LA HABANA.- "Nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas."
En una multitudinaria misa en la Plaza de la Revolución, el corazón del poder político de Cuba, Francisco condenó ayer las ideologías, en lo que fue interpretado como una velada crítica al régimen comunista que gobierna aquí desde hace más de medio siglo. Y llamó a servir, luchar y defender a las personas "de carne y hueso" más sufrientes, frágiles y desprotegidas, dejando de lado "todo tipo de elitismo" y "los deseos de omnipotencia". Fue durante una homilía pronunciada en un altar al lado de la silueta gigante del Che Guevara, en la que no hizo referencia a la disidencia cubana.
"La importancia de un pueblo, de una nación, la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve a la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad", afirmó el Papa, que después de la misa tuvo una reunión con Fidel Castro. Por la tarde, recibió el calor de los cubanos cuando recorrió en el papamóvil las callecitas de La Habana vieja y luego, otra vez, durante un encuentro con sacerdotes y jóvenes.
"Quien no vive para servir no sirve para vivir", sentenció el Papa, citando una célebre frase de la Madre Teresa, cuya imagen se destacaba, junto a la de Francisco, en una pancarta al costado del altar.
Bajo un calor tropical, lo escuchaban en primera fila el presidente cubano, Raúl Castro, vestido de guayabera blanca, y la presidenta argentina, Cristina Kirchner, que se protegía con un amplio sombrero y abanico.
"Hay un servicio que sirve. Pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del servicio que «se sirve». Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de los nuestros. Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión", dijo Francisco. Éste giró en torno de la pregunta que se hacían los discípulos, "¿Quién es el más importante?", que Jesús respondió muy simplemente, recordó el Papa.
"«Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.» Quien quiera ser grande que sirva a los demás, no que se sirva de los demás", explicó. Sus palabras aludieron elípticamente a la sociedad cubana, donde pese a los ideales igualitarios aún hay grandes desigualdades entre ricos y pobres y también donde los "importantes" son los que pertenecen al Partido Comunista, del cual los católicos en el pasado estaban excluidos.
El ex arzobispo de Buenos Aires había llegado en papamóvil a la Plaza de la Revolución a las 8.20, en medio de un gran entusiasmo de la multitud. "Se ve, se siente, el Papa está presente", cantaban cientos de miles de fieles, que agitaban banderitas del Vaticano y de Cuba.
Durante la misa, a la que el Vaticano estima que asistieron 200.000 personas, el Papa también dijo que no se puede permitir "otro fracaso más" en el diálogo de paz entre las FARC y el gobierno colombiano, proceso que se desarrolla desde 2012 en La Habana. "Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación", clamó Francisco.
Fiel reflejo de la dramática situación económica que vive la isla, no había pantallas gigantes en el lugar. Y el clima era vigilado, casi frío, consecuencia de décadas de persecución y hostigamiento a la Iglesia Católica de parte del régimen comunista, que más allá de las tímidas aperturas de los últimos años sigue combatiendo a quien piensa distinto.
De hecho, poco antes de que comenzara la misa, fue detenido un grupito de cuatro disidentes que intentaron acercarse a Francisco. Uno de ellos, al grito de "¡Abajo Fidel!", logró que el Papa lo bendijera apoyándole una mano en la cabeza. Segundos más tarde, agentes de seguridad lo alejaron brutalmente del lugar, en una escena que pocos lograron ver, que también se había dado en una de las misas que celebró Benedicto XVI aquí, en marzo de 2012.
"Todos esperamos de esta visita del Papa muchas bendiciones y que vengan cosas buenas. Son tiempos difíciles, de desunión, para los cubanos", dijo a LA NACION Rocío Ramírez, que como la mayoría de los asistentes se tomó una "guagua" (colectivo) para viajar desde Santa Cruz del Norte, a 43 kilómetros de esta capital, para verlo a Francisco.
"Mi familia está en Miami, no la veo desde hace mucho, la conozco en fotos, son primos segundos, ojalá haya paz con Estados Unidos. Llevamos mucho tiempo de discordia", agregó esta asistente dental de 33 años, que no ocultaba su emoción por ver por primera vez a un papa.
No era el caso de Ricardo Mínguez Núñez, católico de 67 años, que había estado en las misas que tanto Juan Pablo II y Benedicto XVI celebraron en el mismo emblemático lugar, en 1998 y 2012. "La diferencia es que esta vez soy un privilegiado, me pusieron en las primeras filas y se me erizan los pelos, no me lo creo", dijo a LA NACION, feliz.
"Estuve en la misa en la que Juan Pablo II dijo que «Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba» en 1998, y eso ha madurado. Ha cedido la mentalidad de la jerarquía y la apertura de Cuba es inevitable, el Papa seguro lo va a hablar con Raúl", dijo Ricardo, carnicero y operador de excavadora.
Imposible saber si en el encuentro privado que Francisco tuvo más tarde con Raúl Castro en el Palacio de la Revolución, donde fue recibido con alfombra roja, se hizo realidad la premonición de Ricardo.
Luego, antes de un encuentro con sacerdotes, obispos y seminaristas en la catedral de La Habana, fuera de agenda, Francisco hizo una breve visita a la Iglesia Reina, cuartel general de los jesuitas. Entonces, por las calles de La Habana vieja, estalló el júbilo y el fervor que no se había visto en la misa. "Francisco, amigo, el pueblo está contigo", gritaba la gente agolpada detrás de las vallas.
El mismo entusiasmo hubo más tarde en un encuentro con jóvenes, a quienes Francisco -que hoy volará a Holguín y luego a Santiago de Cuba- invitó a "no encerrarse en los conventillos de las ideologías", y a soñar, a abrirse a cosas grandes. "No sé si en Cuba existe la palabra, en la Argentina decimos «no te arrugués», abrite y soñá, que el mundo con vos puede ser distinto", dijo. "Soñá que si vos ponés lo mejor de vos, vas a ayudar a que ese mundo sea mejor. No se olviden, sueñen", exhortó.
El Papa y Fidel, en un encuentro "informal" y "fraterno"
Francisco visitó al líder histórico de la revolución en su casa de La Habana; la reunión duró entre 30 y 40 minutos
LA HABANA.- Tal como se esperaba, finalmente el papa Francisco y el comandante Fidel Castro tuvieron ayer un primer e histórico cara a cara de entre 30 y 40 minutos, donde reinó un clima "muy familiar, informal y fraterno", según contó a la prensa Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede.
A diferencia del anterior encuentro entre el líder máximo cubano y Benedicto XVI, que tuvo lugar en la nunciatura en marzo de 2012, por el frágil estado de salud de Fidel, que cumplió 89 años el 13 de agosto pasado y que ya casi no sale, fue Francisco quien fue a visitarlo a su casa del oeste de esta capital.
"El encuentro fue muy familiar, informal y fraterno, participaron la mujer del comandante, sus hijos y nietos, no más de diez personas, y duró entre 30 y 40 minutos", dijo Lombardi. Una imagen que difundió la familia Castro muestra a Fidel muy delgado, con su legendaria barba y vestido con un clásico buzo deportivo.
"La conversación entre el Papa y Fidel versó sobre los temas de reflexión del magisterio del papa Francisco sobre la humanidad, sobre su futuro, la situación mundial actual, la crisis ambiental", precisó el vocero. "Fue un diálogo informal entre dos personas, también favorecido por el idioma común, mientras que, cuando hace tres años tuvo lugar la reunión con Benedicto XVI en la nunciatura de La Habana, más bien fue Castro quien hizo preguntas", agregó.
En esa oportunidad, el líder máximo -alejado del poder por una grave enfermedad intestinal desde 2006, pero aún presente en la vida de los cubanos en gigantografías con leyendas que van desde "venceremos" hasta "socialismo o muerte"- le pidió a Joseph Ratzinger que le aconsejara libros sobre religión. El papa emérito alemán le envío entonces, más tarde, algunos libros de su autoría. Y acordándose de esto, según dijo Lombardi, Francisco le llevó de regalo varios volúmenes. Dos libros del sacerdote italiano Alessandro Pronzato, biblista: uno sobre la religión y el humor, y otro titulado Evangelios incómodos. Otro ejemplar del padre Armando Llorente, un jesuita que fue uno de los tutores de Fidel -que, al igual que su hermano Raúl, se educó en un colegio jesuita-, de quien también le donó dos CD con sus sermones. Como es su costumbre, también le obsequió un ejemplar de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium ("La alegría del Evangelio") y de la encíclica Laudato si' ("Alabado seas"), los dos documentos más importantes de su pontificado.
Fidel, que siempre estuvo interesado en la religión, más allá de que prácticamente la prohibió al proclamar la victoria de la Revolución y una república socialista y atea hace 56 años, a su turno le regaló al Papa un ejemplar de Fidel y la religión, conversaciones con Frei Betto.
"Para el papa Francisco en ocasión de su visita a Cuba, con la admiración y el respeto del pueblo cubano", escribió en su dedicatoria.
En su encuentro del 28 de marzo de 2012 con Benedicto XVI, Castro había sorprendido al hacerle una virtual entrevista a Joseph Ratzinger. "¿Qué hace un papa?", le había preguntado. Y Benedicto XVI le había explicado que estaba "al servicio de los pueblos que visita en los diversos viajes y al servicio de la Iglesia Universal".
También esa vez el diálogo duró unos 30 minutos. Lo curioso fue que el primer tema tocado fue el de la edad. "Sí, soy anciano, pero todavía puedo cumplir mi deber", le dijo entonces Benedicto XVI a Fidel. Pero el papa alemán justamente en ese viaje comenzó a pensar en su renuncia, que tuvo lugar 11 meses más tarde.
escrito por Elisabetta Piqué
(fuente: lanacion.com.ar)
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