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lunes, 17 de marzo de 2008

15 de Marzo: Día del Beato Artémides Zatti

Hace 68 años cuando el Papa Pío XI declaraba Santo a Juan Bosco, entre los salesianos que fueron de todo el mundo a Roma, en la delegación argentina, designado por sus Superiores, estaba ARTEMIDES ZATTI. Era la primera e iba a ser la última vez que Don Zatti iba a ir a su patria natal, Italia, después de haber venido como inmigrante a nuestra Argentina. Seguramente no se imaginaría que 68 años después, iban a hacer algo similar con él. La Iglesia ve en él un testigo eficaz de Jesús entre nosotros.

Artémides Joaquín Zatti nació en Boretto, Italia el día 12 de octubre de 1880. Sus padres eran cristianos fervorosos y fue el tercero de ocho hermanos.

En 1987 la familia Zatti decide emigrar a Argentina y se radican en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires.

El 19 de abril de 1900 ingresa al aspirantado salesiano en Bernal. Cuidando a un enfermo de tuberculosis contrae la enfermedad. Es enviado a Viedma al colegio San Francisco de Sales. Obtiene de María Auxiliadora, la gracia de la sanación total, y le promete dedicar toda su vida al cuidado de los enfermos.

En 1908 se consagró a Dios como salesiano coadjutor. El 18 de febrero de 1911 hace sus votos perpetuos. En 1934 participa representando a los hermanos coadjutores de la canonización de Don Bosco. Desde 1911 a 1951 se entrego en el hospital San José, al cuidado y servicio de los enfermos y pobres. Su amor apostólico y su corazón solidario lo movía a visitar día y noche, en su legendaria bicicleta los enfermos de Viedma y Patagones.

El 27 de febrero de 1951 pide la Santa Unción de los enfermos. Muere serenamente, el 15 de marzo dejando escrito su certificado de defunción. Un breve testimonio, sintetiza magistralmente su vida: “Siempre fue, piadoso, alegre y trabajador".

El beato Artémides Zatti, ofrece un singular testimonio de laico consagrado. Dedicó toda su vida a testimoniar en el mundo la caridad y la entrega solidaria, a los hermanos enfermos, y a los pobres, al punto que todos lo consideran el Buen Samaritano, pariente de todos los pobres.

Lo que lo distingue y caracteriza es su total entrega, animada siempre de un amor sobrenatural. La actualidad de su testimonio está en que supo unir el compromiso de la promoción humana con una constante preocupación evangelizadora. Testimonia el servicio integral a la persona.
Un verdadero contemplativo en la acción, según el camino espiritual de Don Bosco.

Su paso por este mundo tuvo sus complicaciones, es que es un hombre que nunca tuvo facilidades en la vida, mas bien diría que tuvo muchas dificultades. Se me ocurre que a él se aplica eso que algunas veces hemos oído: cristiano no es el que encuentra dificultades en las posibilidades, sino posibilidades en medio de las crisis de las dificultades.

Desde que vino de su tierra natal, cuando llego aquí con su familia, entre las cosas que él quería era poder llegar a ser Sacerdote. Por atender a una persona enferma contrajo una enfermedad que lo obligó a dejar su proyecto y su decisión de ser Sacerdote. Pero no obstante eso, seguía con la idea de consagrarse a Dios. Por eso comenzó a valorar otro modo de entregarse a Dios y a los hombres. No tenía muy en claro lo que iba a ser su vida. Invitado por un Sacerdote, comenzó su tarea de colaborar en lo sanitario. Enfrentó las dificultades, con esperanza, con alegría, con esperanza: sabía que de algún modo Dios los iba a ayudar para llevar adelante lo que tenía entre manos: cómo pagar las deudas, cómo atender, cómo conseguir comida. Es uno de los pocos santos que conozco que andaba en bicicleta. Su bicicleta. No es para él un simple medio de transporte sino que llegaría a ser como su identidad: quería llegar rápidamente a los que lo estaban necesitando.

Un hombre creyente, un hombre solidario, un laico que tuvo en sus manos las cosas propias de los laicos creyentes, las cosas del mundo. Las hizo con ganas, con optimismo, con solidaridad, sobre todo las hizo con fe. En los detalles de su sonrisa, de su chaqueta, de su bicicleta, de las cuentas, que no les cerraban y las cosas, de las noches pasadas junto a enfermos solitarios o abandonados, se percibía un hombre como uno de tantos (así define a Jesús San Pablo). Porque era un hombre de Dios. Por eso nos estimula que podamos sentir hoy en día que alguien como nosotros sea un verdadero hombre de Dios y que, así, nos estimule y nos lleve a ser fieles a Dios y a las necesidades cotidianas de los hermanos, como él, para ser testigo de Jesús.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Artémides Zatti también conocido como "el ángel de la bicicleta" es un ser humano digno de imitación, su confianza en Dios y en María, su entrega total a los demás y la alegría con la que vivió son claros ejemplos de lo que hace el amor de Dios en una persona.
Me uno a este recordatorio y elevo una plegaria por su alma, así como otra por todos nosotros, para que hallemos el modo de imitarlo en nuestras vidas.
Yeyi -mallín 127-

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