La pequeña ciudad cristiana siria de Sadad, invadida por las milicias islamistas el 21 de octubre y recuperada estos días por el ejército sirio. Durante una semana, 1,500 familias completas han sido mantenidas como rehenes y escudos humanos. Al final, el saldo fue de 45 cristianos asesinado (¡45 no es poca cantidad!) y un éxodo de unas 2,500 familias
Pero esta situación no es un hecho aislado, sino un episodio más en la silenciosa guerra de persecución religiosa contra los cristianos en países de Medio oriente y de África. El analista religioso norteamericano, John L. Allen Jr., publicó reciente un artículo con estadísticas escalofriantes. Reproducimos a continuación sólo unos pocos de esos datos.
“Según el Pew Forum, entre 2006 y 2010 los cristianos padecieron alguna forma de discriminación, sea de jure o de facto, en un asombroso total de 139 países, que es casi las tres cuartas partes de las naciones de la tierra.”
“Según el ‘Center for the Study of Global Christianity’, en el Gordon-Conwell Theological Seminary en Massachusetts, cerca de 100,000 cristianos han sido asesinados en lo que este centro llama ‘situación de testimonio’ cada año en la pasada época. El resultado es 11 cristianos asesinados cada hora del día los siete días de la semana y los 365 días del año, en algún lugar del mundo, por razones relacionadas con su fe.” [J. L. Allen, 3 oct 2013]
Ante esta situación tan cruel se ha levantado el muro del silencio informativo, como ocurrió con el Holocausto, durante la Segunda Guerra Mundial; como sucedió con el genocidio de Tutsis en Ruanda en 1994.
¡Hay que romper este silencio! Eso es lo que piden las víctimas. Veamos: El arzobispo sirio Selwanos Boutros Alnemeh exclama: “Hemos gritado pidiendo ayuda al mundo entero, pero nadie nos ha escuchado. ¿Dónde está la conciencia cristiana? ¿Dónde está la conciencia humana? ¿Dónde están mis hermanos?”.
El Papa Francisco también pidió poner atención a estos cristianos que sufre o mueren en la indiferencia. Dijo: “Cuando oigo que muchos cristianos en el mundo están sufriendo, ¿soy indiferente, o es un miembro de mi familia el que está sufriendo?”, y añadió: “¿Estoy abierto a ese hermano o esa hermana de mi familia que está dando su vida por Jesucristo?” [VIS, ]
El Patriarca católico de Jerusalén, Fouad Twal, lanzó las mismas preguntas durante una conferencia en Londres, en 2011. Cuestionó: “¿Oye alguien nuestros gritos? ¿Cuántas atrocidades más deberemos soportar para que alguien, en algún lugar, venga en nuestra ayuda?”
Este genocidio por motivos religiosos nos afecta a todos, creyente y no creyentes. Como explica John L. Allen: “Igual que uno no tenía que ser judío en los 70 para preocuparse por los judíos disidentes en la Unión Soviética, ni negro en los 80 para horrorizarse por el régimen del Apartheid en Sudáfrica, uno no necesita ser cristiano hoy para considerar la defensa de los cristianos perseguidos como una prioridad.” [J. L. Allen, 3 oct 2013]
A todos nos afecta el genocidio de cristianos, porque no podemos considerarnos humanos ni creyentes si nos es indiferencia el sufrimiento y la muerte de los demás. Podemos rezar. Podemos ser lectores que exigen que salgan estas noticias en los medios, para que el genocidio ya no siga oculto y así pueda ser detenido.
escrito por el Padre Luis FernandoValdés
lfvaldes@gmail.com
(fuente: encuentra.com)
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