¿Dónde estaba el alma de Jesús y que hacía mientras su cuerpo estaba en el sepulcro?
Seguramente usted, al igual que yo se ha hecho esta misma pregunta. Cada vez que decimos la oración del Credo afirmamos que Jesús murió en la cruz y resucitó al tercer día. Pero, ¿A dónde fue? El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 634), explica que la última fase de la misión mesiánica de Jesús fue salvar a las almas justas que se encontraban sometidas a la esclavitud en el infierno. Pero, los que conocemos algo de la vida de Jesús pudiéramos inferir que allí iba a liberar a todos los oprimidos. Pero no fue así. No bajó al infierno a salvar las almas de los condenados ni tampoco a destruir el infierno, lo hizo para liberar a solo a las almas de los justos que se encontraban allí. Después de esto Cristo tiene las llaves de la muerte.
Por lo que al meditar en este acontecimiento encontramos que era justo y necesario que Jesús muriera por todos los que habían muerto antes de Él. Y para demostrar su divina bondad lo hizo por todos nosotros en la actualidad. De esta manera extendió su obra de redención a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Pero otra pregunta salta en la imaginación de mis curiosidades. ¿Si Jesús bajó como alma, que pasó con su cuerpo? Todos sabemos que por ley natural todo cuerpo comienza un proceso de descomposición después de su fallecimiento. Por eso, María Magdalena acompañada por varias mujeres fueron al sepulcro con perfumes para embalsamar el cuerpo de Jesús, porque lo habían enterrado a prisa (CIC 640) Ellas desconocían que no era posible que el cuerpo del Maestro sufriera la descomposición que ocurre luego de la muerte humana. Explica el Catecismo (627) que no era posible que la muerte lo dominase puesto que la virtud divina preservó de la corrupción el cuerpo de Cristo.
Es interesante meditar en estos acontecimientos que comúnmente no nos detenemos a reflexionar. Cada vez que nos acercamos a profundizar en este tiempo de Cuaresma debemos fijarnos en cada detalle de la vida e intensiones de nuestro Padre Yavé y su obra de redención para toda la humanidad. Por eso los invito a todos a curiosear en los misterios y elementos que componen la vida de Nuestro Señor Jesucristo.
Referencias: Catecismo de la Iglesia Católica, 4ta edición, San Pablo pp. 218-221, 223.
escrito por Omar Marrero González
(fuente: www.evangelizacioncatolica.org)
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