Buscar en mallinista.blogspot.com

sábado, 1 de noviembre de 2008

Santos que no son

El ser humano tiene una natural tendencia a creer en algo sobrenatural. Lo vemos a lo largo de la historia en todos los pueblos y civilizaciones que han existido a lo largo de tantos siglos.

Personalmente considero que no existen ateos porque aquellas personas que dicen no creer en Dios conciben lo sobrenatural por otros caminos, de los más variados: creer en horóscopos, creer en "la suerte", tener cábalas y curiosos rituales y manías para atraer la buena suerte y repeler "la mala onda".

Dentro de lo que es la fe popular, en distintos puntos del mundo se dan ciertos fenómenos que mezclan elementos del catolicismo con otras cuestiones populares y otras esotéricas, que terminan configurando una creencia que no siempre está cercana a Dios.

Se han dado innumerables casos de personajes populares que encontraron la muerte en circunstancias inesperadas y hasta heroicas y las sociedades mismas los consagran como "santos" independientemente de lo que Nuestra Madre Iglesia opine al respecto. En el caso particular de la República Argentina, los casos más populares son la Difunta Correa y el Gauchito Gil y, más cercanos en el tiempo, Gilda y Rodrigo, los cantantes populares que fallecieron trágicamente en sendos accidentes automovilísticos. A todos ellos se les han construido altares y les atribuyen milagros; mucha gente da testimonio de ellos y les dejan ofrendas de agradecimiento.

La Difunta Correa

Si bien no hay evidencias históricas y documentos que avalen su existencia, Deolinda Correa era una joven mujer sanjuanina que estaba casada con Baudilio Bustos y, fruto de ese matrimonio, había nacido un bebé.

Se tejieron muchas leyendas acerca de la vida de Deolinda aunque, sin datos precisos y contundentes que reafirmen la probable existencia de ella. Según se supone, entre los años 1840 y 1850, tropas de federales provenientes desde la Provincia de La Rioja llegaron hasta San Juan para reclutar hombres para combatir contra los unitarios. El esposo de Deolinda habría sido capturado y llevado con ese ejército "contra su voluntad". Ella se vio desamparada y le aterrorizaba la idea de no ver nunca más a su marido; es por eso que tomó la corajuda decisión de cargar a su bebé en sus brazos y salir tras su marido, atravesando los campos desiertos con la idea de llegar hasta las tierras riojanas y ahí estar cerca de su amado.

Contra los planes que ella habría tenido, en medio del camino la sed se le hizo virtualmente insoportable y sus fuerzas empezaron a flaquear hasta que murió en medio del campo. Cuenta la leyenda que tiempo después, unos arrieros que transitaban por la zona, encontraron el cadáver de la joven mujer con su hijito prendido de su pecho; hay versiones que dicen que el bebé sobrevivió, otros cuentan que falleció también con su madre. La conmovedora escena conmovió a la gauchos y de ahí en más, su tumba se convirtió en un lugar de peregrinaje que, con el paso de los años, fue ganando más trascendencia hasta convertirse en unos de los mitos más populares de la Argentina, llegando al punto de que su fama trascendió las fronteras de este país.

A un poco más de 60 kms. al Este de la Ciudad de San Juan se encuentra el Santuario de la Difunta Correa, donde miles de peregrinos concurren durante todo el año, especialmente en los días de Semana Santa. El lugar es más un lugar turístico que religioso, abundan locales comerciales que venden souvenirs de los más variados de Deolinda.

En ese lugar, sobreabundan botellas con agua y una infinidad de placas con mensajes de agradecimiento... pero escasean la oración y las conversiones de corazones. Es más, a la "Difunta" Correa sus mismos devotos le atribuyen la temida fama de vengadora: si uno le pide una gracia, indefectiblemente debe darle algo a cambio y, de no cumplir con la "contraprestación" Deolinda le mandará una maldición. Asimismo, se dice que si uno pasa por el lugar (para los sanjuaninos nos queda de paso cuando queremos viajar a la Ciudad de Córdoba), debe detener su camino en el Santuario y ofrendar alguna oración a la Difunta, sino le "pasará algo" en la ruta...

Suponiendo que Deolinda Correa efectivamente haya existido, de su vida no se tienen claros ejemplos de que haya sido una mujer piadosa, no se conocen datos de que haya sido una mujer que se confesaba, que comulgaba, que asistía a Misa, ni sabemos de su sentido de pertenencia a Nuestra Madre Iglesia. Si la queremos considerar como una "santa" de la Iglesia Católica, no sabemos si realmente ella fue católica.

Por último, hay que aclarar que, en ningún caso, Nuestra Madre Iglesia nos enseña que los santos conceden favores y gracias: solo es Dios quien tiene ese poder. Los santos solo interceden por los que aún peregrinamos en este mundo. Es más, no existen "santos vengativos": la venganza nunca es buena, no procede de Dios y, si no procede de Dios, podemos intuir de donde procede...

El Gauchito Gil

Tal como sucede con la Difunta Correa, tampoco hay datos precisos e irrefutables sobre la existencia de este personaje. Las leyendas en torno a este personajes son varias, no se ponen de acuerdo acerca de su nombre completo (¿se llamó Antonio Mamerto Gil?), aunque la mayoría coincide que habría nacido en la localidad de Mercedes, en la Provincia de Corrientes.

Se han tejido distintas historias acerca de su vida, las cuales no coinciden mucho entre si. Cada 8 de enero se conmemora su muerte, de la que tampoco hay pruebas. Lo cierto es que se realizan festejos populares multitudinarios en el "santuario" ubicado en la Provincia de Corrientes.

Basta recorrer varias rutas de la Argentina para ver altarcitos en honor al "Gauchito Gil" adornado con banderas rojas. Algunos dicen que cada vez que uno pasa por las inmediaciones de esos altares hay que saludar al "santito" tocando la bocina del vehículo, de lo contrario algún contratiempo se sufrirá en el viaje.

Santos que no son

Una vez conversaba con un ex compañero de trabajo que me comentaba que había dejado de ser católico y que pertenecía a una iglesia evangélica que no recuerdo el nombre. Cuando le pregunté si antes había se había dado la oportunidad para conocer y vivir la fe católica, a lo que respondió tajantemente: "Sí, yo era muy católico: iba siempre a la Difunta Correa"... Ahí fue que comprendí más lo poco que conocemos los católicos respecto de nuestra fe...

La Iglesia Católica Apostólica Romana mantiene una postura respetuosa de ese tipo de fe popular pero no deja de señalar algunas consideraciones importantes que pueden echar luz sobre estas controversias generadas alrededor de esas figuras tan queridas por la gente:

- ¿Cómo saber si el culto es de Dios?: todos los santos reconocidos como tales por Nuestra Madre Iglesia han sido personas que siempre han señalado a Cristo como centro de sus vidas y han invitado a todos sus contemporáneos a hacer lo mismo; ellos nunca han pretendido ser los centros de atención ni, mucho menos, eclipsar a Dios.

- ¿Los santuarios son lugares de encuentro con Dios?: en los santuarios populares no suelen ser sitios en donde encontremos a la gente alabando a Dios, gente que busque algún Sagrario para rezar, no se conocen historias de conversiones de corazones... pareciera que bastase con encender alguna vela, dejar algún dinero o alguna caminata como para contentar al "santo".


Muchas veces necesitamos fortalecer nuestra fe pero en determinados momentos de la vida nos cuesta soportar los momentos en que la fe se debilita. Suele ser tentados volverse "devoto" de este tipo de "santos populares" porque resulta más que atractiva la promesa de milagros inmediatos que pueden ser intercambiados con algún sacrificio, alguna visita al santuario o algún dinero... pero no la transformación profunda del propio corazón.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...