Uno de los graves problemas que tienen los padres hoy con los niños, adolescentes y jóvenes es sobre el uso de los iPhone, Smartphone, tabletas, y las redes sociales como Facebook, twitter y otras. Comentarios muy comunes: “Los padres vamos desorientados y no sabemos qué hacer. Los hijos a los 10 y 11 años nos dicen que “todos” sus amigos/as tiene un teléfono móvil, el cual es “indispensable” para comunicarse con ellos y con sus padres”. ¿Qué hacer?
Vamos por partes. En primer lugar reconocer que los instrumentos digitales han traído muchos beneficios, a nivel personal, familiar y profesional, pero también hay que usarlos con moderación y casa cosa tiene su edad. Conviene no olvidar que hoy existen trastornos psicológicos, de estrés, de dependencia… Podría citar a unos cuantos psicólogos que tienen a pacientes de este tipo, especialmente entre adolescentes. En Corea hay unas 100 de clínicas para desintoxicar la adicción del uso excesivo-obsesivo de las Tic.
Los adolescentes se sienten desprotegidos con el uso de los iPhone. Muchos piden ayuda a sus padres para poder usar estos instrumentos, y hay padres que tienen poca piel fina y no hacen caso o “no tienen tiempo”. Esto pasa porque hay mucho papá ingenuo que no ayuda a su hijo en momentos claves de su vida, y que cree que manejará bien las redes sociales sin ayudas.
El caso más grave de adicción en Europa se encuentra en España, donde está la tasa más alta de adicción de adolescentes a las Tic y cerca de cuatro millones de niños internautas se encuentran en riesgo de desarrollar una adicción a Internet. La consecuencia es clara para quienes usan descontroladamente Internet: son niños y niñas que muy dispersos, pierden mucho tiempo navegando y chateando, lo que afecta a su rendimiento escolar y a sus relaciones normales personales con otros amigos o amigas o incluso con su familia.
Según la tesis de Jon E. Illescas, en la mayoría de videoclips de Youtube encuentran los adolescentes con agresividad, violencia, vocabulario soez y ofensivo, permanente competitividad, individualismo posesivo, hipersexualización de las relaciones personales, el culto a la riqueza y a la fama. El estudio está hecho sobre 400 videoclips entre los que destacan incluso varios premios Grammy.
Hay muchas chicas y chicos adictos a la pornografía. Es un problema complicado, pegajoso, difícil de solucionar, pues incluso cuando parece resuelto el peligro de volver a engancharse sigue siendo alto.
El papa Francisco ha dicho: “la problemática no es principalmente tecnológica. Nos tenemos que preguntar ¿somos capaces, también en este campo, de llevar a Cristo, o mejor, de llevar al encuentro de Cristo?» (Francisco, Discurso al Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, 2013).
¿Cómo convivir en cristiano con las nuevas tecnologías? Este es un gran reto hoy en la educación de los hijos, en las familias y en las escuelas católicas. Hay que eliminar la ignorancia, tanto en los padres como en los profesores. En el púlpito, en las predicaciones, se habla muy poco de este tema.
Hay que enseñar a vivir a los niños, jóvenes y adultos, con autenticidad, es decir que la base de las relaciones debe ser la confianza, no el engaño. Muchos adolescentes se parapetan detrás de Facebook o de otras redes sociales demostrando lo que no son: quieren crear una imagen distinta de lo que realmente son, y esto se opone a la necesaria confianza que debe de existir en las relaciones personales. Santo Tomás decía: «Los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad».
Benedicto XVI, al hablar de las redes sociales, dijo: «Las personas que participan en ellas deben esforzarse por ser auténticas, porque en estos espacios no se comparten tan solo ideas e informaciones, sino que, en última instancia, son ellas mismas el objeto de la comunicación». En otras palabras, la vida on linedebe corresponder a lo que somos en la vida off line. No podemos llevar una doble vida. “Que tu sí sea sí, y tu no sea no”, dijo Jesús (Mt, 5, 37). Hay personas hoy que tienen pánico en manifestarse como son, porque no se gustan a sí mismas, porque tienen una visión de la persona chata, sin elevación espiritual, todo lo fían a su yo y a su yo en relación con los demás.
Por otro lado, el valor de un cristiano no está en su yo, sino en su mayor amor a Dios y a los demás hombres. El valor de la persona, pues, no está en el número de “amigos” o de “me gusta” que tiene en el Facebook o en Youtube.
Conviene, además, no obsesionarse por la apariencia, que a veces esconde una baja autoestima, la cual nos lleva a la ansiedad de “ser aceptados”, valorados, felicitados por los demás. Es un síntoma de inseguridad y de poco equilibro sentimental. Hace poco un chico decía en su muro: “hoy es mi cumpleaños y no me ha felicitado nadie!!! Holaaaa??? Holaaaa!!!”
Otro chico decía: “(Fulanito) desde que tiene wapp está que no…; en el chat es supercolega y superamigo, pero luego le saludas y apenas te hace caso. ¡Es un falso!”.
Podríamos citar numerosos casos como estos, u otros en los que uno “quiere ser” friki, original: “Soy exclusivo/a” se dice a sí mismo, “selecciono superbuenas fotos, quedo siempre superbién…”. Busca que los comentarios siempre sean positivos hacia su persona, con lo que fomenta un narcisismo con el que quiere mejorar su autoestima. Pero ¿cómo es él/ella en realidad? Ahí está la necesidad de ser auténticos, de ser el mismo on line que off line. Un refrán en español, más viejo que los dinosaurios, dice: “aunque la mona se viste de seda, mona se queda”. ¡Y es verdad!
escrito por Salvador Aragonés
(fuente: aleteia.org)
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