denuncian que existen logias protegen a estos criminales.
El cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera y el arzobispo de Los Angeles, Roger Mahony, habrían encubierto a un sacerdote mexicano acusado de varios casos de abuso sexual contra menores monaguillos bajo el paraguas de esta suerte de Odessa de pedófilos.
La deportación por parte de las autoridades de la Santa Iglesia de Roma, con destino a Paraguay, de varios sacerdotes católicos acusados de haber abusado sexualmente de menores en todas las latitudes del orbe, aumenta las sospechas en cuanto al encubrimiento brindado a estos criminales. No hace mucho que en un ambiente caldeado laicos organizados y fieles católicos del Alto Paraná, a trescientos kilómetros de la capital del pais, denunciaron que en su comunidad se habían refugiado en un seminario los padres Carlos Urrutigoity y Eric Ensey, acusados de abuso sexual en Estados Unidos. Es demasiado casual que estos criminales se hayan refugiado en el Paraguay poco después del triunfo electoral del obispo Fernando Lugo, que se produjo en ancas de algunas de las más reaccionarias fuerzas atávicas de este Paraguay surrealista: el pensamiento mágico, la tradición autoritaria y el machismo con el cual fue denigrada un candidata mujer.
Para concluir esta descripción del Paraguay, podríamos tomar prestadas palabras publicadas en la Jornada de Oriente con la firma de Anamaría Ashwel, y sólo cambiar la palabra México por Paraguay: “una oscurantista alianza masculina, mayormente de políticos y sacerdotes, han regresado el tiempo de México al Virreinato: han legislado para quitarle el derecho a la mujer sobre su cuerpo. Sacerdotes supuestamente célibes, abiertamente misóginos, muchos pedófilos y desconocedores absolutos de la condición fisiológica y social de las mujeres —y encima vestidos con faldas largas— representando valores culturales que para las mujeres caducaron con el Virreinato, apuntalaron el voto de políticos que decidió que las mujeres sólo tienen el derecho a estar preñadas.” LAW
Hola Anónimo
Realmente esta nota publicada provoca estupor e indignación. Si vos has leído otros comentarios que he dejado en esta página, notará que yo nunca he negado (es más, he lamentado) las miserias humanas de mucha gente que tiene altas responsabilidades en Nuestra Madre Iglesia.
Reitero un concepto que puse en otros post, sé que la Iglesia Católica Apostólica Romana es SANTA porque la santificó el mismísimo Jesucristo cuando la fundó sobre Pedro y sus Apóstoles... pero es también PECADORA porque la integramos muchos que cometemos errores hasta atrocidades.
Desconozco más detalles de los casos que se mencionan en este artículo. Es cierto que, de ser verdad que Viviana Carrillo era paenas una adolescente cuando inició su relación con el entonces Obispo, lo de Lugo se encuadraría perfectamente en lo que entendemos por "abuso de menores".
Pero, por otro lado, no me consta que la Iglesia Católica como institución encubra a curas pedófilos.
También me parece injusto que se hable de pedofilia únicamente refiriéndose a los clérigos católicos. Si uno estudia a fondo este drama, se corrobora que en casi el 90% de los casos de abusos de menores los victimarios son familiares directos de las víctimas o personas muy allegadas a la familia del menor. En la inmensa mayoría de esos casos, son hombres que tienen mujer, con la cual se supone que deberían satisfacer su instinto carnal.
Me hubiera gustado que así como se critica con dureza a sacerdotes pedófilos, se hable también de todos aquellos que cometen abusos de menores uqe muchas veces son silenciados por sus círculos familiares.
Y me parece más injusto aún no reparar en los miles de sacerdotes y religiosos que a diario trabajan EN SILENCIO en todo el mundo, atendiendo tanto a católicos como a aquellos que no lo son. La Iglesia Católica sostiene comedores infantiles, escuelas, colegios, universidades, internados, hospitales en todo el mundo.
Pero es mucha la gente envidiosa, malintencionada y con grandes resentimientos hacia la Iglesia Católica que aprovecha la difusión de este tipo de noticias para hacer generalizaciones tan injustas como arbitrarias.
Quien escribió esta nota, por la forma en que está enfocada, está más obsesionado por crucificar a esos sacerdotes más que preocuparse o investigar en la sanación de las vidas de esos pobres inocentes y, en el mejor de los casso, colaborar con la prevención.
Por último, eso de calificar de "misógino" a un sacerdote que vive auténticamente su celibato denota una tremenda ignorancia en el tema.
Un hombre no deja de ser hombre porque sea célivbe o no. Una mujer no deja de ser mujer porque viva célibe. Creer que sos hombre o mujer en la medida que más forniqués significa que se denigra el concepto de sexualidad a el de genitalidad, que es mucho más limitado. O acaso vos creés que sos más hombre mientras más "experiencias sexuales" tengás?
El sexo de una persona está más mucho más allá de la genitalidad. Uno manifiesta sanamente su sexualidad en la forma de vivir, en la forma de pensar, en la forma de sentir... y no necesariamente en lo genital.
Para un ser humano, sea célibe o no, lo fundamental ES SER FECUNDO, DAR VIDA. Eso es lo que te hace HOMBRE o MUJER, según tu naturaleza. Y para ser fecundo no es imprescindible dejar el celibato: podés dar vida consolando, ayudando, conteniendo, guiando... en otras palabras, AMANDO SE DA VIDA.
Y no vayás a creer que viviendo sin celibato todos sabemos amar (me incluyo). Si así fuera, habría mucha menos infelicidad en este mundo.
Te invito a que no juzgués tanto las miserias ajenas y te mirés más las miserias que vos tenés. Pedile a Jesucristo que te las vaya sanando y vos poné tu parte. Te sugiero que dejés a Lugo (y a todos los otros degenerados) en paz, que la justicia divina hará su parte. Te lo aseguro.
Dios te bendiga!
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