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miércoles, 12 de marzo de 2008

¿Por qué no dejan que los curas y las monjas se casen?

Cada tanto, en cualquier charla familiar o entre amigos o en algún medio de comunicación se pone sobre el tapete la cuestión sobre la conveniencia o no de que sacerdotes y religiosas (vulgarmente llamadas “monjas”) puedan casarse y formar una familia, que el hecho de vivir “sin una pareja” sería la causal de infelicidad personal de estos servidores de Dios.

Los comentarios desfavorables aumentan considerablemente para con el celibato cuando se conoce algún caso sobre abusos sexuales cometidos por algún religioso. Lo mismo ocurre cuando se habla de la escasez de vocaciones sacerdotales

Entonces, la visión simplista del común de la gente es que esos males se solucionarían si el Papa, en representación de la Iglesia Católica Apostólica Romana, dispusiera el fin del celibato al que muchos hombres y mujeres asumen como un compromiso formal ante Dios y la Sociedad.

Vivimos en una sociedad cada vez más erotizada, en donde el sexo pareciera estar el pedestal máximo de todos los valores, en donde la felicidad pareciera que pasase exclusivamente por el exhibicionismo y el placer genital a cualquier precio. Entonces, para esta sociedad tan sexuada es muy difícil comprender que alguien pueda vivir su propia vida canalizando su sexualidad por otro lado.

Seguramente no debe ser nada fácil vivir célibe. Todos los que han asumido este compromiso de vida deben tener sus momentos de dura lucha… pero también las recompensas recibidas por mantenerse en pie junto al Señor debe ser un inmenso regocijo… regocijo difícil de entender para quien pertenece a una sociedad erotizada.

Y no está de más decir que es totalmente reprobable los errores cometidos por aquellos religiosos… pero no nos corresponde ponernos en el lugar de Dios para juzgar los actos de cada persona.

La hipocresía de la sociedad
Muchos se escandalizan cuando algún sacerdote o alguna religiosa comete un error, entonces hacer leña del árbol caído suele ser el lugar común de muchos… pero, lamentablemente, muchos de esos dedos acusadores son los que no juzgan los pecados ajenos con la misma vara sus propias miserias.

Muchos son los que dicen que tener pareja (novio/a, esposo/a) es lo que evitaría abusos sexuales o engendrar hijos, cuando nadie habla de que diversos estudios han corroborado que en casi el 90% de los abusos sexuales cometidos contra niños y adolescentes son cometidos por personas que ya tienen pareja, hasta hijos en muchos casos.

Muchos hipócritas hablan de que los curas o las monjas no caerían en tener relaciones sexuales con otros si se les permitiera constituir una pareja cuando no quieren ver que muchos y muchas que están de novios o casados (o meramente “juntados”) son los que ensalzan la relaciones “Light”, los “touch and go”, las infidelidades.

Muchos rasgan sus vestiduras cuando se conoce que un sacerdote tiene un hijo por ahí y no se mira con los mismos ojos los muchos hijos extramatrimoniales han habido y hay en este mundo, que son criaturas inocentes que llegan a este mundo sin tener una familia sanamente constituida para poder crecer.

¿Represión o Canalización?
Muchos y muchas que se autodenominan “mentes abiertas” no dudan en etiquetar como “represora” a la Iglesia Católica por sus enseñanzas respecto a la sexualidad.

La Iglesia siempre ha tenido el celibato en muy alta estima ya que Jesucristo fue célibe. El es modelo de la perfección humana.

Jesucristo claramente recomendó el celibato como entrega radical de amor por el Reino de los Cielos: Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda. -Mateo 19,12

Sea cual sea la vocación que cada uno de nosotros asuma, sea el matrimonio o el orden sagrado, uno debe saber educarse en la propia autodeterminación de la sexualidad. Ser dueño de la propia sexualidad, es decir, no ser esclavos de nuestros instintos sexuales, nos asegura una madurez afectiva. Esto es, ser plenamente capaces y libres para amar y ser amados.

Sea cual sea la vocación que cada uno de nosotros asuma, tendremos siempre tentaciones de índole sexual que atenten contra el camino elegido. Si uno es sacerdote o religioso, más de una vez será tentado para cometer algún desliz… si uno se pone de novio o se casa, más de una vez será tentado a cometer infidelidades.

La respuesta es educarse en la sexualidad.

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