En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Bienaventurados los sufridos, porque heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa Mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.
La lectura de este domingo trata sobre el sermón de la montaña, uno de los discursos más famosos que dio Jesús. Es otro mensaje "revolucionario" que da Jesús ya que, a primera impresión puede resultar contradictorio porque habla de lo beneficioso de sufrir contrariedades en esta vida en nombre de Cristo, tales como llantos, sufrimientos, persecuciones, calumnias.
Jesús nos hace una invitación a cultivar nuestra fe para que nuestra mirada no esté centrada en las circunstancias de esta vida, sino que seamos capaces de mirar "más allá" de lo terrenal. Cuando uno se arriesga a amar en esta vida, se arriesga también a sufrir: es inevitable; la propuesta de Jesús es que el sufrimiento que nos llegue por amar como ama Él tiene un sentido trascendental, ya que nos eleva como personas. Hacemos un breve repaso de las bienaventuranzas que nos dejó Nuestro Señor:
- Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el Reino de los Cielos: esta pobreza hace alusión a la que tienen todos aquellos que se sienten siempre necesitados de Dios, los que tienen arraigada la virtud de la humildad en su corazón; por ende, es un llamado a todos los que se dejan encandilar por la soberbia y el orgullo que nos pueden convertir en seres autosuficientes y egocéntricos.
- Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados: seguir a Cristo nos puede significar más de una dificultad en esta vida, pero todo puede recobrar un sentido nuevo cuando ese llanto es por hacer carne el Evangelio.
- Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios: es un elogio a todos los que conservan la pureza en su interior, es decir, la castidad en el amar; no es sencillo ser limpio de corazón, pero podemos luchar cotidianamente para vaciarnos de todos sentimientos egoístas que nos aíslan de Dios y de los demás.
- Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios: se refiere a aquellos que buscan la paz interior en su corazón y que la transmiten a los demás seres humanos; para que las guerras acaben en este mundo, es preciso primero que las personas pacifiquen sus corazones.
- Bienaventurados los que son perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos: hace referencia a los que buscan siempre obrar justamente, con rectitud de intención, por más que proceder así perjudique a uno mismo en más de una oportunidad; esa valentía de vivir en la justicia es premiada con pertenencia al Reino de los Cielos.
- Bienaventurados serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa Mía: ser cristianos nos puede costar ser marginados, discriminados, señalados por la sociedad (masificada), criticados por todos aquellos que no soportan que hayan personas que jueguen su propia vida por los ideales cristianos de vida.
Jesús anima a la gente a confiar en la recompensa que recibiremos en la otra Vida, esa Vida Nueva a la que podremos acceder gracias a los méritos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Se acerca la Cuaresma, un tiempo de meditación y ayuno para acompañar a Jesús que hizo de aquellos cuarenta días su alimento y sostén para poder vivir plenamente su Pasión, Muerte y Resurreción. Podemos tomar al menos una de bienaventuranzas para vivirla plenamente durante esta Cuaresma, así nos consustanciamos más con Jesús y podremos vivir mejor la próxima Semana Santa.
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