Buscar en mallinista.blogspot.com

viernes, 24 de octubre de 2008

Carta de un mallinista a otro mallinista (*)

En algún lugar del mundo, 26 de mayo de 2008

Hola máquina, ¿Todo bien?.

Esta pregunta es casi una formalidad, ya que a la mayoría de las personas que la utilizan en cualquiera de sus mensajes no le interesa. Pero a mí si. Y a los que comparten la comunidad con vos también.

Viste que los mallinistas comparamos toda nuestra vida con la navegación de una barca, bueno, de esta forma, quiero compartir con vos mi crónica de viaje, espero no aburrirte porque soy muy mal redactor, pero bueno ruego que la entiendas, te guste y te sirva.

Jesús me eligió para hacer el Mallín Estilo. Como a vos.

En aquella época teníamos 15, 16 o tal vez algún año más y nuestro universo se trataba básicamente de compartir momentos con amigos, responder a las exigencias del colegio, seguir a nuestro equipo de fútbol, darle un poco de bola a la familia(más que nada cuando venían los reproches) y estar en el Centro cuando había actividades.

Perdón me olvidaba, a veces cuando nos acordábamos (parece un juego de palabras) rezábamos un Padrenuestro, un Ave y un Gloria de memoria como si fuera la lección de historia. A mi me pasaba. A vos te pasaba. A todos nos pasó.

Volviendo al Mallín Estilo, esa experiencia de comunidad nos dió la oportunidad de entregarle nuestra barca a Jesús, pero Él no nos compró un paquete de acciones de la barca, nos la pidió entera y así tal cual estaba. ¿Querés que te cuente como fue esa negociación?

Fue más o menos así:
- Vamos. (nada más)
- ¿A donde?
- ¿Qué importa a donde? ¿Vamos o no? Mirá que es una invitación, no una orden.
- No sé, en realidad me da un poco de miedo, el mar está oscuro y parece embravecido y ¡Ni siquiera sé a donde vamos!
- Quedate tranquilo, yo voy a meter una mano en el timón y vamos los dos juntos, pero no olvides que vos tenés las dos manos en el timón, o sea que las decisiones finales están a tu cargo. Con respecto al mar no te preocupes, estuve viendo tu barca y se la aguanta bastante, no sé porque vos no le tenés confianza. Y lo más importante... yo conozco el camino perfectamente.
- No puedo creer que vos confíes en mi barca más que yo mismo. Pero no te hagas el tonto que todavía no me dijiste a donde vamos.
- Vamos a hacer algo, yo te voy a enseñar el camino y vos solito vas a descubrir el destino cuando lleguemos al puerto.
- ¿Queda lejos?
- No hablemos de tiempo ni de distancia. Disfrutemos cada momento a medida que ocurre.
- Me convenciste. Pero todavía tengo miedo, no de vos... sino de mí mismo.
- Para eso te digo que mi otra mano irá sobre tu hombro, para que siempre sientas mi presencia. No te olvides de llevar las redes, porque esto no es un crucero, hay que laburar mucho.
- ¡Será lo primero que cargue en la barca!

Y partí. Y partiste. ¿Querés que te cuente que tal mi viaje?

Si querés te lo cuento y si no querés te lo cuento igual. Jaja.

Ni bien arranqué iba a full, navegaba noche y día pero no pescaba, porque mi intención era solo navegar. Continué asi por un rato largo.

Pero de pronto me aburrí de navegar, no daba para pescar y lo mandé a Jesús a dormir a un costadito de la barca. Me dije para adentro: “Estoy yendo hacia un lugar que no conozco, estoy aburrido y prefiero hacer otra cosa en lugar de pescar. Mejor regreso hacia donde partí, que sé donde queda, que el viaje es seguro y hago la vida que hace la mayoría, así no se burlan de mí”.

Emprendí el retorno, hasta que... sentí nuevamente una mano en mi hombro derecho, una mano que ya conocía, me miró con los ojos entristecidos y me dijo:

- Yo creí en vos, ¿Por qué no creíste en mí?. Yo confié en vos, ¿Por qué no confiaste en mí?.
- Supuse que me habías abandonado
- Aunque me hayas mandado a dormir a ese rinconcito de la barca, nunca lo hice, te estuve observando hasta ahora. ¿Por que volviste?.
- No sé bien, tengo mucho miedo.
- ¿A qué?
- Miedo al que dirán, miedo al fracaso, miedo a no ser aceptado con lo que hago, miedo a soñar...
- Te dije que no temas, que yo te iba a ayudar con el timón. ¿Te olvidaste que te dije que yo conozco el camino?. Voy a enseñarte a amar esto que hacés, de manera tal que el miedo sea un elemento pasajero y fácil de canalizar.

Mi respuesta fue SÍ otra vez, pero este SÍ fue más importante que el anterior, porque REALMENTE sentí la presencia de Él, porque repetir es más importante que decir y reafirmar es más importante que afirmar.

La primera parte fue tranqui porque como ya había pasado por ahí conocía el lugar. Todo eso me llenó de confianza para meterle pata y darle batalla a los miedos en lugar de regalarle la victoria de antemano.

Vinieron las tormentas, y cuando más se complicaba, más sentía esa mano apretando mi hombro y esa sonrisa dibujada en Su cara. Cuando superábamos cada una me decía: “No te relajes, todavía quedan muchas y muy bravas, pero estás aprendiendo como enfrentarlas”.

También llego la hora de estrenar las redes, me sorprendí con los resultados. A veces salían muchísimos peces pequeños y otras veces algunos menos, pero gigantes. Pero algo salía siempre. Recuerdo que me dijo cuando me enseñaba a pescar: “La red es la misma para atrapar peces gigantes que para atrapar a los no tan grandes, y para atrapar cantidades sorprendentes y cantidades normales, lo único que varía es la estrategia que usás al tirarla”.

De a poco voy conociendo por completo mi barca. Voy conociendo mis fortalezas y limitaciones.

Y ahora máquina, navego tan entusiasmado, tan convencido, tan...tan... ESPERANZADO. Esa es la palabra clave. ¿ Y sabés porque navego así de esperanzado? ¡Porque creí y confié en su promesa!. Esa promesa del destino de este viaje, ese puerto en donde me van a estar esperando ansiosos y con los brazos abiertos.

¡Ah!, y lo último. Concebí a las tormentas no como problemas o situaciones para temer sino como desafíos y oportunidades de evaluar como está mi barca de firme.
Además, hay una bocha de otras barcas cerca que van por el mismo camino y hacia el mismo destino que yo y que vos y que están disponibles para cualquier cosa cuando las precisemos.

Me encantaría saber como va tu viaje, así que espero que me respondas. Si sos más concreto que yo te lo voy a agradecer mucho. Jaja

Me despido con unos consejos que te pueden ser útiles.

Que el motor de tu barca sea el amor y no el miedo. Jesús me enseñó amar esto de navegar y pescar que tan feliz me hace. De la misma forma te espera para enseñarte a vos también a amar estas cosas.

Y lo más importante. En este mar no importa si ahorrás o no, de manera que poné todo lo que tengas por poner, tirá todos los leños al fuego porque el que más invierte más gana y la recompensa la tendremos para compartir con nuestros compañeros navegantes cuando lleguemos al puerto y hagan el conteo de peces.

¡No borres nunca la sonrisa de tu rostro!

Me despido de una vez por todas, con Estilo y Distinción, esperando tu respuesta y esperándote en el Ave.

Nacho 279, un Mallinista en algún lugar del mundo y que te quiere mucho.

(*) Escrita por Ignacio Mañas de 20 años de edad, actualmente animador en el Centro Santa Fe

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...