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martes, 18 de octubre de 2011

Adivinación y Ocultismo

Las prácticas que tratan de adivinar el futuro; ya sea directamente por los medios ocultos como: "comunicándose" por medio de los espíritus o de los muertos (la tabla Guija), la santería, el espiritismo, leyendo el futuro por las cartas Tarot, por los números, o por la astrología; están prohibidas por el Primer Mandamiento de la Ley de Dios.

Dios solamente conoce el futuro, Él quien es Maestro y Señor de todos los tiempos. Además de romper la ley de Dios, el atentar conseguir tal conocimiento por medio de espíritus y tales cosas, significa que el hombre no es el cooperador con Dios que determina su futuro por el uso de su voluntad libre.

El utilizar estos medios que son gravemente pecaminosos (pecados mortales), puede conducir al hombre a tener una visión fatalística del futuro por medio del cual la persona se siente atada a los juicios de los físicos, psíquicos etc, en vez de usar el don de su razón y conocimiento de la ley moral y la ley de la naturaleza. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice lo siguiente acerca de este tema:

2115 Dios puede revelar el porvenir a sus profetas u otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la imprevisión puede consistir una falta de responsabilidad. (La tentación aquí es que el hombre diga "no fue mi culpa").

2116 Todas las formas de adivinación deben rechasarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a "mediums" encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.

escrito por Colin B. Donovan STL
(fuente: www.ewtn.com)

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