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lunes, 12 de enero de 2015

La fe en casa: La Bendición de la mesa

Bendecir la Mesa, una costumbre que ayuda a que nuestros hijos vivan en un ambiente cristiano.

La Bendición de la mesa es una costumbre antiquísima entre los cristianos; y, antes, entre nuestros hermanos mayores, los judíos. En los relatos evangélicos se puede observar como el propio Jesús, nuestro Señor, lo hacía. No sólo en la última cena, sino que, por ejemplo, antes de multiplicar los panes, bendice al Padre, pronuncia la bendición de agradecimiento. Lo mismo hacen los discípulos, como se puede apreciar en el libro de Los Hechos de los Apóstoles y otros del Nuevo Testamento.


¿Qué significa bendecir algo o a alguien?

Bendición, bendecir, es un término de raíz latina que significa decir bien, decir algo bueno sobre algo o alguien; desearle un bien.

La Sagrada Escritura está transida de la alegría por las bendiciones de Dios, y exhorta muy a menudo a bendecir a su vez al Autor de todo nuestro bien: ‘Bendecid al Señor sus Ángeles todos, bendecidle, hijos de los hombres: todo ser que alienta bendiga al Señor..., dice el Cántico de los Tres Jóvenes.

Una de las Cartas de san Pablo comienza con esta explosión de alegría: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos y sin mancha en su presencia por el amor”(Ep. a los Efesios, cap. 1)

En realidad es Dios quien nos bendice con su Amor. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don ("bene-dictio", "eu-logia"). Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es bendición.

Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones. “En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre con toda clase de bendiciones espirituales" (Ef 1,3). Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo.(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1671).


La Bendición de la mesa o los alimentos

La bendición de la mesa es una acción de gracias y una sencilla petición, que sigue la estela del Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó, donde pedimos: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, recordando así la procedencia de esos y de todos los bienes -vienen de Dios- que nos deleitan y nos alimentan, y que son completamente necesarios para el hombre.

Al recordar que vienen de Dios y son para todos, nos alienta a hacer de nuestra parte todo lo que podamos para que a nadie le falten, empezando por la personal moderación en su uso; moderación que debe ser sincera y alegre, y que es señal de que no ponemos en la acumulación y goce de esos bienes fungibles la clave de nuestra felicidad.

Hay algunas fórmulas de bendición muy ricas de contenido, otras muy sencillas (Benedictus benedicat: que el Bendito nos bendiga, por ejemplo) o incluso un tanto infantiles (El Niño Jesús que nació en Belén bendiga estos alimentos y a nosotros también). Todas pueden ayudar, según las circunstancias y la costumbre de la familia de que se trate, aunque tal vez habría que prescindir de las que tengan un tono demasiado jocoso o incompatible con la idea de oración.

Lo mismo cabe decir acerca de a quién corresponde en la casa hacer la bendición. En muchas familias es costumbre que lo haga la madre, que tal vez es la que los ha preparado y a la que todos miran esperando (y agradeciendo) que cuide de todos de ese modo tan maravilloso. O el padre, como cabeza de familia. No faltan hogares en que de buena gana se le pide al más pequeño que dirija la bendición, como signo del respeto y cariño a los niños que Jesús enseñó; o que la hacen por turno los hijos. Lo importante en cualquier caso es que es una oración familiar, un detalle que hace brillar el carácter cristiano de aquel hogar.


Algunas sugerencias prácticas

Es frecuente en la actualidad que los miembros de la familia coman a distintas horas o en distintos sitios, o que la cena sea poco más que un asunto que cada uno se despacha por su cuenta. Pero siempre hay algunas comidas especiales; tal vez el domingo, o la comida en casa de la abuela. Se le puede dar un valor especial precisamente con la bendición.

También es buena cosa enseñar a bendecir incluso cuando uno come sólo. De ese modo se adquiere el hábito de vivir en presencia de Dios con sencillez a lo largo del día, y no sólo, por ejemplo, en el templo.

Hay quien, para fomentar la costumbre entre los más pequeños, escribe en un papel la fórmula, de un modo más o menos artístico, y lo pone en un imán de la nevera, o en un cartelito para que pueda leerlo en voz clara aquel que le toca ese día.

Van algunas fórmulas. La primera es la que se recoge en los bendicionales de la Iglesia. Que lo disfrutes.


Fórmulas para la bendición de la mesa

Bendición

V. Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a tomar.
R. Amén.
V. El Rey de la gloria eterna nos haga partícipes de la mesa celestial.
R. Amén.

Acción de gracias

V. Te damos gracias por todos tus beneficios, omnipotente Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
V. El Señor nos dé su paz.
R. Y la vida eterna. Amén.
Hay otras muchas fórmulas. Se adjuntan algunas, tanto de bendición antes de comer como de acción de gracias al terminar.

Bendición al comenzar

1. En el nombre del Padre...
Bendícenos, Señor, y bendice los alimentos que vamos a tomar para mantenernos en tu santo servicio. Amén.
2. Bendícenos, Señor, y bendice nuestros alimentos. Bendice también a quienes nos los han preparado, y da pan a los que no lo tienen.
3. Bendice, Señor, a cuantos hoy comemos este pan Bendice a quienes lo hicieron y haz que juntos lo comamos en la mesa celestial.
4. Porque me das de comer, muchas gracias, Señor. Sé que hay muchos hombres que hoy no comerán... Danos a todos el pan de cada día.

Acción de gracias al terminar

1. Te damos gracias, Señor, por el alimento que nos has dado; haced que de él nos sirvamos siempre para nuestro bien.
2. Gracias por todos tus dones. Que el Rey de la eterna gloria nos haga partícipes de la mesa celestial. Amén.
3. Gracias, Señor, porque, de nuevo, hemos podido alimentarnos con los dones que Tú generosamente nos das. Señor, que no haya más hambre en el mundo.
4. Te agradezco, Señor, esta alegría de la mesa: el alimento y la compañía de los míos. Bendice siempre a esta familia y a quienes no tienen ni hogar ni pan.

(Fuente: catholic.net)

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