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sábado, 22 de diciembre de 2007

San José: su silencio, su disponiblidad, su misión aceptada

Uno de los personajes más importantes en el principio de la vida terrenal de Jesucristo fue José, quien fuera esposo de María.


Su papel aparenta ser secundario en esta bella historia, hoy se diría de él: "un hombre de perfil bajo". Pero su disponibilidad para cumplir la Voluntad de Dios fue ejemplar.


Si uno se pone por un momento en la piel de este gran hombre, caerá en la cuenta en lo difícil que fue aceptar la realidad que le tocó vivir después de haberse comprometido a casarse con María. Habrá sido duro para él enterarse del embarazo de su prometida siendo que nunca habían tenido contacto físico alguno.


Sin embargo, creyó en Dios. Más allá de que su humanidad le impedía comprender el misterio de la Encarnación de Dios, dio un gran salto de fe y aceptó la misión que el Señor le había encomendado en su plan de Salvación.


Leyendo en los Evangelios los relatos de los momentos previos al nacimiento de Jesús, veremos que las palabras de José son prácticamente escasas. Su actitud es la del silencio.


Al respecto, Benedicto XVI, Nuestro Santo Padre, afirma que lo de San José es "Un silencio impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en actitud de disponibilidad total a la voluntad divina" que "no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en el corazón, y que guía cada uno de sus pensamientos y acciones"."Un silencio por el que José, junto con María, custodia la Palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, comparándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración (...) y de confianza sin reservas en su providencia. No es exagerado pensar que Jesús aprendiera -desde el punto de vista humano- precisamente del "padre" José, esa intensa interioridad, que es la premisa de la auténtica justicia, la justicia "superior", que un día enseñará a sus discípulos".


"¡Dejémonos contagiar por el silencio de san José! -concluyó el Papa-. Nos hace tanta falta en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación de la Navidad, cultivemos el recogimiento interior para acoger y custodiar a Jesús en nuestra vida".

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