Ciudad del Vaticano, 04 de enero de 2015 (Zenit.org) Este primer domingo del año el santo padre Francisco, rezó el ángelus desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos le aguardaban. Antes de la oración dirigió las siguientes palabras:
“Queridos hermanos y hermanas, buenos días. ¡Que lindo domingo nos regala el nuevo año!, ¡que lindo día!
Dice san Juan en el evangelio que hemos leído hoy: 'En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. Venía al mundo la luz verdadera, la que ilumina a cada hombre'.
Los hombres hablan mucho de la luz, pero con frecuencia prefieren la tranquilidad engañosa de la oscuridad. Nosotros hablamos tanto de la paz pero con frecuencia recurrimos a la guerra, o elegimos el silencio cómplice o no hacemos nada de concreto para construir la paz. De hecho dice San Juan: 'Vino entre los suyos y los suyos no lo han acogido'. Porque el juicio es éste: la luz, Jesús, vino al mundo pero los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malvadas. Quien hace el mal odia la luz y no sale hacia la luz para que sus obras no sean descubiertas. Así lo dice en el evangelio san Juan: el corazón del hombre puede rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque la luz pone al descubierto sus obras malvadas. Quien hace el mal odia la luz, quien hace el mal odia la paz.
Hemos iniciado hace pocos días el nuevo año en el nombre de la Madre de Dios, celebrando la Jornada Mundial de la Paz sobre el tema “Nunca más esclavos, sino hermanos”.
Mi deseo es que se acabe la explotación del hombre por el hombre. Esta explotación es una herida social que mortifica las relaciones interpersonales e impide una vida de comunión que busca el respeto, la justicia y la caridad. Cada hombre y cada pueblo tienen hambre y sed de paz, cada hombre y cada pueblo tienen hambre y sed de paz. Por lo tanto es necesario y urgente construir la paz. Seguramente la paz no es solamente ausencia de guerra, pero una condición general en la cual la persona humana está en armonía con si misma, con la naturaleza y con los otros. Esta es la paz.
Entretanto para hacer callar las armas y apagar los focos de guerra es una condición inevitable dar inicio a un camino destinado a alcanzar la paz en sus diferentes aspectos.
Pienso en los conflictos que ensangrientan aún demasiadas regiones del planeta, en las tensiones en las familias y en las comunidades. En cuantas familias y en cuantas comunidades también parroquiales hay guerra. Como las divergencias existentes en nuestras ciudades y en nuestros países entre grupos de diverso origen cultural, étnico y religioso.
Tenemos que convencernos, a pesar de las apariencias contrarias, que la concordia siempre es posible, en todo nivel y en cada situación. ¡No hay futuro sin propósitos y proyectos de paz! ¡No hay futuro sin la paz!
Dios en el Antiguo Testamento hace una promesa, e Isaías dice: “Romperán sus espadas y harán arados, con sus lanzas harán hoces; una nación no levantará más la espada contra otra nación, no aprenderán el arte de la guerra”. ¡Bello!
La paz es anunciada, como un don especial de Dios, con el nacimiento del Redentor: “Paz en la tierra a los hombres que Dios ama”. Tal don hay que implorado incesantemente en la oración. Acordémonos, aquí en la plaza de ese cartel: 'En la raíz de la paz está la oración'.
Tiene que ser implorado este don y tiene que ser acogido cada día con empeño, en las situaciones en las que nos encontramos. En el alba de un nuevo año, todos nosotros estamos llamados a encender nuevamente en el corazón un impulso de esperanza, que tiene que traducirse en obras concretas de paz.
Tú no estás bien con aquel, haz la paz; en tu casa, haz la paz; en tu comunidad, haz la paz; en tu trabajo, haz la paz. Obras de paz, de reconciliación y de fraternidad.
Cada uno de nosotros tiene que cumplir gestos de fraternidad hacia el prójimo, especialmente de quienes están probados por las tensiones familiares o por dificultades de varios tipos.
Estos pequeños gestos tienen tanto valor y pueden ser semillas que dan esperanza y pueden abrir caminos y perspectivas y de paz. Invoquemos ahora a María, Reina de la Paz. Ella durante su vida terrena, ha conocido no pocas dificultades, relacionadas a la fatiga cotidiana de la existencia. Pero nunca perdió la paz de su corazón, fruto del abandono confiado en la misericordia de Dios. A María, nuestra tierna Madre, pedimos indique al mundo entero el camino seguro del amor y de la paz.
(Oración del ángelus)
Consistorio sobre la reforma de la curia y 20 nuevos cardenales
El papa anunció en el ángelus, que la elevación a la púrpura será el 15 de febrero. El 12 y el 13 de febrero será el consistorio con todos los cardenales para reflexionar sobre el orientamiento y las propuestas de reforma de la Curia romana
Ciudad del Vaticano, 04 de enero de 2015 (Zenit.org) Después de las palabras de introducción a la oración del ángelus, en las que el papa Francisco indicó que 'El corazón del hombre puede rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque la luz pone al descubierto sus obras malvadas'; y de presidir la plegaria mariana junto a los miles de peregrinos y fieles reunidos en la plaza, dijo las siguientes palabras:
"Dirijo a todos un cordial saludo, queridos peregrinos que han venido desde Italia y desde varios países para participar en este encuentro de oración. En particular saludo a los fieles de Casirate d’Adda, Alfianello, Val Brembilla y Verona.
A cada uno le deseo que pasen en paz y serenidad este segundo domingo después de Navidad, en el cual se prolonga la alegría del nacimiento de Jesús.
Y como ha sido ya anunciado, el próximo 14 de febrero tendré la alegría de realizar un consistorio, durante el cual nombraré a 15 nuevos cardenales, que provienen de 14 naciones de todos los continentes, lo que manifiesta la indisoluble relación entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo.
El domingo 15 de febrero presidiré una solemne celebración con los nuevos cardenales, mientras que el 12 y el 13 de febrero tendré un consistorio con todos los cardenales para reflexionar sobre el orientamiento y las propuestas de la reforma de la Curia romana.
Los nuevos cardenales son:
1 – Mons. Dominique Mamberti, arzobispo titular de Sagona, prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.
2 – Mons. Manuel José Macário do Nascimento Clemente, patriarca de Lisboa (Portugal).
3 – Mons. Berhaneyesus Demerew Souraphiel, C.M., arzobispo de Addis Abeba (Etiopía).
4 – Mons. John Atcherley Dew, arzobispo de Wellington (Nueva Zelandia).
5 – Mons. Edoardo Menichelli, arzobispo de Ancona-Osimo (Italia).
6 – Mons. Pierre Nguyên Văn Nhon, arzobispo de Hà Nôi (Viêt Nam).
7 – Mons. Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia (México).
8 – Mons. Charles Maung Bo, S.D.B., arzobispo de Yangon (Myanmar).
9 – Mons. Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok (Thailandia).
10 – Mons. Francesco Montenegro, arzobispo de Agrigento (Italia).
11 – Mons. Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B., arzobispo de Montevideo (Uruguay).
12 – Mons. Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid (España).
13 – Mons. José Luis Lacunza Maestrojuán, O.A.R., obispo de David (Panamá).
14 – Mons. Arlindo Gomes Furtado, obispo de Santiago de Cabo Verde (Archipelago de Cabo Verde).
15 – Mons. Soane Patita Paini Mafi, obispo de Tonga (Islas de Tonga).
Uniré además, a los miembros del Colegio Cardenalicio, a 5 arzobispos y obispos eméritos, de diversos países que se han distinguido por su caridad pastoral en el servicio de la Santa Sede y la Iglesia.
Ellos representan a tantos obispos que con la misma solicitud de pastores, han dado testimonio de amor en Cristo y al pueblo de Dios, sean en las Iglesias particulares, que en la Curia romana, o en el servicio diplomático de la Santa Sede.
Ellos son:
1 – Mons. José de Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manizales (Colombia).
2 – Mons. Luigi De Magistris, arzobispo titular de Nova, Pro-penitenciario mayor emérito.
3 – Mons. Karl-Joseph Rauber, arzobispo titular de Giubalziana, nuncio apostólico .
4 – Mons. Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán.
5 – Mons. Júlio Duarte Langa, obispo emérito de di Xai-Xai.
Recemos por los nuevos cardenales, para que renovando su amor por Cristo sean testimonios de su evangelio en la ciudad de Roma y en el mundo. Y con su experiencia pastoral me sostengan en mi servicio apostólico.
Les deso un buen domingo a todos. Es una linda jornada para ir de visita a los museos. Y por por favor no se olviden de rezar por mi”.
Y concluyó con su ya famoso “¡Buon pranzo e arrivederci!”
(Traducido y ampliado con el audio, por ZENIT) (04 de enero de 2015) © Innovative Media Inc.
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