Publicamos esta pregunta de una joven y la respuesta de un sacerdote dominico, recogida por la edición italiana de Aleteia
Querido padre Angelo,
Soy una chica de 17 años, asisto a una comunidad redentorista. Quisiera plantearle muchas preguntas pero me doy cuenta de que son muchas, preguntaré sólo lo que más me preocupa. ¿Según la Iglesia, la magia existe? Muchos filósofos sostenían que sin un opuesto no existe el otro (teoría de los opuestos) pero cuando satanás era aún un ángel de Dios, ¿existía sólo el bien? Si es así, ¿cómo es posible, si el bien no puede existir sin el mal?.
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Respuesta del sacerdote
Querida:
1. por magia se entiende la práctica ritual con la que “se pretende someter a los poderes ocultos para ponerlos al servicio propio, y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo” (Catecismo de la Iglesia Católica 2117).
2. El presupuesto común a todas sus expresiones es el convencimiento de la existencia “de fuerzas ocultas que influyen en la vida del hombre y sobre las que el operador (o el beneficiario) de la magia piensa poder ejercer un control mediante prácticas rituales capaces de producir automáticamente ciertos efectos; el recurso a la divinidad – cuando se da – es meramente funcional, subordinado a estas fuerzas y a los efectos queridos (Conferencia Episcopal Toscana, A proposito di magia e di demonologia. Nota pastoral, n. 6). La magia no admite poder superior al suyo y afirma que puede obligar a los espíritus o demonios evocados a manifestarse y a llevar a cabo lo que se quiere.
3. En el pasado se distinguía entre magia blanca y magia negra. Con la magia blanca se relacionaban todas las acciones que producen efectos milagrosos a los ojos de los espectadores. Eran los llamados juegos de prestidigitación. A la magia negra se dirigían todas las acciones que pretendían obtener efectos extraordinarios con ayuda del diablo. Cuando estas acciones se realizaban para hacer daño al prójimo, se hablaba de maleficio. Hoy los juegos de prestidigitación se hacen entrar en el ilusionismo, actividad en sí sana, practicada incluso por don Bosco. Según el padre G. Amorth, la magia asume diversas formas y puede ser dirigida a fines distintos.
4. Hoy por magia blanca se entiende un rito dirigido a propiciar la salud, el embarazo, el trabajo, los estudios, el juego, la casa, las actividades comerciales, los animales. Este rito se considera eficaz también para combatir la mala suerte, quitar hechizos, mal de ojo, ayudar a los drogadictos y alcohólicos a dejar el vicio, protegerse de vecinos envidiosos, de habladurías, de las malas lenguas y también para liberar casas infestadas de espíritus, diablos y ruidos particulares.
5. Escribe el padre Amorth: “En el uso corriente, por magia blanca se entiende quitar los hechizos; la magia negra es hacerlos. Pero en realidad no existe magia blanca y magia negra: existe solo la magia negra. Porque toda forma de magia es un recurso al demonio. Así la víctima, si antes tenía una pequeña molestia maléfica (lo más probable es que no tuviera nada de este tipo) se vuelve a casa con un verdadero y auténtico maleficio. A menudo los exorcistas tenemos más trabajo en acabar con la obra nefasta de los magos que en curar el problema inicial” (G. Amorth, Un esorcista racconta, p. 66).
6. Sobre la teoría de los opuestos, hay que decir que puede valer para las cosas creadas.
Si ha sido creado un “opuesto”, debe existir también el otro. Además el concepto de opuesto evoca el de límite. Un opuesto de hecho necesita su contrario. Pero esto no vale para Dios, porque es bien absoluto y perfectísimo en el que nada falta. Y también porque, fuera de su acto creador, no existe nada.
7. Hay que recordar también que el mal no existe en cuanto mal, sino como bien defectuoso o al que le falta la perfección que debería tener.
8. Finalmente, entre las cosas creadas, Dios no creó a los demonios en cuanto tales, sino que creó a los ángeles, algunos de los cuales por su desobediencia se hicieron rebeldes. Estos ángeles rebeldes, que permanecen con una voluntad perversa y obstinada contra Dios y todas sus criaturas, son los demonios.
Te encomiendo al Señor y te bendigo. Padre Angelo.
escrito por el Padre Ángelo Bellon
Artículo publicado originalmente en Amici Domenicani
(fuentes: www.amicidomenicani.it; aleteia.org)
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