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domingo, 17 de agosto de 2008

Sanación interior, salvar lo que estaba perdido

Dios nos ama tal como somos, pero espera mucho más de mi.

La sanación interior consiste en sanar lo que está herido en nosotros.




El quiere reconciliarnos con lo que somos: Nuestra historia, nuestro pasado, nuestras heridas, etc.

Dios expresa a través de los menudos acontecimientos de nuestra vida y el sufre con nosotros cuando somos heridos por sucesos desdichados.

Pero solo El puede sanarnos si nos abrimos a su amor.

La mayoría de las veces la base de toda herida es un problema de perdón.

Un perdón que hay que darlo o recibirlo.

En el perdón encontramos el perdón a los demás, el perdón hacia si mismo y el perdón hacia Dios.

La culpabilidad nos destruye y nos corroe porque ordinariamente somos para con nosotros mismos los peores jueces.

Nosotros nos juzgamos más duramente que lo que hace Dios que es amor y ternura.

A través de la oración personal, el señor puede venir a sanarme por un texto de las escrituras aparentemente conocido o de algún otro libro, a tocar algún recuerdo o herida que halla malogrado una buena parte de nuestra vida.

Para nacer del espíritu hay que abandonar todas las antiguas mascaras, los caparazones y revestir al hombre nuevo.

Esto no es fácil pero la vida espiritual es un combate y es necesario poner termino a nuestras malas conductas para poder recibir la vida de Dios con todo su amor y su ternura.

Cada uno es sanado según su personalidad.

Tenemos miedo de abandonar nuestro Egipto que es un problema real al comienzo de la sanación.

Lo que en el fondo nos enferma es haber cortado los lazos con Dios, ya que hemos sido hechos a su imagen y semejanza para estar unido a El.

El espíritu de Dios es el que purifica nuestra mirada, nuestros pensamientos, nuestros actos y nuestra vida.

El espíritu es una persona divina y tiene todos los atributos divinos.

Pero respeta nuestra naturaleza, obrando con delicadeza.

En la medida en que creemos en la fuerza sanadora de Jesús, el mal pierde todo su poder.

No esperemos recibir la gracia de Jesús si no oramos.

La oración personal debe convertirse en una actividad muy natural en nuestra vida.

El camino de la alabanza es una vía espiritual muy profunda que permitirá al señor cambiar nuestra vida.

Cuando la alabanza se convierta en nuestra carne y sangre seremos herederos del reino que ya ha comenzado aquí abajo.

La voluntad de Dios es que nos dejemos amar por El.

Tomado del liro "Salvar lo que estaba perdido" de Nelly Astelli Hidalgo y P. Alexis Smets, S. J.

(fuente: http://siembraconmigo.blogspot.com/)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

los caminos del señor son tan misteriosos. Gracias por regresarte a buscarme y llevarme de la mano. Amen...

Unknown dijo...

Jesús encuentra el momento y la forma se sanar a aquel que lo invoca gracias Jesús

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