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lunes, 6 de agosto de 2012

Resistencia al dolor

Una de las disciplinas más espectaculares dentro de la gama en Juegos Olímpicos es sin duda el atletismo. Las pruebas de velocidad detienen los latidos del espectador durante segundos que parece durarán una eternidad, así como los duelos en pista y campo donde no hay forma de ganar si no se és el mejor. Me refiero a que no existe truco alguno; tiras la jabalina más lejos que tu oponente, saltas más arriba que tu rival o simplemente verás subirse al podio a los otros competidores. Así de simple y así de triste.

Sin embargo, son las pruebas de fondo las que ponen la resistencia del ser humano hasta el límite de su fortaleza no solo física, sino también mental, obligando al cuerpo a sacar hasta el último átomo de orgullo, dejándolo todo en la pista.

La historia de los Juegos está llena de hazañas pero quizá una de las más emblemáticas haya sido la de un atleta checoeslovaco, Emil Zatopek, quien participó como corredor de fondo en las ediciones de Londres 1948 y Helsinki 1952.

Este hombre, nacido en 1922, desarrollo desde niño el gusto por correr. Sin embargo, la maldita necesidad lo obligó a trabajar en una fábrica de calzado para ayudar a la subsistencia familiar. Al entrar en la edad adulta, prefirió enlistarse en el ejército y ahí pudo dar rienda suelta a su pasión.

Sus distancias favoritas eran los 5 mil y la extenuante prueba de 10 mil metros y para la competencia londinense, se apuntó en ambas categorías.

En aquellos tiempos solo se podían ver las imágenes en el formato de cine y obvio, varios días después de las competencias y de esa manera, el mundo pudo ver lo que solo algunos cientos presenciaron en el estadio: Un desgarbado hombre, garrudo y peloncito, que devoraba metros avasallando rivales.

En los 5 mil quedó en segundo lugar y eso le generó tal frustración, que se prometió una revancha. Los 10 mil fueron suyos y se colgó la medalla de oro.

Cuatro años más tarde, en territorio finlandés, Emil escribiría su nombre en el libro de records al arrasar en las tres pruebas que compitió.

En sus distancias favoritas, 5 y 10 mil metros, dejó bien atrás a los otros competidores y mejoró lo hecho en Londres al trepar a lo más alto del podio, pero le tenía reservada una sorpresa a todos: Opto por inscribirse también en la agotadora prueba del maratón.

Helsinki toda fue testigo de la proeza. Zatopek impuso desde el principio de los más de 42 kilómetros un ritmo enloquecedor. Cuando ingresó al estadio el respetable no podía creer que mantuviera el paso tras la increíble distancia recorrida.

El checo lo ganó todo y se convirtió en héroe nacional. Queda como legado la siguiente frase: “Si quieres correr, corre una milla; si quieres cambiar tu vida, corre un maratón”.

escrito por Arturo Brizio Carter 
(fuente: www.encuentra.com)

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