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miércoles, 15 de agosto de 2012

“Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”

Oh Virgen, Templo de la Trinidad, el Dios de bondad se fijó en tu humildad; te envió a un mensajero para anunciarte lo que iba a nacer de ti. El ángel te trajo el saludo de la gracia,..te explica, y consientes, y en seguida el Rey de gloria se encarna en ti. Por este gozo, te rogamos, que nos hagas dignos de este gran Rey...

Tu segundo gozo: cuando diste a luz al Sol, tú la estrella,.. este alumbramiento no produce en ti cambio ni pena. Como la flor que no pierde su esplendor dando su perfume, tu virginidad no se perdió cuando el Creador se dignó nacer de ti. María, madre de bondad, sé para nosotros el camino recto que nos conduce a tu Hijo...

Una estrella te anuncia el tercer gozo: aquella que ves posarse sobre tu hijo, para que los magos lo adoren y le ofrezcan las variadas riquezas de la tierra... María, estrella del mundo, purifícanos del pecado.

El cuarto gozo, lo tuviste cuando Cristo resucitó de entre los muertos: la esperanza renace, la muerte es aniquilada. ¡Cuánta parte tienes en estas maravillas, Llena de gracia! (Lc 1,28) El enemigo es vencido,.. el hombre es liberado y se eleva hasta los cielos. Madre del Creador, dígnate rogar con perseverancia: que por este gozo pascual, después de los trabajos de esta vida, seamos admitidos en los coros celestiales.

Tu quinto gozo: cuando viste a tu hijo ascender al cielo, la gloria de la que fue rodeado te reveló más que nunca a aquel del que eras la madre, tu propio Creador. Ascendiendo a los cielos, mostró el camino por donde el hombre asciende a los atrios celestes... Por este nuevo gozo, María, haznos ascender al cielo para gozar contigo y con tu hijo de la felicidad eterna...

Es el divino Paráclito quien, bajo la forma de lenguas de fuego, fortificando... e inflamando a los apóstoles, te produce el sexto gozo: para curar al hombre, al que la lengua había perdido y purificar su alma del pecado. Por el gozo de esta visita, ruega a tu hijo, Virgen María, que se borre en nosotros toda mancha hasta el día del juicio.

Cristo te proporcionó el séptimo gozo, cuando te llamó de este mundo a su reino celeste, cuando te elevó sobre el trono donde recibes honores incomparables. Una gloria que te rodea más que a ningún otro habitante del cielo... Oh Virgen, madre de bondad, haznos sentir los efectos de tu ternura... Por este gozo, purifícanos, condúcenos a la alegría eterna. Llévanos contigo al gozo del paraíso. Amén.

Secuencia de los siglos XIV – XV
(fuente: www.evangeliodeldia.org)

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