Eluana Englaro no ha sido un caso, ni un problema, ni un debate, ni una batalla campal. Eluana era -es- una mujer que falleció el 9 de febrero a la edad de 38 años.
¿De qué ha muerto Eluana? Según la autopsia que le han hecho, de un fallo cardíaco producido por la deshidratación. ¿Por qué estaba deshidratada? Porque tres días antes se le había suspendido la hidratación y la alimentación que la mantenía viva, ya que desde hace 17 años su estado de coma persistente le impedía alimentarse por su cuenta.
Su muerte no ha sido causada por ninguna enfermedad. Carlo Alberto Defanti, el médico que la ha tratado durante estos años confirmó que “Eluana es una mujer sana. Nunca ha tenido enfermedades y no ha necesitado ni siquiera un antibiótico”. Defanti comenta además un episodio de la salud de Eluana en octubre, cuando sufrió una hemorragia interna. “Se recuperó sola, sin ayuda externa. Había perdido muchísima sangre. Se puso bien sola, sin transfusiones, signo de una buena condición física”.
¿Se trata del mismo caso que el de Inmaculada Echevarría que falleció en marzo de 2007 en el Hospital de San Juan de Dios de Granada? No lo parece. Inmaculada murió por distrofia muscular cuando se le retiró el respirador artificial. Eluana ha fallecido por la privación de la hidratación. Me parece que en este caso se puede entender que el respirador es un medio terapéutico que se puede poner o no. Alimentar o hidratar no parece que sea ninguna terapia, sino un cuidado que se le da. A Inmaculada también se le alimentaba, y nadie se planteó retirarle la alimentación, ni la hidratación.
¿Ha manifestado Eluana su consentimiento para lo que se le ha hecho? No en este momento, porque estaba incapacitada para dar su consentimiento. Su padre cuenta que “en 1990, con 19 años, Eluana fue a ver a un amigo, Alessandro, en estado vegetativo tras un accidente de tráfico. Quedó impresionada. Dijo que no querría nunca vivir así. Al salir, fue a una iglesia y encendió una vela por él, para pedir que muriera”.
No conozco nadie que quisiera vivir así. Se puede rezar o no para que alguien en ese estado muera pronto. Pero entiendo que eso no significa pedir que se lleve a cabo alguna acción sobre uno para producirle la muerte.
Hasta aquí los hechos.
Desde el punto de vista ético, me parece que el caso puede ser complicado o sencillo. Depende de que se tengan en cuenta los sentimientos de compasión y también la razón, o sólo los primeros o sólo la razón teórica. Me parece que debemos tener en cuenta los dos caminos.
No hay duda de que una persona joven, que lleva 17 años incapacitada, y que ha perdido la lozanía que contemplamos en las fotografías de su juventud, mueve a la compasión. Si cualquiera de nosotros, que a fin de cuentas somos espectadores lejanos, sentimos dolor por esa situación, cuánto más lo ha de sentir su familia. Por eso pienso que a nadie es lícito juzgar a los que durante tanto años abnegadamente la han estado cuidando.
El responsable del equipo de voluntarios que ha intervenido retirando la alimentación a Eluana, Amato De Monte, responsable del departamento de anestesia del hospital Santa María de la Misericordia de Udine, explicó en una entrevista a una televisión local que estaba “devastado como hombre, como padre, como médico y como ciudadano”, pero que sus sentimientos “pasan a un segundo plano ante el dolor de la familia Englaro”
La compasión era común en todas las personas que han estado en contacto con la situación. Mientras tanto, debemos recordar, que Eluana no sufría dolores, ni padecía.
Es cierto, por otra parte, que la medida adoptada no se ha hecho sin sufrimiento por los que ha participado en ella. Pero estamos ante un sufrimiento distinto de la visión de Eluana. Estamos ante el sufrimiento que produce llevar a cabo una acción que va a producir la muerte. Pero que además no consiste en dejar de hacerle algo que le esta produciendo daño, sino en retirarle el cuidado que se le ha estado prodigando durante tantos años. Este sufrimiento está producido por el sentido natural de la existencia que nos dice que no se puede llevar a cabo acciones que quitan la vida a los inocentes.
Me parece que, se mire por donde se mire, lo que se ha hecho es quitar la vida a una persona que no hacía daño a nadie. Lógicamente esta decisión exige una violencia fuerte para vencer la conciencia que nos dice que no debemos matar. Aquí es donde la fuerza de los sentimientos tiene que ser más fuerte que la razón para dar la fuerza para actuar.
Ahora bien, ¿es ético que los sentimientos se impongan sobre la conciencia? A mí me parece que no. Por eso, sin juzgar a nadie, en mi opinión se ha llevado a cabo una acción éticamente mala.
En todo caso, además de la muerte de Eluana, todos hemos perdido una ocasión de cuidar a una persona débil e incapaz. Todos hemos perdido una ocasión de crecer en humanidad. Descanse en paz Eluana.
¿De qué ha muerto Eluana? Según la autopsia que le han hecho, de un fallo cardíaco producido por la deshidratación. ¿Por qué estaba deshidratada? Porque tres días antes se le había suspendido la hidratación y la alimentación que la mantenía viva, ya que desde hace 17 años su estado de coma persistente le impedía alimentarse por su cuenta.
Su muerte no ha sido causada por ninguna enfermedad. Carlo Alberto Defanti, el médico que la ha tratado durante estos años confirmó que “Eluana es una mujer sana. Nunca ha tenido enfermedades y no ha necesitado ni siquiera un antibiótico”. Defanti comenta además un episodio de la salud de Eluana en octubre, cuando sufrió una hemorragia interna. “Se recuperó sola, sin ayuda externa. Había perdido muchísima sangre. Se puso bien sola, sin transfusiones, signo de una buena condición física”.
¿Se trata del mismo caso que el de Inmaculada Echevarría que falleció en marzo de 2007 en el Hospital de San Juan de Dios de Granada? No lo parece. Inmaculada murió por distrofia muscular cuando se le retiró el respirador artificial. Eluana ha fallecido por la privación de la hidratación. Me parece que en este caso se puede entender que el respirador es un medio terapéutico que se puede poner o no. Alimentar o hidratar no parece que sea ninguna terapia, sino un cuidado que se le da. A Inmaculada también se le alimentaba, y nadie se planteó retirarle la alimentación, ni la hidratación.
¿Ha manifestado Eluana su consentimiento para lo que se le ha hecho? No en este momento, porque estaba incapacitada para dar su consentimiento. Su padre cuenta que “en 1990, con 19 años, Eluana fue a ver a un amigo, Alessandro, en estado vegetativo tras un accidente de tráfico. Quedó impresionada. Dijo que no querría nunca vivir así. Al salir, fue a una iglesia y encendió una vela por él, para pedir que muriera”.
No conozco nadie que quisiera vivir así. Se puede rezar o no para que alguien en ese estado muera pronto. Pero entiendo que eso no significa pedir que se lleve a cabo alguna acción sobre uno para producirle la muerte.
Hasta aquí los hechos.
Desde el punto de vista ético, me parece que el caso puede ser complicado o sencillo. Depende de que se tengan en cuenta los sentimientos de compasión y también la razón, o sólo los primeros o sólo la razón teórica. Me parece que debemos tener en cuenta los dos caminos.
No hay duda de que una persona joven, que lleva 17 años incapacitada, y que ha perdido la lozanía que contemplamos en las fotografías de su juventud, mueve a la compasión. Si cualquiera de nosotros, que a fin de cuentas somos espectadores lejanos, sentimos dolor por esa situación, cuánto más lo ha de sentir su familia. Por eso pienso que a nadie es lícito juzgar a los que durante tanto años abnegadamente la han estado cuidando.
El responsable del equipo de voluntarios que ha intervenido retirando la alimentación a Eluana, Amato De Monte, responsable del departamento de anestesia del hospital Santa María de la Misericordia de Udine, explicó en una entrevista a una televisión local que estaba “devastado como hombre, como padre, como médico y como ciudadano”, pero que sus sentimientos “pasan a un segundo plano ante el dolor de la familia Englaro”
La compasión era común en todas las personas que han estado en contacto con la situación. Mientras tanto, debemos recordar, que Eluana no sufría dolores, ni padecía.
Es cierto, por otra parte, que la medida adoptada no se ha hecho sin sufrimiento por los que ha participado en ella. Pero estamos ante un sufrimiento distinto de la visión de Eluana. Estamos ante el sufrimiento que produce llevar a cabo una acción que va a producir la muerte. Pero que además no consiste en dejar de hacerle algo que le esta produciendo daño, sino en retirarle el cuidado que se le ha estado prodigando durante tantos años. Este sufrimiento está producido por el sentido natural de la existencia que nos dice que no se puede llevar a cabo acciones que quitan la vida a los inocentes.
Me parece que, se mire por donde se mire, lo que se ha hecho es quitar la vida a una persona que no hacía daño a nadie. Lógicamente esta decisión exige una violencia fuerte para vencer la conciencia que nos dice que no debemos matar. Aquí es donde la fuerza de los sentimientos tiene que ser más fuerte que la razón para dar la fuerza para actuar.
Ahora bien, ¿es ético que los sentimientos se impongan sobre la conciencia? A mí me parece que no. Por eso, sin juzgar a nadie, en mi opinión se ha llevado a cabo una acción éticamente mala.
En todo caso, además de la muerte de Eluana, todos hemos perdido una ocasión de cuidar a una persona débil e incapaz. Todos hemos perdido una ocasión de crecer en humanidad. Descanse en paz Eluana.
(*) tomado de http://blog.bioeticaweb.com/
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