En aquel tiempo; Jesús dijo a los Fariseos: "Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí, así como el Padre me conoce a Mí y Yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; Yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
Gloria a ti Señor Jesús.
En esta parte de su discurso, Nuestro Señor se compara con la figura de un pastor bueno.
Quienes conocen sobre el pastoreo de ovejas, saben de la mansedumbre y docilidad de esos animales que los hace presa fáciles de sus depredadores. Pueden estar a salvo al ser tan sumisas con su pastor. Es asombroso como logran establecer un vínculo con su pastor, ya que reconocen su voz; si un extraño les habla, no solo experimentan temor, sino que no le obedecen.
Jesús dice que, como Buen Pastor, es capaz de dar su propia vida por voluntad propia, en clara alusión a su Muerte en la Cruz. Con ésto, el Señor nos quiere dejar en claro que entregar su propia vida para redimir a la humanidad es la misión que tuvo aquí en este mundo, la cual cumplió con libertad.
Habla de otras ovejas que no están en su redil y que Él precisa que se integren. Nos dice Jesús que tenemos que invitar a otras "ovejas" a acercarse al Buen Pastor. Como sociedad, los seres humanos muchas veces podemos tener un comportamiento similar a un rebaño de ovejas: tendemos a seguir mansamente los dictámenes de algún líder o referente, el cual no siempre es positivo. Jesús nos garantiza que si nos hacemos de su rebaño, Él está dispuesto a entregar su vida por todos y cada uno de nosotros.
Cuando dice que tiene el poder de volver a tomar su vida, nos está hablando de que es Dios. Solo Dios tiene auténtica autoridad sobre la vida: ninguno de nosotros pidió nacer y, sin embargo, hemos nacido, ninguno de nosotros pidió la vida y, si embargo, es Dios quien nos trajo a esta vida. Jesús como Dios tiene la capacidad de entregar su Vida y de recuperarla con su Resurrección.
Roguemos a Dios por las vocaciones sacerdotales y religiosas para que sean honestos trabajadores en su rebaños y dóciles a Su Voluntad, como así también hayan más jóvenes valientes dispuestas a ofrendar enteramente sus vidas por Jesús y la humanidad.
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