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lunes, 23 de marzo de 2009

Benedicto XVI, SIDA y preservativos

Antes de partir hacia el continente africano, el Papa Benedicto XVI señaló que el SIDA en África y en el mundo, "no se puede superar con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan los problemas". El Santo Padre precisó que la "única vía eficaz para luchar contra la epidemia es una renovación espiritual y humana de la sexualidad", unida a un "comportamiento humano moral y correcto, destinada a sufrir con los sufrientes".

Tan contundente definición del Sumo Pontífice fue suficiente para que hordas de intolerantes de distintas partes del mundo cayeran con dureza sobre su persona, tal vez, sin analizar a fondo su pensamiento.

Sin lugar a dudas, uno de los puntos más polémicos entre los cristianos es el uso del preservativo. Vivimos en tiempo en donde todo se vuelve descartable: desde nuestros utensillos para comer, envases de todo tipo, bolsas, pilas... hasta las relaciones afectivas.

Desde la dramática expansión del S.I.D.A., el preservativo (también llamado profiláctico o condón) se ha convertido en la vedette cuando de prevención de enfermedades de transmisión sexual se habla. Es evidente que el preservativo ha tenido buenos "agentes de marketing" para poder difundir y convencer a la gente de sus bondades: facilidad para usarlo, barato para adquirirlo (aunque hay muchos centros de salud pública en donde lo regalan) y, sobre todo, "placer garantizado" con el tan mentado "sexo seguro".

Desde la misma Iglesia Católica nadie pone en duda que, cuando es correctamente utilizado, el preservativo puede ayudar a reducir la posiblidad de contagio del S.I.D.A. Quiero ser claro en el concepto: el preservativo ayuda a reducir el riesgo de contagio del S.I.D.A. ... pero no lo evita; es decir, nadie puede estar seguro de evitar el contagio de esa terrible enfermedad por más que use un preservativo durante una relación sexual.

Cuando se reparten preservativos entre los jóvenes, ya sea desde los Estados Nacionales y/o Provinciales y Organizaciones No Gubernamentales o Civiles, es una apología de la lujuria. Quienes dicen defender la salud, directa o indirectamente, empujan a la gente hacia las relaciones sin demasiado compromiso y sin demasiado cuidado del otro/a promoviendo la sistemática autodestrucción de la dignidad de las personas: así, cuando una persona entrega "fácilmente" su propio cuerpo, indefectiblemente, devaluará su propia autoestima.

La promiscuidad es una conducta destructiva para el ser humano. No solamente en lo afectivo (sus marcas en el alma no son visibles), sino también en lo corporal ya que las enfermedades venéreas y, más que nada, el S.I.D.A. están a la orden del día.

Hoy en día es muy bien visto que un adolescente o un joven haya tendio varias "experiencias sexuales". Como si fuera cierto que un muchacho es más hombres mientras más mujeres hayan pasado por su piel; y, a la inversa, una chica debería sentirse "más mujer" cuando ya haya entregado su cuerpo al placer sexual. Ni uno ni lo otro es cierto.

Vivimos una época en donde prima el "sentirse bien", "pasarla bien" como sea, al precio que sea. Desde los medios de comunicación, el mensaje que se impone es que "cada uno haga de su vida lo que quiera". Si las pasiones se liberan hasta el extremo, el ser humano termina esclavizado de ellas. Entonces, nadie se anima a advertir de los perjuicios que tiene para la integridad de un ser humano: muchos pregonan las "relaciones rápidas", la palabra "amor" es desfigurada hasta límites espantosos... a todos nos puede gustar "jugar al amor" pero después a nadie le gusta "pagar los platos rotos" de una relación afectiva que empezó mal y que, invitablemente, termina mal. Después son muchos los lamentos y maldiciones que caen sobre el Amor. Después, son muchos y muchas las que dicen no creer en el "amor verdadero". Después, son muchos y muchas las que hablan de que ninguna relación afectiva puede durar para toda la vida.

Es una tristísima realidad que en África hay cientos de miles de personas que ven sus vidas languidecer a causa de ese terrible flagelo que es el S.I.D.A. En este continente, como en otras tantas regiones del Planeta, el S.I.D.A. se expande gracias a la marginalidad, falta de educación y baja autoestima en la misma gente.

En todo el mundo, gracias a la promiscuidad, son cada vez más los infectados por el H.I.V. A ninguno de los tantos "libre-pensadores" que atacan a la Iglesia Católica les importa que este drama tiene su raíz en la moralidad: debemos educar a la gente a valorarse más a si mismos, a saber cuidar verdaderamente a su persona y no dejarse someter por las pasiones porque así se llega, inexorablemente, a la autodestrucción.

En ese sentido, es bien valiente lo de Benedicto XVI: no le interesa ser complaciente con las masas y, por amor a la humanidad, insiste en invitar a vivir la castidad como el gran antídoto contra el S.I.D.A.

2 comentarios:

Cristiano Humanista dijo...

Todo este revuelo viene porque la mayoría de los misioneros hacen oídos sordos a las directrices de la Iglesia sobre el reparto de preservativos. Incluso Cáritas desafió al Papa años atrás, así que Benedicto insiste, no le gusta que le lleven la contraria.
En África no se puede hablar de promiscuidad como se habla en Europa, en regiones donde la pobreza lo inunda todo, donde la gente muere amontonada en las calles, ya sea por la malaria, el sida, las guerras o, simplemente, de hambre, el sexo es la única evasión que les queda. Dios abandonó hace mucho tiempo a esa gente, si queremos que vuelvan a su redil, quizás deberemos primero acabar con las enfermedades, el hambre y las guerras. Hablar de la promiscuidad y la moralidad es hartamente hipócrita en el caso de África, no empecemos la casa por el tejado.

mallinista dijo...

Amigo

Creo que te equivocás al decir que Dios ha abandonado a la gente que vive en África por todos los padecimientos que esa pobre gente tiene allá.

Vayamos al principio. Recordá que cuando Dios nos trae a este mundo, todos los seres humanos tenemos lo que se llama LIBRE ALBEDRÍO, ésto es, tanto vos como yo y el resto de los mortales tenemos el derecho para optar entre el bien y el mal a cada paso que damos por este mundo. Claro que el ejercicio de la propia libertad no termina allí, sino que hay que ser concientes de lo que cada uno de nosotros pueda hacer en base al ejercicio de la libertad repercute en los demás.

Yo creo que Dios ha creado un mundo para todos. Contrariamente a lo que declama la O.N.U., nadie está demás en esta Tierra. Las riquezas y los alimentos que se pueden obtener en este planeta son incontables aún.

Es el mismo hombre que con su mezquindad y avaricia hace que inmensa riqueza de este mundo esté concentrada en pocas manos perjudicando a muchísimos otros semejantes, inclusive a nuestros hermanos del África.

Si vos y yo podemos ver por televisión, internet o diarios a gente muriendo de hambre en África, no es responsabilidad de Dios sino del egoísmo de la humanidad. Y Dios respeta la libertad humana PORQUE AMA.

QUIEN AMA RESPETA SIEMPRE LA LIBERTAD DEL SER AMADO... si no es así, no podemos hablar de amor.

Si vos querés que la Iglesia "permita el sexo como evasión", entonces dejemos que se repartan marihuana y cocaína para que los africanos se olviden por un rato de su miseria.

El sexo no fue creado para evadirse de la realidad: es una maravilla que Dios nos puso para que nos sirva para que el hombre y la mujer se unan en una sola carne con el agregado de también poder ser colaboradores en la obra creadora de Él.

Tomar al sexo como un juguete, una droga o un mero escapismo es denigrar la condición humana.

Vos decís que a Benedicto XVI "no le gusta que lo contradigan". YO te diría que, a través de los Siglos, a muchísima gente no le gusta que la Iglesia no sea complaciente con sus caicenes ideológicos y sus caprichos.

No me consta que Cáritas y/o "algunos misioneros" hayan desafiado a Benedicto XVI con este controvertido tema. De todas maneras, es evidente y hasta saludable que hayan disensos dentro de la Iglesia Católica porque la integramos millones de personas y no todos pensamos igual.

Vuelvo a insistir en un concepto: si Nuestra Madre Iglesia avala repartir preservativos estaríamos centrándonos en las consecuencias de un mal (o varios males) y no vamos a la raíz. Considero que la Iglesia Católica, en la persona de Benedicto XVI tiene la valentía de defender la dignidad del ser humano a pesar de los intereses mundanos creados y no le interesa caer en discursos demagogos.

Debemos aprender a confiar en la raza humana, más allá de todo. No todo está perdido. Entonces, no veo mal que la Iglesia Católica, con errores y aciertos, tenga el coraje de enseñar la Verdad a nuestros hermanos africanos.

Dios te bendiga. Saludos.

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