En la Cuaresma Dios nos anima a ser “penitentes”, a querer ser perdonados, a no cansarnos de pedir perdón.
Entierra con la penitencia, en el hoyo profundo que abra tu humildad, tus negligencias, ofensas y pecados.
—Así entierra el labrador, al pie del árbol que los produjo, frutos podridos, ramillas secas y hojas caducas.
—Y lo que era estéril, mejor, lo que era perjudicial, contribuye eficazmente a una nueva fecundidad. Aprende a sacar, de las caídas, impulso: de la muerte, vida.
(Fuentes: Camino 211; yocreo.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario