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miércoles, 2 de abril de 2008

Hacen tres años el gran Juan Pablo II partía a la Casa del Padre

Un 02 de abril de 2005, el mundo entero se conmovía con la noticia del fallecimiento de Juan Pablo II, gran peregrino, gran conciliador, gran apóstol del Señor.

Estuvo 27 años como Vicario de Cristo en la Tierra, en los cuales no descansó: viajó por todo el mundo llevando su mensaje de Amor, respetando todas las culturas y religiones, luchando para evitar guerras. Siempre fiel a las enseñanzas de Jesús, siempre fiel a Nuestra Madre Iglesia por más que eso le valiera más de un rechazo.

El 13 de mayo de 1981 sufrió un grave atentado en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde resultó herido por los disparos del terrorista turco Mehmet Ali Agca. Tuvo que estar dos meses hospitalizado para recuperarse, aunque ese cobarde atentado le dejó duras secuelas en su salud que cargó hasta el día de su muerte. Tal vez su más grande lección de Amor, de Perdón, fue cuando ya recuperado de ese intento de asesinato fue personalmente hasta la cárcel a visitar a quien había procurado matarlo, conversó amablemente con él y lo perdonó.

Ferviente mariano, su lema elegido para su pontificado fue "TOTUS TUUS" ("Todo Tuyo") dejando en claro su total entrega a María, Nuestra madre Celestial. Al respecto, El Santo Padre declaró: "Esta formula no tiene solamente un carácter piadoso, no es una simple expresión de devoción; es algo mas. La orientación hacia una devoción tal se afirmo en mi en el periodo en que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fabrica. En un primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo mas cristocéntrico. Gracias a San Luis María Grigñion de Montfort comprendí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es sin embargo, cristocéntrica, que esta profundamente radica en los misterios de la Trinidad de la Encarnación y la Redención. Así pues, redescubrí la nueva piedad mariana, y esta forma madura de devoción a la Madre de Dios me ha seguido a través de los años. Respecto a la devoción mariana, cada uno de nosotros debe tener claro que no se trata solo de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que corresponde también a la verdad sobre la Madre de Dios. María es la Nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán – Cristo, comenzando por la Anunciación, a través de la noche del Nacimiento de Belén, el banquete de la Bodas en Cana de Galilea, la Cruz sobre el Gólgota, hasta el Cenáculo del Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor es la Madre de la Iglesia".

Nos cuesta hacer una crónica objetiva sobre este gran hombre que, gracias a Dios, estuvo al frente de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Su desaparición fue tan solo física pero dejó un rico legado que influenció a sus contemporáneos y que, seguramente, influenciando a las generaciones venideras.

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