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lunes, 23 de junio de 2014

¿Dónde está tu corazón?, ¿atado a los tesoros del mundo o con Dios?, cuestiona el Papa Francisco

VATICANO, 20 Jun. 14 / 09:56 am (ACI/EWTN Noticias).- “No acumulen para ustedes tesoros en la tierra”, exhortó el Papa Francisco durante la Misa en la Casa Santa Marta, donde llamó a los fieles a no caer en la tentación de aferrarse a la vanidad, las riquezas y el poder, porque estos son perecederos y esclavizan sus corazones; en cambio, los invitó a buscar los “tesoros del Cielo”, como la adoración al Señor y el amor al prójimo, que les darán alegría y corazones luminosos que los llevarán a Dios.

En su homilía, el Santo Padre explicó que el consejo de Cristo de no acumular tesoros en la tierra es una invitación a la prudencia, porque lo que ofrece el mundo no es seguro, sino que se arruina o es arrebatado por los ladrones. Estos tesoros, señaló, son principalmente tres.

“El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas...Pero con estos no están seguros porque, tal vez, te lo pueden robar, ¿no?; ‘No, yo estoy seguro con las inversiones’, ¡pero quizá el mercado de valores se derrumba y te quedas sin nada! Y luego dime ¿un euro de más te hace feliz o no? La riqueza es un tesoro peligroso, peligroso...”, advirtió el Papa.

Según Radio Vaticano, Francisco señaló que si bien las riquezas son buenas y “sirven para hacer un montón de cosas buenas, para llevar adelante la familia”, si es acumulada “como un tesoro, ¡te roban el alma! Jesús, en el Evangelio, vuelve sobre este tema, las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre el poner las esperanzas en las riquezas”.

El otro tesoro, prosiguió, “es la vanidad: el tesoro de tener un prestigio, de hacerse ver”. Y Jesús, advirtió Francisco, “siempre condena esto”. Pensemos “qué dice a los doctores de la ley cuando ayunan, cuando dan la limosna, cuando rezan para hacerse ver”. La vanidad, subrayó el Papa, “no sirve, termina”. San Bernardo, recordó, afirmó que la “belleza terminará por ser pasto a los gusanos”.

El tercer tesoro es “el orgullo, el poder”. Para ello, recordó la lectura que narra la caída de la cruel reina Atalia. “Su gran poder duró siete años, luego fue asesinada. ¡El poder termina! ¡Cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato, en la miseria o en la prisión!” De aquí la exhortación a no acumular dinero, vanidad, orgullo, poder, porque estos tesoros “no sirven”. En cambio el Señor nos pide que acumulemos “tesoros del cielo”

"Este es el mensaje de Jesús: Pero si tu tesoro está en la riqueza, la vanidad, el poder, en el orgullo, tu corazón quedará encadenado allí! Tu corazón quedará esclavizado por la riqueza, la vanidad, el orgullo. ¡Y lo que Jesús quiere es que tengamos un corazón libre! Este es el mensaje de hoy. ‘¡Pero, por favor, tengan un corazón libre!’, nos dice Jesús”.

Francisco recordó que Cristo “habla de la libertad del corazón. Y tener un corazón libre sólo se puede tener con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los demás, la adoración a Dios. ¡Éstas son las verdaderas riquezas que no son robadas! ¡Las otras riquezas gravan el corazón. Pesan sobre el corazón: lo encadenan, no le dan la libertad!”.

El Papa advirtió que un “corazón esclavo no es un corazón luminoso: será tenebroso”. Si nosotros acumulamos tesoros de la tierra “acumulamos tinieblas, ¡que no sirven!”, no dan alegría “sobre todo no nos dan libertad”. En cambio, “un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los otros, que hace ver el camino que lleva a Dios”.

"Un corazón luminoso, que no está encadenado, un corazón que va hacia adelante y que envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen vino envejece es un buen vino de crianza. En cambio, el corazón que no brilla es como el vino malo: el tiempo pasa y lo estropea, lo vuelve vinagre”, expresó el Papa.

Por ello, invitó a los fieles a pedirle a Cristo que “nos dé esta prudencia espiritual, para entender bien dónde está mi corazón, al lado de qué tesoro está unido mi corazón. Y que nos dé también la fuerza para desencadenarlo, si está encadenado, para que sea libre, luminoso y nos dé esta hermosa felicidad de hijos de Dios: la verdadera libertad”.

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