Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
(Mc 9, 30-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero El no quería que nadie, lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará". Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutían por el camino?" Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a Mí me recibe. Y el que me reciba a Mí, no me recibe a Mí, sino a Aquel que me ha enviado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
31. “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.” Mezcla siempre lo adverso con lo próspero, para que cuando ocurra lo primero no se acobarden los Apóstoles, estando ya preparados para el desenlace.
32. “Ellos no entendían lo que les decía…” Esta ignorancia de los discípulos nacía no tanto de falta de inteligencia como de su amor al Salvador, porque no podían creer, sujetos aún a la carne e ignorando los misterios de la cruz, que hubiera de morir aquél que conocían como verdadero Dios. Y como estaban acostumbrados a oírle hablar mediante parábolas y les horrorizaba la idea de su muerte, se deleitaban creyendo que debía ser también una parábola lo que decía de la traición que habían de hacerle y de su pasión.
33-35. Parece que la disputa de los Apóstoles sobre la primacía surgió de haber visto que Pedro, Santiago y Juan habían sido llevados con preferencia al monte, y que allí se les había confiado algo en secreto; y que a Pedro según refiere San Mateo (cap. 16) le habían sido prometidas las llaves del reino de los cielos. Viendo, pues, el Señor el pensamiento de sus discípulos, cuida de corregir con la humildad el deseo de gloria, enseñando con autoridad que no debe buscarse la primacía sino por el ejercicio de una sencilla humildad. Por eso sigue: y sentado llamó a los Doce y les dijo: si alguno de vosotros quiere ser el primero, sea el último de todos.
36-37. Después de esto les presenta como ejemplo la inocencia de los niños. Por eso sigue: “Y tomando a un niño”, etc.
En lo cual, o aconseja simplemente a los que quieren ser los primeros que reciban en honor suyo a los pobres de Cristo, o que sean niños en la malicia, a fin de que conserven la sencillez sin arrogancia, la caridad sin envidia, y la devoción sin ira. El abrazar al niño significa que los humildes son dignos de su abrazo y su amor. Y añade en mi nombre para que guiados por la razón adquieran en nombre de Cristo la virtud que observa el niño guiado por la naturaleza. Pero para que no se crea que al enseñar que era honrado en los niños se refería sólo a lo que acababan de ver, añade: “Y cualquiera que me acoge, no tanto me acoge a mí, como al que a mí me ha enviado”, etc., queriendo ser considerado en igual grado que su Padre.
Beda, in Marcum, 3, 39
(fuente: deiverbum.org)
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