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domingo, 10 de agosto de 2008

Caminar sobre las aguas

Lectura del santo Evangelio según San Mateo

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras El despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba El solo allí. Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy Yo". Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres Tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús. (Mt 14, 22-33)


La escena que nos presenta el Evangelio de hoy Domingo habla de la fe y de las pruebas cotidianas a la que suele sometida.

Un detalle no menor en la vida de Jesús son sus continuos momentos de oración en la soledad que Él se tomaba, que era en donde se fortalecía para seguir predicando la Buena Nueva. En esta ocasión, después de haber hecho el milagro de la multiplicación de los panes y peces, Jesús busca tener otro momento a solas con el Padre.

Luego, lo vemos que va hacia donde estaban sus discípulos y amigos. La forma de llegar hacia ellos no es para nada usual: va caminando sobre las aguas hasta llegar a la barca en donde ellos estaban. Jesús da otra muestra de su divinidad al hacer el milagro de caminar sobre la superficie de ese lago sin hundirse.

La primera reacción de los discípulos es el miedo y es por eso que Él intenta calmarlos. Pedro, impulsivo como era, es quien toma la palabra y pide que el Señor lo haga caminar hasta donde está Él. Ante su propio asombro y el de sus amigos, Pedro sale de la barca y empieza a caminar hacia Jesús; pero Pedro comete el error de despegar la mirada (y su confianza) en Jesús y se deja hundir por sus propios miedos.

Claro que Jespus no iba dejar que Pedro se hundiera en el lago y le tiende su mano sin reprocharle la poca fe que el primer Papa tenía.

Nosotros podemos caminar en esta vida hacia el Señor, a pesar de las continuas dificultades que este mundo nos presenta. Es imprescindible tener nuestra mirada siempre en Dios, porque sino las "tormentas" de esta vida nos vencerán.

La fe es todo un desafío para el ser humano. Tener fe en algo superior, en algo trascendente no es, como dicen los materialistas, para personas que no tengan sus pies sobre la tierra. Fe y razón han sido hechas para complementarse, la fe potencia a la razón humana.

La fe es un regalo de Dios y debe ser cuidada y alimentada. Es responsabilidad de cada uno de nosotros el ser capaces de dar ese salto, de atravesar los límites de la propia razón y, de la mano de la fe, llegar a Dios.

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