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sábado, 17 de enero de 2015

Acerca de Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará

Familia Religiosa del Verbo Encarnado

El Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, SSVM, es una comunidad religiosa de derecho diocesano, fundada por el P. Carlos Miguel Buela el 19 de marzo de 1988 en San Rafael, Argentina. Este Instituto y el Instituto del Verbo Encarnado (IVE) junto con la Tercera Orden Secular forman nuestra Familia Religiosa del Verbo Encarnado. Los dos institutos religiosos comparten el mismo carisma, tienen constituciones gemelas y ambos incluyen las ramas activa y contemplativa. Sus miembros son religiosas que profesan votos de castidad, pobreza y obediencia, y un cuarto voto de esclavitud a María, al igual que la rama masculina de nuestro Instituto.

"Lo principal, es que son –o deben ser– auténticas Esposas de Cristo y, de allí, que el objetivo principal de sus vidas es tratar amores con Jesucristo. Si falta esto, todo lo demás sobra. Y todo lo demás sin esto, de poco sirve." (Padre Carlos Miguel Buela, Servidoras I)

Queremos fundarnos en Jesucristo, que ha venido en carne, y en sólo Cristo, y Cristo siempre, y Cristo en todo, y Cristo en todos, y Cristo Todo, porque la roca es Cristo y nadie puede poner otro fundamento. (SSVM, Constituciones, 7)

El P. Buela funda este Instituto con el “único anhelo de darle a Jesucristo esposas según su Corazón”, es por eso que la vocación principal de las religiosas es la de ser esposas de Cristo y madres de las almas a través de los votos de su consagración, cumpliendo de este modo con su propia feminidad.

Con la profesión religiosa comprometen todas sus fuerzas para inculturar el Evangelio. De allí la amplitud del apostolado, ya que se empeñan en el anuncio de la Palabra de Dios en todas sus formas: en el estudio y en la enseñanza en universidades y colegios; por medio de publicaciones; en la catequesis y oratorios; por medio de la realización de misiones populares y Ejercicios Espirituales; en la educación y formación cristiana de niños y jóvenes; en las obras de caridad con los más necesitados (niños abandonados, minusválidos, enfermos, ancianos, etc).


Nuestra Historia

El 19 de marzo de 1988, fiesta de San José, se iniciaba la experiencia religiosa de la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado. Éste había comenzado cuatro años atrás, el 25 de marzo de 1984.

Con la Misa solemne presidida por Mons. León Kruk, por entonces Obispo de San Rafael, en la casa que les habían donado a las Hermanas en la calle Represa y Rawson, se dio comienzo oficial al Instituto de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará.

Aprobación como Instituto de Derecho Diocesano

Mons. Andrea Maria Erba, Obispo de Velletri-Segni, donde se encuentra la sede principal de las Servidoras, ha erigido nuestro Instituto como Instituto Religioso de derecho diocesano, el día 24 de marzo 2004, en las primeras Vísperas de la Solemnidad del Verbo Encarnado.

El decreto de aprobación fue leído durante la Santa Misa de acción de gracias por el 20 aniversario de la fundación del Instituto del Verbo Encarnado, en el Altar de la Cátedra de la Basílica San Pedro, Roma. La Santa Misa fue presidida por Mons. Erba y concelebrada por Mons. Tricarico y por más de 50 padres del IVE de Italia y misioneros y sacerdotes diocesanos. Participaron las Servidoras de todas las comunidades de Italia.


Nuestro Nombre

El nombre de “servidoras” es una referencia a las mujeres fieles que se encontraban al pie de la Cruz (Ls 8,1-3) usado por San Luis María Grignion de Montfort en la Verdadera Devoción. La segunda parte del nombre “del Señor y la Virgen de Matará” se refiere a Cristo Crucificado y a su Madre Santísima que se encuentran en la Cruz de Matará usada por las hermanas, ya que Jesús en su Cruz y la Virgen María debe ser los fundamentos de nuestra espiritualidad. [Cf. Rev. Padre Carlos Buela, Las Servidoras I, Capítulo I, pag.27]

Nuestro Carisma


Encarnación

Consideramos que nuestra Espiritualidad debe estar profundamente marcada por el misterio de la Encarnación en sus múltiples aspectos.

Queremos estar anclados en el misterio sacrosanto de la Encarnación, que es “el misterio primero y fundamental de Jesucristo[Beato Juan Pablo II, Angelus, Domingo 6 de septiembre de 1981, 1.]” y desde allí lanzarnos osadamente a restaurar todas las cosas en Cristo[Ef 1,10]. Queremos ser otra Encarnación del Verbo para encarnarlo en todo lo humano.

Nuestra religión católica “es una doctrina, pero sobre todo es un acontecimiento: el acontecimiento de la Encarnación, Jesús, Hombre-Dios que ha recapitulado en sí el Universo (cf. Ef 1,10)” (Juan Pablo II).

Del hecho de la Encarnación redentora queremos sacar luz y fuerzas siempre nuevas, ya que Jesucristo es fuente inexhausta de Ser, de Verdad, de Bondad, de Belleza, de Vida, de Amor.

¿Por qué ‘anclados en el misterio de la Encarnación’? Porque «deseamos vivir intensamente las virtudes de la Trascendencia, la Fe, la Esperanza y la Caridad, a fin de ser sal y luz del mundo, sin ser del mundo. Porque queremos vivir intensamente las virtudes del anonadarse: humildad, justicia, sacrificio, pobreza, dolor, obediencia, amor misericordioso… en una palabra tomar la cruz.[Cf. Mt 16,24]

Hay que estar en el mundo y asumir en Cristo todo lo humano. No asumiendo lo que no es asumible, como es el pecado, el error, la mentira, el mal.

Para ello tomamos, como elementos fundamentales para permear con el Evangelio las culturas, las enseñanzas de la Constitución Pastoral ‘Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, las Exhortaciones Apostólicas ‘Evangelii Nuntiandi’ y ‘Catechesi Tradendae’; discursos del Papa Juan Pablo II, el Documento de Puebla , la Carta Encíclica ‘Slavorum Apostoli’, la Carta Encíclica ‘Redemptoris Missio’, la Exhortación Apostólica postsinodal ‘Pastores dabo vobis’, y todas las futuras directivas, orientaciones, enseñanzas del Magisterio ordinario de la Iglesia que puedan darse en el futuro sobre el fin específico de nuestra pequeña familia religiosa.


Evangelización de la Cultura

El fin que nos proponemos es doble. Por un lado, buscar la gloria de Dios y la salvación de las almas –de las nuestras y de las de nuestros hermanos– practicando, especial­mente, las virtudes que más nos hacen participar del anonadamiento de Cristo. [SSVM, Constituciones, 4]

Por otro lado, comprometemos todas nuestras fuerzas para inculturar el Evangelio, o sea, para prolongar la Encarnación en “todo hombre, en todo el hombre y en todas las manifestaciones del hombre”, de acuerdo con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Al respecto enseña S.S. Juan Pablo II: “El término ‘aculturación’ o ‘inculturación’ por muy neologismo que sea, expresa de maravilla uno de los elementos del gran misterio de la Encarnación. [Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae, 53]

- Fin Universal:

Como todo Instituto de vida consagrada tenemos un fin universal y común por el que queremos seguir más de cerca a Cristo con la práctica de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, bajo la acción del Espíritu Santo, para entregarnos a la gloria de Dios, a la edificación de su Iglesia y a la salvación de las almas.

Para esto nos consagramos totalmente a Dios emitiendo votos públicos, manifestando el desposorio admirable establecido por Dios en la Iglesia, signo anticipado de la vida del Cielo.

- Fin Específico:

Queremos, como fin específico y singular, dedicarnos a la evangelización de la cultura, es decir, trabajar para transformar todo lo humano con la fuerza del Evangelio.

Consideramos que algunos de los medios más importantes para alcanzar el fin establecido es trabajar sobre los puntos de inflexión de la cultura, a saber: las familias, la educación –en especial en los seminarios, la universidad y los terciarios–, los medios de comunicación social y los hombres de pensamiento o “intelectuales”, en lo que hace a la iniciación y llamamiento, desarrollo, discernimiento, formación, consolidación, acompañamiento y posterior ejercicio de la vocación al apostolado intelectual. [SSVM, Constituciones, 29]


Esclavitud Mariana


Es nuestra intención manifestar nuestro amor y agradecimiento a la Santísima Virgen, pidiendo obtener su ayuda imprescindible para prolongar la Encarnación en todas las cosas, mediante la profesión de un cuarto voto de esclavitud mariana según San Luis María Grignon de Montfort.

Este cuarto voto (los tres primero son los de castidad, pobreza y obediencia) se realiza en el primer año de formación, en el año del noviciado.


Para alcanzar una disposición de suma, total e irrestricta docilidad al Espíritu Santo, necesitamos que la Santísima Virgen sea el modelo, la guía, la forma de todos nuestros actos, por todo lo cual, con todas las fuerzas del alma, y del corazón, hoy y siempre, decimos: ’¡TOTUS TUUS, MARIA! [SSVM, Constituciones 19]’

Este voto nos obliga a hacer todo con, por, en y para María, marianizando nuestra vida en una materna esclavitud de amor.


Amor a las 3 cosas blancas

A la única Iglesia de Cristo es esencial la dimensión mariana, como le es esencial la dimensión eucarística y la dimensión petrina[Cf. SSVM, Directorio de Espiritualidad, 300-312].

- La Eucaristía:

El fundamento más profundo de nuestra unidad como familia religiosa lo encontraremos siempre en la Eucaristía, que perpetúa el sacrificio de la Cruz. Ella debe ser uno de nuestros grandes amores, ya que es el signo inequívoco del amor sin medida de Dios a los hombres, de Dios que quiere quedarse entre los hombres, de Dios que se entrega totalmente al hombre: “En la Eucaristía, la lógica de la Encarnación alcanza sus extremas consecuencias”[Juan Pablo II, Alocución dominical (19/07/1981), 2; OR (26/07/1981), p. 2.].

Debemos adorar y tener siempre un particular amor al Santo Sacrificio de la Misa, que es el verdadero sacrificio “de alabanza”, “puro, inmaculado y santo”[Misal Romano, Plegaria Eucarística I], “agradable... y salvación para todo el mundo”[Misal Romano, Plegaria Eucarística IV], que “nos abre ca­mi­no” hacia el Padre[Misal Romano,Plegaria Eucarística V], “único”[Misal Romano, Plegaria Eucarística sobre la reconcilia­ción I], “de reconciliación perfecta”[Misal Romano, Plegaria Eucarística II], “nuestro”[8Misal Romano, Plegaria Eucarística para las Misas con niños II], “vivo”[Misal Romano, Plegaria Eucarística III]. Por eso en la Liturgia Eucarística Cristo habla, ante todo, con la fuerza de su Sacrificio. Es un discurso muy conciso y al mismo tiempo ardiente. Debemos saber escucharlo atentamente.

- La Virgen María

La Virgen María debe ser otro de nuestros grandes amores. Por su unión con Cristo y con la Iglesia. Por habernos engendrado a nosotros, los miembros, junto a la Cabeza. Por habernos sido dada como Madre cuando estaba de pie al pie de la Cruz: He ahí a tu hijo (Jn 19,26).La Santísima Virgen María es modelo de comunión eclesial “en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo”[LG, 63], ella “es la imagen y principio de la Iglesia... antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo”[LG, 68].

Ella está en medio de los Apóstoles, en el corazón mismo de la Iglesia naciente: perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la Madre de Jesús, y con los hermanos de éste (Act 1,14), y de la Iglesia de todos los tiempos.

Debemos ser Apóstoles de María entregándonos a Ella en la materna esclavitud de amor y haciendo todo “por María, con María, en María y para María”[VD, nº 257].

Téngase siempre en los momentos de eutrapelia un recuerdo de la Santísima Virgen. Hágase igual cuando ocurran actividades culturales, ya que después de Jesucristo nadie hace tanto por la evangelización de la cultura como nuestra Madre del cielo.

- El Santo Padre

Nuestro tercer gran amor debe ser siempre la blanca figura del Papa. “Allí donde está Pedro, allí está la Iglesia”[San Ambrosio, Enarr. In Psalmos, XL, 30] y “Pedro habla por la boca de León”[Aclamación de los padres conciliares de Calcedonia (451), al concluirse la lectura del Tomus ad Flavianum de San León I, Magno]. Luego de que Simón da testimonio de Cristo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16), Cristo da testimonio de Simón: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16,18)

Hacemos nuestra la enseñanza de San Ignacio de Loyola: “Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina”[EE, [365]]. Por tanto, seguros de que esa es la voluntad de Jesucristo, “permanezcamos sordos cuando alguien nos hable prescindiendo del Papa, o no explícitamente en favor del Papa y de la sana y exacta doctrina de la Iglesia: los tales no son plantación del Padre Celestial, sino malignos retoños de herejías que producen fruto mortífero”[San Luis Orione, Cartas de Don Orione, Carta de Pentecostés de 1912, Ed. Pío XII, Mar del Plata 1952, p. 184]. Recordemos siempre que “al Papa se le debe amar en cruz; y quien no lo ama en cruz, no lo ama de veras. Estar en todo con el Papa quiere decir estar en todo con Dios; amar a Jesucristo y amar al Papa es el mismo amor”[San Luis Orione, Cartas, I, p. 99; cit. OR (24/07/­1992), p. 1], ya que “... amar al Papa, amar a la Iglesia, es amar a Jesucristo”[San Luis Orione, Cartas de Don Orione, Carta del 01/07/1936, Ed. Pío XII, Mar del Plata 1952, p. 133].

para saber más sobre esta Congregación, hacer click aquí

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estas monjitas me encantan. Son un instituto naciente, que florece en muchas vocaciones. Tienen misiones por todas partes, son unas genias! En los lugares mas extremos y difíciles! eso si que es ser misioneras!
Ademas, no son ningunas tontas o improvisadas, estudian un montón, se forman y preparan muy bien para ir a la Misión.
son muy marianas y tienen también la Rama de Clausura ... completitas!
Agustina

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