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martes, 3 de marzo de 2009

Benedicto XVI no es antisemita

En estas últimas semanas, desde diversos sectores de la prensa internacional se ha cuestionado severamente al Papa Benedicto XVI por su supuesto antisemitismo.

Las declaraciones del Obispo Richard Williamson, nacido en Inglaterra pero residía en la Provincia de Buenos Aires (expulsado de la Argentina por presiones diplomáticas), acerca de sus dudas sobre el Holocausto hicieron estallar a las autoridades judías al punto que Benedicto XVI tuvo que salir a criticar públicamente al Obispo. Ante líderes judíos, Benedicto XVI declaró que "El odio y el desprecio por hombres, mujeres y niños que se manifestó en el Holocausto fue un crimen contra la humanidad. Esto debería estar claro para todo el mundo, especialmente para aquéllos que se basan en la tradición de las Sagradas Escrituras".

Otro incidente con las autoridades religiosas de Israel se dio porque el Papa está siguiendo de cerca el proceso de canonización de Pío XII, el Papa tan cuestionado por los israelitas por su supuesta inacción durante la Segunda Guerra Mundial.

En 2007, el malestar se reavivió con la decisión papal de recuperar la antigua liturgia que se utilizaba antes del Concilio Vaticano II en la que, durante la oración del Viernes Santo, se invoca a Dios para que “ilumine y convierta a los hebreos”.

Desde otros sectores de la opinión pública internacional, se empezó a decir que Benedicto XVI es simpatizante de Adolph Hitler debido a que cuando era apenas un adolescente participó en las "Juventudes Hitlerianas".

Benedicto XVI nació como Joseph Ratzinger en Baviera, Alemania en el año 1927. Estando en el seminario, a los 14 años de edad, como todos los jóvenes alemanes de su época, fue inscripto obligatoriamente en Hitlerjugend (Juventudes Hitlerianas) que el gobernante Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores. Permaneció en el ejército alemán hasta septiembre de 1944 y fue hecho prisionero por las tropas aliadas poco antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial.

En su momento, Ratzinger no tuvo chance para elegir si alistarse con las fuerzas militares que respondían a Hitler, o no. Pero bueno, evidentemente eso no es de importancia para los que critican encarnizadamente al Vicario de Cristo.

¿Qué es ser "antisemita"?

El término semita hace referencia a Sem, quien según los escritos bíblicos fue el primogénito de Noé del que descenderían los hebreos, los asirios, babilonios, los elamitas, así como los árabes y otras comunidades de Oriente Próximo y Medio. De ahí en más, "semita" fue un término para identificar a los hebreos.

Por lo tanto, se le dice "anitsemita" a todos aquellos que odian a la raza judía y que luchan, de una u otra forma para censurarlos y/o exterminarlos.


Contreversias entre judaísmo y catolicismo

Las controversias entre el judaísmo y el catolicismo no son nuevas, ya que se remontan a los albores del cristianismo mismo cuando Jesús, un judío, empezó a predicar la Buena Nueva. Algunos líderes religiosos de su pueblo no soportaron el protagonismo de Nuestro Señor y lo persiguieron hasta darle muerte en Cruz. De ahí en más, se inició una despiadada persecusión contra los seguidores de Jesús, muchos de los cuales fueron presionados a abandonar la fe en Cristo y algunos asesinados por no renegar del Mesías. Suele pasar que ciertos sectores del judaísmo tildan a los Santos Evangelios como "antisemitas" por el hecho de que dejan "mal parados" a la jerarquía judía, al punto de ser señalados como los principales instigadores de la muerte de Jesús.

Lo cierto es que el mismo Jesús, su Santísima Madre y toda su familia, como sus apóstoles eran judíos. El pueblo judío ha sido (y es) protagonista fundamental en la Historia de la Salvación de la Humanidad. Que las autoridades judías de aquel tiempo hayan instigado la muerte de Jesucristo no significa que toda la raza judía debe "pagar" por la Muerte de Nuestro Señor.

Es más, Jesús nos enseñó a amar al prójimo (Mt. 22, 34- 40), inclusive a los enemigos (Lc. 6, 27-28). Nuestro Señor en ningún momento condenó a los judíos que lo rechazaron ni tampoco sus verdugos (Lc. 23,34).

Tanto judíos como católicos, más allá de nuestras diferencias, creemos en el mismo Dios. Debemos aprender a convivir en paz, respetando los credos y dejando que Dios sea Dios: a Él solo le corresponde juzgar los actos de todos y cada uno de nosotros.

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