Durante mucho tiempo (siglos, a decir verdad) se suscitó la polémica respecto al momento exacto en que Jesús nació entre nosotros. Se originaron apasionadas discusiones para determinar un día para la celebración de la Navidad, en donde varios estudiosos llegaron a proponer distintos días.
Lo cierto que es que en los tiempos de Jesús, como en los primeros siglos que le siguieron, la fecha de nacimiento de las personas era algo sin ninguna importancia. Sin ir más lejos, en los Evangelios no se hace mención alguna al día de nacimiento del Mesías, ni siquiera la época del año en podría haber ocurrido.
Recién sobre el Siglo II, los cristianos de Oriente empezaron a celebrar el nacimiento de Jesús fijando la fecha en los primeros días de enero.
El Sol tuvo una gran importancia para los cultos primitivos. La religión persa, de fuerte arraigo en aquella región, inclusive en la Roma Imperial, tenía como principal dios a Mitra, soberano del sol. según la tradición persa, el dios Mitra había nacido el 25 de diciembre y se hacían festejos populosos. Los cristianos de aquellos tiempos vieron oportuna esa fecha para celebrar el "cumpleaños" de Jesucristo.
A fines del siglo IV, San Juan Crisóstomo la implantó en Antioquía y, de allí paso a Constantinopla. A mediados del siglo V se celebraba ya en Jerusalén y por el año 430 en Alejandría desde donde se extendió a otras Iglesias orientales. No obstante, las Iglesias llamadas Ortodoxas, nunca adoptaron absolutamente la fecha del 25 de diciembre y muchas volvieron al 6 de enero, sobre todo luego del cisma del 1059 en que se separaron de Roma.
Es muy probable que Jesús no haya nacido ni un 25 de diciembre ni los primeros días. ¿Por qué? Los pastores (como los que concurrieron a rendir homenaje al Recién Nacido) solo cuidaban sus rebaños durante la primavera y diciembre, en aquellas tierras, es pleno invierno.
Sea como sea, el día exacto del natalicio de Jesús es un dato verdaderamente menor. Lo esencial es celebrar que el mismo Dios, siendo infinitamente Todopoderoso, se hizo hombre, frágil, tomó la débil condición humana para darnos un nuevo sentido para nuestra vida venciendo la muerta y abriendo las puertas de la Vida Eterna en Dios.
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