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domingo, 14 de septiembre de 2008

¿Tengo que perdonar?

Del Evangelio según San Mateo (Mt 18, 21-35)

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: "Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré." Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: "Paga lo que debes." Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: "Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré." Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?" Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Jesús da una nueva muestra de su gran pedagogía para explicarnos sus enseñanzas, para que nos quede bien en claro el porqué de sus afirmaciones y que su propuesta no es un mero capricho, sino que tienen sus fundamentos.

Cuándo Pedro le pregunta a Nuestro Saalvador sobre las veces que había que perdonar a los demás lo hace en forma simbólica utilizando el número 7 el cual simboliza la perfección. Tal vez Pedro habrá pensado que con perdonar en siete ocasiones a su prójimo ya bastaría y, de ahí en más, no haría más falta tener que perdonar. Jesús da un paso más respecto al planteo que le hace su discípulo e invita a perdonar "70 veces 7", el cual quiere decir "SIEMPRE".

En este domingo, Jesús quiere darnos los motivos del porqué hay que perdonar y recurre a un cuento sencillo para graficarlo de la mejor manera. Nuestro Señor habla de "talentos" y "denarios", términos que al día de hoy mucho no nos pueden decir por lo cual se hace preciso contextualizar estos dichos del Mesías: un talento es una medida de la antigüedad que consistía en llenar hasta el copete un enorme platillo de balanza con monedas de oro puro. ¿Puedes imaginarte la cantidad de oro que cabría en diez mil platillos de esos? ¡Una cifra astronómica! Y... ¿un denario? Era la unidad comercial de uso común. Podríamos decir hoy, un peso. ¡Compara la diferencia tan abismal!

Con este cuento, Jesús nos muestra cuan miserables podemos ser los seres humanos cuando nos comportamos implacablemente con los demás. Lo vemos en todos los ámbitos y en nosotros mismos como abundan los sentimientos de odio, de deseos de venganzas, de resentimientos. El mensaje de Jesús parece nuevamente ir "contra la corriente".

Muchas veces cualquiera de nosotros puede tener más de un motivo razonable para estar enojado con alguien. Y es ahí cuando podemos arrastrar por largo tiempo un sentimiento de rechazo, de desamor hacia determinadas personas.

Jesús nos invita a que miremos un poquito más allá y pensemos en cuántas veces nosotros le fallamos a Dios con nuestros pecados, con nuestras ingratitudes... y sin embargo, basta tener el corazópn contrito y pedir perdón para que el mismo Dios nos perdone una vez más. No existe pecado que Dios no pueda perdonar. Basta tener el corazón sinceramente arrepentido y estar dispuestos a cambiar.

Claro que, en muchos casos, perdonar no es algo mágico. Perdonar nos puede llevar un buen tiempo, inclusive casi toda una vida... pero Jesús, conocedor a fondo de la naturaleza humana herida por el pecado original, nos invita a tener siempre la predisposición para perdonar con todo el esfuerzo y tiempo que sea necesario. Como perdonar no siempre es fácil, Él está presto para asistirnos y darnos su Amor para poder perdonar.

Es clave la oración perseverante para perdonar... incluso en los casos en que no nos pidan perdón...

Está demostrado también que vivir con resentimientos no es sano para la salud física y mental de una persona . Por más que nos intentemos engañar, vivir con odio, con deseos de venganza enferma el alma y el cuerpo.

Qué bueno debe ser llegar al final de nuestros días en esta vida y tener el corazón en paz, liberado de rencores e iras. Jesús nos invita a asemejarnos a Él en eso también: PERDONAR, PERDONAR y PERDONAR... SIEMPRE.

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