¿Qué es más importante: el pincel o el Pintor?

La feligresía católica de la Provincia de San Juan se ha conmovido al conocerse la noticia de que el Padre Eric Ugochukwu, sacerdote nigeriano que realiza su labor pastoral en dicha provincia, tendrá que partir en breve rumbo a un destino asignado por los superiores de la Congregación de Vocacionistas de Roma a la que él pertenece.

Desde que llegó a San Juan en el año 2004, el Padre Eric ha ganado una notoriedad debido al gran carisma que tiene en la gente. Trabaja en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la localidad Marquezado del Departamento Rivadavia (a unos 12 kms. al Oeste de la Ciudad de San Juan) en donde sus misas son multitudinarias debido a su fama de "cura sanador".

Entre la gente, como suele suceder en casos como éste, se empezaron a suceder rumores de distinta índole acerca de los motivos des traslado de este sacerdote carismático. La mayoría de esos chusmeríos y opiniones ligeras apuntan a desprestigiar al Monseñor Alfonso Delgado, Arzobispo de San Juan.

Según cuenta el Diario de Cuyo, hubo un nutrido grupo de fieles que fue convocado para manifestarse en la puerta de la Catedral de San Juan y en la Casa del Arzobispado para pedir a viva voz que el Padre Eric permanezca en esta Provincia. Decenas de católicos sanjuaninos se llegaron con pancartas y recorrieron las calles que circundan la Plaza 25 de mayo (la principal de la Ciudad) con cánticos a favor de ese sacerdote y con rezos del misterios del Santo Rosario. Toda esta protesta generó un gran caos en el tránsito de las principales calles de la Ciudad de San Juan.

No se sabe aún la fecha precisa de la partida del Padre Eric, como tampoco su destino preciso.

El pincel y el Pintor

Es indudable que hay ciertos sacerdotes que tienen el don de saber llegar al corazón de la gente. Es indudable que otros sacerdotes no tienen ese don. Hay sacerdotes mucho más santos que otros. Hay curas mucho más simpáticos que otros.

También hay curas y religiosos que casi más vale perderlos que encontrarlos, ya que con sus actitudes son más de espantar que de atraer almas para Dios. Lamentablemente. Y no son pocos. Es cierto que es tanta la estrechez y la hipocresía de muchos que se valen solo de los malos ejemplos que dan ciertos prelados para terminar diciendo "son todos iguales".

Es verdad que hay muchos sacerdotes, religiosos y religiosas que día a día trabajan en silencio por la salvación de las almas y por la dignidad de ser humano. Es así que la Iglesia Católica Apostólica Romana administra y dirige miles de orfanatos, escuelas y colegios, escuelas de capacitación laboral comedores, hospitales y universidades en todo el mundo. Como toda esta gente trabaja en silencio y no buscan el aplauso no representan noticias "de interés" para la televisión, los periódicos e internet... y es por eso que son muchas las personas que terminan asociando el concepto de sacerdote con aquel que cometió alguna aberración.

Como católicos no debemos perder de vista que es Dios quien dirige a nuestra Iglesia Católica: lo hace a través del Papa y los Obispos quienes, más allá de sus miserias humanas, son meros instrumentos en las manos del Señor para cuidar a su rebaño, que somos todos nosotros.

Si cualquiera de nosotros participa de una Misa, el sacerdote que la preside no es lo más importante: lo esencial es la Palabra de Dios, las oraciones comunitarias y, fundamentalmente la Eucaristía. Si uno va a recibir la Eucaristía, no importa si quien la da es el mismísimo Papa, un Obispo o el párroco de algún pueblito perdido en el campo, lo que importa es que uno recibe a Cristo.

Los sacerdotes son solo instrumentos de los que el Señor se vale para llegar a nosotros. Si en nuestra comunidad parroquial hay un sacerdote, nos sea simpático o no, lo debemos mirar como un simple y humilde instrumento de Dios. Dios quiere hacer su obra en el corazón de cada uno de nosotros: para graficarlo, Él sería el Pintor, el sacerdote sería su pincel. No vale más una misa presidida por el Papa que una que presida un humilde curita: todas las misas son iguales de importantes porque en todas es el mismo Dios quien sale al encuentro de sus hijos. Nada más. Nada menos.

El único que tiene el poder de sanar almas y cuerpos afligidos es Dios. Eso está más allá del sacerdote que imponga las manos. Basta con tener el corazón vaciado de todo egoísmo y caprichos y una fe suficiente como para que Jesús entre.

Hay que recordar que cada sacerdote, al momento de ordenarse como tal, hace los votos de obediencia. El voto de obediencia implica estar siempre dispuesto a acatar lo que dispongan sus autoridades superiores: no siempre les es fácil, pero deben hacerlo con la convicción de que es la forma en que aseguran su pertenencia a la Iglesia y que están trabajando por la Gloria de Dios.

Entonces, hay que luchar contra la tentación de quedarse con la figura de un sacerdote carismático para que nuestras almas puedan ver más allá de los ojos y ver a Cristo que es el que se está dando a si mismo a los demás.