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lunes, 17 de mayo de 2010

Resurrección, ¿Fe o ciencia?

La Resurrección de Cristo trasciende y sobrepasa a la ciencia, aunque hay objetos sagrados (reliquias) cuya autenticidad está demostrada -pues han sido bien estudiadas científicamente- que confirman el hecho más importante de la historia de la salvación, el cual es para los católicos dogma de fe: la Resurrección de Cristo.

Sin embargo, la Resurrección de Cristo es un hecho demasiado importante para quedar referido sólo como un acontecimiento histórico o como un dato comprobable con base en objetos estudiados científicamente. En la Resurrección de Cristo está el centro de nuestra fe, porque “si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe” (1 Co. 15, 14), nos advierte San Pablo.

La Resurrección constituye primeramente la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó.

Todas las verdades -incluso las más difíciles de comprender por el ser humano- encuentran su comprobación porque Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad como Dios. (cf. Catecismo Iglesia Católica #651)


Pero además de ser un hecho de Fe, (por cierto de obligada creencia por parte de todo aquél que se considere católico), la Resurrección de Cristo, no sólo es comprobable históricamente, sino que asimismo podría quedar demostrada por reliquias de las que hablaremos más adelante.

Es un hecho que las mujeres, luego Pedro y Juan, encontraron el sepulcro vacío y los lienzos en el suelo.


Y estos lienzos son ¡nada menos! que la Sábana Santa que cubrió todo el cuerpo de Jesús y el Sudario que cubrió su cara y que fue usado sólo para el traslado de la cruz al sepulcro.

Es por ello que San Juan, nos dice en su Evangelio que él “vio y creyó” (Jn. 20, 8), al haber encontrado el sepulcro vacío y en el suelo estos lienzos –ahora maravillosas reliquias del Resucitado.

Esto supone que, al constatar el sepulcro vacío, se dio cuenta que eso no podía ser obra humana. Por eso creyó lo que Jesús les había anunciado. Además, intuyó que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn. 11, 44). Al referirnos que “vio y creyó”, quiso decirnos que comprendió en ese momento lo que significaba el anuncio que les había hecho Jesús de su Resurrección.

Veamos, entonces las reliquias del Resucitado:

• La Sábana Santa es la que reposa en la Catedral de Turín (Italia), la cual tiene grabado el cuerpo de Cristo y ha sido sometida a diversas pruebas que aseguran su autenticidad: es la imagen de Cristo Resucitado. La dejó Jesús al traspasar con su cuerpo glorioso los lienzos que lo cubrían.

Y esto no lo dice sólo la Iglesia, lo han constatado muchos especialistas profanos, entre éstos, científicos que trabajan en la Agencia Espacial Norteamericana (NASA): en la Sabana Santa quedó una imagen en negativo de un cuerpo sometido a las mismas torturas que, por los Evangelios, conocemos le inflingieron a Jesús. Y de este negativo los científicos de la NASA han sacado una fotografía de la cara de Jesús.

Uno de los estudiosos de esta santa reliquia del Resucitado, D. Venancio González, nos confiesa haber orado así: “gracias porque dos mil años antes que el hombre inventara la fotografía has querido dejar tu Sagrado Rostro estampado en este lienzo, para que nosotros tengamos la dicha de ver la cara que tenías”.

Adicionalmente, un escultor italiano ha sacado una escultura con una copia de lo que pudo haber sido el cuerpo de Jesús en dimensiones reales.

• El Sudario es un paño que cubrió la cabeza de Jesús en el traslado de la cruz al sepulcro. Pero, cuando sepultaron a Jesús, le quitaron el sudario y lo pusieron aparte.

Este hecho lo vemos claro en el Evangelio de San Juan. El fue primero de los Apóstoles en llegar al sepulcro y encontrarlo vacío y he aquí lo que nos relata:

“Pedro y el otro discípulo (Juan) partieron al sepulcro. Corrían los dos juntos. Pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó y vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Después llegó Pedro. Entró a la sepultura y vio los lienzos tumbados. El sudario que pasaba sobre la cabeza no estaba tumbado como los lienzos, sino enrollado en su mismo lugar”. (Jn. 20, 3-6).

Es decir: en el momento de la resurrección el Sudario no estaba sobre la cara de Jesús. Por eso no tiene su imagen grabada como la Sábana Santa. Pero sí tiene sangre que es del mismo grupo que la sangre de la Sábana Santa: AB.

No es casualidad, entonces, la coincidencia en el tipo de sangre de la Sábana Santa y la del Sudario. Más aún: no sólo coincide el tipo de sangre, sino que el DNA presenta en ambas reliquias perfiles genéticos similares.

El Sudario es una tela de 83 x 52 cm que presenta numerosas manchas de sangre simétricas pasadas de un lado al otro al doblarse en dos. La tradición le llama "el Sagrado Rostro" y llegó a Oviedo (España) en el siglo IX , en un arca proveniente del Africa septentrional.

Volviendo a la otra reliquia, la Sábana Santa, el Padre Jorge Loring, S.J. nos relata el testimonio de otro Sacerdote sobre ésta:

“El Padre Mauricio Iriarte, un sabio jesuita, que es un hombre muy serio, muy profundo, auténtico investigador, en un trabajo que publicó en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, dice de este lienzo:

1. Los estudios científicos realizados sobre este lienzo excluyen toda posibilidad de fraude: esto, desde luego, no es un fraude.
2. Todo lo que muestra el lienzo está perfectamente de acuerdo con lo que dicen los Santos Evangelios.
3. La trayectoria histórica de este lienzo goza de numerosos documentos que se conservan en los archivos.
4. Ni el análisis intrínseco del lienzo ni los testimonios extrínsecos dan ningún argumento razonable para que esto sea rechazado”.

Pero agrega Loring: “Nuestra fe se basa en el Evangelio, no en la Sábana Santa. Si algún día se demostrara que la Sábana Santa de Turín es un fraude –aunque no es fácil que esto se demuestre- habríamos perdido un documento histórico, pero nuestra fe quedaría en pie”.

El Padre Jordi Rivero nos da la dimensión espiritual de esta reliquia en www.corazones.org:

“En nuestra época tan descreída y cínica, Dios nos regala la Sábana Santa, un corazón para contemplarla y los medios científicos para estudiarla. Los que tienen ojos que vean, los que tienen corazón, que lo abran, los que tienen inteligencia que discurran sobre lo que Dios nos comunica. Dios quiere revelarnos no una cosa, sino a su Hijo amado.

Al contemplar La Sábana Santa traigamos al corazón el testimonio de las Escrituras. Al contemplar las llagas:

-Pensemos cuanto nos ama Jesús, ¿qué mas podía hacer para demostrar Su amor?

-Pensemos en la seriedad del pecado que le hizo sufrir así, decidámonos a renunciar al pecado y la mediocridad con el deseo de amarle sin contar el costo. "Arrepiéntanse y crean en el Evangelio" (Mc. 1, 15)

-Decidamos tomar en serio nuestra vida ante la realidad de la batalla espiritual, a no tener miedo a ser diferentes en este mundo, a sufrir por amor a El.

La Sábana Santa es un signo que apunta a la Resurrección. Sean cuales sean las tinieblas que tengamos que atravesar, Dios quiere recordarnos la victoria definitiva.

¡Cristo ha resucitado!. ¡Aleluya!

Tomado de: www.corazones.org/jesus/turin_sudario/turin_sudario2p.htm

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