
En el año 2001 inició su carrera profesional a los 18 años en el poderoso São Paulo FC de Brasil, en donde ganó un Supercampeonato de la Liga Paulista en 2002. Sus destacadas actuaciones hicieron que los principales clubes de Europa se fijaran en él y fue el AC Milan de Italia el que finalmente logró incorporarlo a sus filas en 2003.
Precisamente en el Milan pudo conquistar una Liga Italiana y una Supercopa de Italia en 2004, dos Supercopas de Europa en 2003 y 2007, una Liga de Campeones de Europa y un Camperonato Mundial de Clubes en 2007.
Forma parte de la Selección Brasileña de Fútbol desde 2002, integró el plantel que se consagró Campeón en el Mundial de Corea y Japón en 2002. Después lideró a su Selección para la obtención de la Copa América en 2004 y la Copa de Confederaciones en 2005 (en ambas finales, Brasil derrotó a Argentina) .

Más allá de todos los logros internacionales, más allá del masivo reconocimiento en todo el mundo, más allá de la gran fortuna que está construyendo con sus suculentos contratos que tiene en el Milan y con distintas empresas, Kaká es un jugador de perfil bajo, de gran y ejemplar humildad: reniega de autoproclamarse el mejor del mundo y prefiere elogiar a muchos colegas.
Kaká: un joven muy jugado por Cristo
Kaká es miembro de la Iglesia Evangélica. A contrapartida de un ambiente en donde entre las super estrellas del deporte super profesionalizado sobreabunda la vanidad, en donde muchos sucumben ante las tentaciones mundanas, es llamativo y hasta conmovedor como Kaká toma distancia de todo y de todos y habla de Jesús.
Luego de convertir algún gol o festejar algún título obtenido, sea con la Selección de Brasil o con el Milan, Kaká muestra a las cámaras fotográficas y a las de televisión su infaltable remera con la leyenda "I belong to Jesus" (la traducción de la frase es "yo pertenezco a Jesús"), mostrando al mundo un mensaje de su incondicional amor a Jesucristo. Por ejemplo, fue impresionante cuando con el Milan AC salió Campeón Europeo, mientras todos sus compañeros festejaban el título, Kaká no dudó en arrodillarse y rezar en medio del campo de juego agradeciendo a Dios el triunfo.

Aún así, admite que vivir la castidad es muy difícil en este mundo, más aún en un ambiente en donde los futbolistas que ganan fortunas como él son muy tentados por las fiestas, distintos tipos de excesos y son acosados por muchas mujeres de gran belleza física. Al respecto, declaró: "Evité ir a fiestas en discotecas, solo asistí a fiestas organizadas por el Milan AC siempre en compañía de mi mujer. Mis compañeros siempre me miraban sorprendidos por mi estilo de vida, como si vieran a un bicho raro".
Respecto a su proyecto de vida, dijo: "Siempre he pensado en el matrimonio. Con Caroline estuvimos de novios durante tres años: uno estuvimos juntos en Brasil y otros dos en donde ella siguió viviendo en Brasil y yo en Italia. Soy un chico normal. No fue fácil llegar al matrimonio sin haber estado nunca con una mujer. Con Caroline, nos besábamos y había deseo, pero siempre nos hemos contenido. Si hoy nuestra vida es así de hermosa, creo que es porque hemos sabido esperar".

Si bien Kaká es una persona que no comparte nuestra fe, no deja de ser un gran ejemplo inclusive para todos los que pertenecemos a la Iglesia Católica. Los católicos debemos imitar de este gran futbolista que no oculta el amor a Dios en el lugar en que se encuentre, lo hace con mucha valentía y no se deja condicionar por el "quedirán", incluso en ambientes tan despojados de Dios como en donde hay tanta soberbia, tanto egocentrismo, tanto hedonismo.
Siempre entre las personalidades famosas de este mundo (artistas, políticos, deportistas) tenemos malos ejemplos de sobra. Por eso creemos oportuno realzar la personalidad de un cristiano ejemplar como Kaká, el mejor futbolista del mundo: un grande de verdad que da cátedra de humildad y de amor a Jesús.
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