Cada año, en el amanecer del 6 de enero, muchos niños esperarán que pasen por sus casas los Reyes Magos y les dejen regalos; algunos les dejarán agua y un poco de pasto para sus camellos ya cansado de tanto trajinar (son muchísimos kilómetros en poquito tiempo para visitar tantos niños, ¿no?).
Los Reyes Magos son mencionados en los Evangelios (Mateo 2, 1-12). Aunque el adjetivo "magos" está mal usado porque es una traducción equivocada del vocablo persa "magis", que significa "sacerdotes". Las Sagradas Escrituras no especifica cuantos fueron los que visitaron al Niño Dios, cuales fueron sus ofrendas ni como se llamaban.
San Mateo dice que venían de Oriente: para los judíos de aquel entonces, hablar de Oriente es referirse a Persia, Arabia o Caldea.
Mas tarde la tradición les llamó "reyes", por alusión al salmo 72,10-11 : "Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones". Después, la tradición los llamó
→ Melchor, tradicionalmente un anciano blanco con barbas, trae como regalo oro que representa la realeza de Cristo.
→ Gaspar, joven, de piel morena, trae incienso, representando la divinidad de Cristo.
→ Baltasar, de raza negra, ofrece al Niño Dios mirra (sustancia que se utiliza para embalsamar cadáveres) representando Su humanidad, el sufrimiento y la muerte del Señor.
Melchor, Gaspar y Baltasar (según ciertas creencias representan a Europa, Asia, y África respectivamente) llegaron en un caballo, en un camello y un elefante (o en tres camellos dependiendo del país) trayendo consigo oro, incienso y mirra. Es probable que hayan sido más de tres los sacerdotes persas que fueron a adorar a Jesús en un pesebre.
Los Padres de la Iglesia reconocían en la adoración del Niño por los Reyes Magos, la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos no eran parte del pueblo de Israel, pero supieron utilizar sus conocimientos para descubrir al Salvador. Se cumplió primero en ellos la profecía de que por medio de Israel, Dios se manifestaría a todos los hombres. Jesús vino para salvar a todos, no solo los judíos.
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