“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.” (Mt 16,18)
En busca de la verdad
John Douglas, antropólogo, es director de la Unidad de Ciencias de la Arqueología, Antropología y Paleontología que él mismo fundó, revolucionando estas ramas de la ciencia. Su trabajo consiste nada menos que en leer el pensamiento de nuestros antepasados muertos hace miles de años, para lograr un mayor conocimiento de su cultura y costumbres.
Pero Douglas no puede inventar que existió una civilización, si no tiene al menos una prueba de ello. Cuando los arqueólogos encuentran una prueba y se la entregan, Douglas la ve con detenimiento, la cuida para que nadie la toque o la destruya, la analiza detalladamente y de ella saca las conclusiones que luego da a conocer al mundo entero.
Douglas es el encargado oficial de descubrir la verdad en los casos de hallazgos arqueológicos, en cualquier parte del mundo. Su labor ha ayudado a descubrir las verdaderas razones del actuar del hombre moderno, partiendo de la forma como actuaban y pensaban sus antepasados.
Pedro, custodio de la Verdad
Del mismo modo que los arqueólogos llaman a Douglas para que les ayude a descubrir la verdad acerca de los hallazgos que encuentran en sus excavaciones, Dios también quiso nombrar un experto para la custodia de la Verdad. Este experto debía ser capaz de recibir la Verdad, conservarla, descubrirla en la Revelación y transmitirla a todos los hombres.
Fue entonces cuando Dios fundó la Iglesia sobre un hombre llamado Pedro y sobre los Apóstoles, y les dio al Espíritu Santo, experto en la Verdad, para que les ayudara a descubrirla, interpretarla, transmitirla y mantenerla intacta, sin invenciones o suposiciones erróneas.
Pedro y los Apóstoles recibieron de Cristo esta tarea y la extendieron a sus sucesores, el Papa y los obispos en comunión con él, quienes también tienen el auxilio del Espíritu Santo para garantizar que no se van a equivocar en sus interpretaciones.
El Papa y los obispos tienen la autoridad y la gracia para conservar, predicar e interpretar la Palabra de Dios. A esta tarea, exclusiva del Papa y los obispos, se le llama Magisterio de la Iglesia.
La palabra Magisterio se deriva de la misión que tiene la Iglesia de ser Maestra de los hombres. La Iglesia es la encargada de proteger a todo el Pueblo de Dios de las desviaciones y de los fallos, y de garantizarle una profesión sin error de la fe auténtica. El oficio del Magisterio está encaminado a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la Verdad.
Para cumplir este servicio, Cristo les ha dado a los pastores el carisma de infalibilidad en cuestiones de fe y de costumbres. Esto significa que, por la ayuda especial que tienen del Espíritu Santo, el Papa y los obispos en comunión con él, no pueden equivocarse cuando dicen algo en materia de fe o de moral. Más adelante explicaremos las diversas modalidades como se ejerce esta infalibilidad.
Las evidencias para conocer la Verdad
De la misma manera que Douglas no puede inventar que existió una civilización sin tener pruebas, la Iglesia no puede inventar verdades que no hayan sido reveladas por Dios, pues el Magisterio de la Iglesia está al servicio de la Palabra de Dios y de ella saca todas sus enseñanzas.
Las pruebas de la Verdad que transmite la Iglesia están en la Revelación, conformada por las Sagradas Escrituras y la Tradición.
Al igual que Douglas con sus evidencias, la Iglesia escucha la Palabra devotamente, la custodia de manera celosa, la explica fielmente y de esta única fuente saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído.
Los cristianos, sabiendo que Cristo dejó la Verdad en manos de la Iglesia, recibimos con docilidad las indicaciones que nos dan nuestros pastores en nombre del mismo Cristo.
“El que os escucha a vosotros, a Mí mismo me escucha.” (Lc 10,16)
La Iglesia formada por todos los bautizados
El trabajo de Douglas se facilita cuando los arqueólogos que encuentran los restos son expertos también, ya que ellos adelantan las conclusiones. En la Iglesia, a veces sucede lo mismo. La Iglesia no es sólo la jerarquía: el Papa, los obispos y los sacerdotes, sino que está integrada por todos los bautizados que formamos una comunidad universal de salvación unida por el mismo Jesús.
Los bautizados que conformamos la Iglesia también contamos con el Espíritu Santo como guía por lo que hay verdades que nosotros mismos descubrimos con certeza.
Cuando desde los obispos hasta el último de los laicos cristianos afirman estar completamente de acuerdo en cuestiones de fe y moral por el sentido sobrenatural de la fe que les da el Espíritu Santo, entonces podemos estar seguros que esa verdad es parte de la Verdad revelada por Dios.
Dogma
Es una verdad contundente, coherente y vinculada con las otras verdades de la revelación, confirmada por el Magisterio de la Iglesia, que obliga a ser creída y aceptada por todos los cristianos.
Se define un dogma, cuando la totalidad del Pueblo de Dios (fieles, sacerdotes y obispos) cree con firmeza en una verdad esencial de nuestra fe, siempre y cuando el Magisterio de la Iglesia la confirme, iluminado por el Espíritu Santo, como una verdad contundente, coherente y vinculada con las otras verdades de la Revelación.
Algunos dogmas en los que creemos como verdad revelada por Dios son la Inmaculada Concepción de María y la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.
Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro. Si tenemos una vida recta, cercana a Dios, nuestro corazón y nuestra inteligencia estarán abiertos a aceptar estos dogmas de fe y nos adheriremos a ellos con gusto.
Se pueden presentar problemas nuevos y situaciones difíciles, pero la Iglesia siempre encontrará una respuesta en su tesoro de sabiduría divina.
¿Puede equivocarse el Magisterio?
Como ya dijimos, la Iglesia, por especial asistencia de Dios, es infalible, sin posibilidad de error en su enseñanza cuando proclama solemne y universalmente la verdad en materia de fe y moral, ya que tiene asegurada la presencia y asistencia del Espíritu Santo.
Esta infalibilidad se ejerce de varias maneras:
# El Papa goza de esta infalibilidad cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles, proclama en forma solemne y definitiva una verdad de fe o de moral. Entonces decimos que el Papa habla ex-cáthedra.
# El Colegio episcopal, integrado por los obispos, también goza del carisma de infalibilidad cuando ejerce su magisterio en unión con el Papa, sobre todo cuando participa en un concilio ecuménico.
# El carisma de infalibilidad también se ejerce cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo un dogma, algo que se debe aceptar como revelado por Dios para ser creído. Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación.
# Cuando los obispos enseñan en comunión con el Papa, proponiendo enseñanzas que conducen a un mejor entendimiento de la Revelación dentro del magisterio ordinario, no son infalibles pero los fieles debemos adherirnos a sus enseñanzas con obediencia y docilidad.
El Espíritu Santo ayuda a encontrar la verdad
En la vida de la Iglesia, gracias a la ayuda del Espíritu Santo, también se ha ido comprendiendo cada vez mejor la verdad revelada por Dios.
Sin embargo, esta mayor comprensión sirve de muy poco en la vida de la Iglesia, si los únicos que la ven con claridad son el Papa y los obispos.
Todos los fieles cristianos debemos trabajar para comprender la Verdad y aplicarla en nuestras vidas. ¿Cómo?
# Recopilando las pruebas que esconden la Verdad.
# Leyendo y estudiando la Sagrada Escritura y la Tradición.
# Tratando de descubrir lo que Dios te dice en ellas.
# Analizando con detenimiento estas pruebas, pensando cuál puede ser su significado. Esto lo lograrás repasando en tu corazón las verdades que conoces desde siempre y que, tal vez, no has asimiliado en toda su extensión. Por ejemplo, sabes desde niño que Dios es tu Padre, pero tal vez no has pensado en lo que significa en tu vida tener un Padre Omnipresente, Omnipotente… El día que esta verdad se meta en tu corazón, entonces toda tu vida cambiará.
# Escuchando y obedeciendo los consejos de los expertos. Es decir, escuchando la palabra del Papa y los obispos que son los expertos autorizados por Dios para interpretar la verdad contenida en la Revelación. La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia están unidos y ligados, de tal modo que ninguno puede subsistir sin los otros.
“Si os mantenéis fieles a mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.” (Jn 8,31-32)
(fuente: http://es.catholic.net/)
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