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miércoles, 3 de diciembre de 2008

El Adviento es un tiempo de Esperanza en el Señor

Nuestra Fe está fundamentada sobre realidades que suelen exceder a la razón humana, que muchas veces está rodeada de misterios. Ante esos misterios que la mente no alcanza a explicar del todo, aparece la fe para iluminar al ser humano y está en él saberla cultivar y aumentarla; claro que que hay muchas personas que optan por el camino "fácil" que es creer solo en lo que se puede ver y tocar e intentan alejarse de todo lo sobrenatural (aunque, a la larga, crean en cábalas, horóscopos, zodíacos y otras yerbas).

Leyendo los libros que componen el Antiguo Testamento, vemos como el Pueblo de Israel estuvo peregrinando a lo largo de varios siglos hasta llegar a la Tierra Prometida. Ese camino tuvo sus no pocos sinsabores, sus momentos de dudas, desilusiones y rebeldías. Nuestro peregrinar por esta vida también puede tener sus noches oscuras de la fe, sus momentos de flaquezas y de cansancios: no hay que temer a vivir esas circunstancias, no hay que perder la calma cuando todo parece temblar ya que basta aferrarse a Dios para poder atravesar esas tormentas.

La esperanza del cristiano es mucho más que un consuelo: es la certeza de que Dios es siempre Fiel y que cumplirá su Promesa de darnos una Vida Nueva. El Adviento, ese tiempo para predisponer el corazón para conmemorar el Nacimiento de Jesucristo, es un tiempo de esperanza de que Dios cumplirá con la Alianza que selló con su Pueblo. Es necesario vivir bien el Adviento para poder vivir la Navidad a pleno.

Todos los años celebramos la Navidad y su respectivo tiempo de Adviento. No es una cuestión rutinaria, sino que necesitamos siempre redescubrir una vez más el milagro del Nacimiento de Jesús: Dios toma la naturaleza humana para redimirnos del pecado y llevarnos de vuelta con Él.

En estos días previos a Navidad, más que preocuparnos qué comeremos, qué beberemos, con quién estaremos para Nochebuena, podemos reflexionar acerca de cuan fuerte es la confianza que tenemos en el Señor, ¿cómo anda nuestra fe en Dios?, ¿creemos en sus Promesas o nos dejamos llevar por todo lo tangible de este mundo?, ¿esperamos la venida de Cristo?.

La realidad de cada ser humano varía de unos a otros, no todos pasaremos la Navidad de la misma manera. El desafío de cada cristiano es mirar un poco más allá de las circunstancias de esta vida y poner el propio corazón en Dios que una vez más se hace uno de nosotros. Que esta Navidad sea muy fructífera para todos y cada uno de nosotros. ¡Ánimo!

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