Suele decirse que esto del Día de la Madre (como el Día del Padre, el Día del Niño y demás) son meramente comerciales en las que algunos solo piensan en vendernos más y más cosas.Claro que uno debe amar a la propia madre día a día. Leemos en el Antiguo Testamento "Honra a tu padre y a tu madre": esa es la propuesta de Dios, amar a nuestros padres así como son, con sus virtudes y defectos, con sus luces y sombras, saber perdonarlos por los errores que hayan cometido con sus hijos. Claro que hay casos en que muchas personas tienen una relación un poco complicada con sus padres, pero hay que tener en cuenta que solo Dios es quien debe juzgar cada uno de nuestros actos.
Y sobre todo, es muy bueno saber tener gestos para demostrarlo. Por eso, no nos dejemos empujar por el consumismo en este día pero es válido agasajarla con algún regalito que refleje el auténtico amor de hijo.
Yo aprovecho para elevar mis ojos al Cielo y pedirle una vez más al Todopoderoso por el alma de mi mamá (la ven en la foto), quien partió de este mundo hace casi tres años. Mi dolor por su ausencia es ya un poco más calmo pero me consuela la fe en que ahora goza de la Vida Eterna junto a Jesús, María, todos los santos y tantos bienaventurados como ella.
Recordemos también a la MAMÁ por excelencia: María, la Mamá de Dios y de toda la Humanidad. Roguemos a Ella que ponga bajo su purísimo amparo a todas las mamá del mundo para que honren la noble misión que Dios les encomendó al hacerlas comunicadoras de la vida que recibieron del Creador.
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