El amor ilumina y enceguece. Alumbra y deja a oscuras. Nos esclarece y, a la vez, deja suspendido el sentido y la razón. Da alas de libertad y nos ata con leves cadenas irrompibles de suspiros y deseos. El amor hace vivir, morir y resucitar.
Nos quita las oportunidades al elegirlo y –luego- siempre nos vuelve a dar una nueva oportunidad. Nos deja sin aliento y sin respiración. Nos da esperanzas. Nos libera de miedos y nos otorga fuerza. Nos enriquece con todo y nos despoja de todo. Nos hace ricos y pobres. Brinda plenitud y vacío. Nos comunica su audacia y nos regala su locura. Nos animamos a todo con él y, sin él, nos falta todo.
El amor es camino y horizonte. Tierra y cielo. Paraíso y, algunas veces, también Purgatorio e Infierno. Es sublime y cotidiano. Rutinario y extraordinario. Se disfraza. Se muestra y oculta. Calla y grita. Seduce y olvida. Mira y desgarra. Nos hace temblar. Nos quita el hambre. Nos regala un solo y único pensamiento constante. Nos obsesiona. No nos deja descansar. Nos hace pronunciar un solo nombre. Extrañamos y recordamos continuamente. Nos da nostalgia y esperanza. Andamos por caminos nunca transitados. Nos olvidamos de nosotros mismos y de nuestras necesidades. Nos comunica una sed que no se apaga.
El amor escribe una historia en las historias. Un relato en todas las canciones. Guarda los secretos y conoce el fondo de los corazones. No se extingue aunque parezca morir. No deja de cumplir ninguna de sus promesas. Se ocupa de todos los detalles. No olvida nunca ningún nombre, ni rostro. Sabe que de él depende la felicidad de muchos. Es agradecido y delicado. Fuerte -en su debilidad- y vulnerable en su fortaleza. Es sabio porque ha sabido elegir y vivir de lo elegido. Golpea en todas las puertas. Algunas abren. Otras, lo dejan pasar. Conoce todos los relojes. Siempre llega cuando tiene que llegar. Tiene fechas precisas. Busca y se deja encontrar. Se tiene y se pierde y se vuelve a recobrar.
El amor conoce palabras y pronuncia silencios. Transita los días y vive las noches. No tiene tiempo. Es joven y viejo. Niño y anciano. Desconoce la muerte. Ya la ha vencido. Es siempre vida.
El amor es eterno y divino. Es totalmente sagrado. Constituye lo más valioso que nos llevaremos de este mundo. Lo único que presentaremos ante Dios serán manos vacías de todo y plenas de amor.
El amor es un viaje y la vida es una peregrinación hacia la plenitud del amor.
escrito por Eduardo Casas
eduardocasas.blogspot.com
(Fuente: yocreo.com)
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