"Una leyenda cuenta como Dios tuvo misericordia con un hombre que se quejó de su cruz demasiada pesada. Ya no quería llevarla más y le pidió al Señor la oportunidad de elegir la cruz para llevar en su paso por esta vida.
El Señor lo hizo entrar en una sala donde estaban reunidas todas las cruces de los seres humanos, y le dijo: “iElige!”
El hombre se puso a buscar la cruz menos pesada.
Vio una muy fina, pero fue mucho más larga y por eso muy incómoda.
Vio una pequeña; pero queriéndola levantar se dio cuenta de que fue pesada como plomo.
Entonces vio una que le gustó, y se la puso sobre sus hombros.
Pero ésta tuvo una punta afilada que le penetró como una espina en la carne.
Así pudo ver que todas las cruces tenían algo de desagradable.
Y cuando había revisado a todas, no había encontrado todavía nada adecuado.
Entonces descubrió una, que había escapado a su atención, tan escondida estuvo.Esta no fue demasiado pesada, tampoco demasiado liviana, fue bien manejable,como preparada justamente para él.
Esta cruz la quiso llevar en el futuro. Pero cuando miró mejor,se dio cuenta de que fue su cruz de siempre, la que hasta ahora había llevado..."
En este mundo, se nos invita solo a disfrutar, “pasarla bien”, esquivar sacrificios y dominios de las pasiones. Tendemos a huir a todo sufrimiento, evitamos compromisos que impliquen renunciar a propios egoísmos.
Aún en estos tiempos que corren, como hacen un poco más de dos mil años, la propuesta de Jesús es revolucionaria (va prácticamente en contra de lo que muchos dicen) y nos puede significar más de una vez “ir en contra de la corriente”: CARGAR LA PROPIA CRUZ.
Jesús nos ordenó abrazar también nosotros la cruz: "Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16,24).
Negarse a si mismo no significa desprecio de la propia persona, sino implica morir a todo egoísmo que nos aísla de Dios y de nuestro prójimo para resucitar a una Nueva Vida en Dios.
Cargar la propia cruz significa enfrentar las situaciones dolorosas que a todos los seres humanos nos toca vivir, tales como: una enfermedad (propia o de algún ser cercano), relaciones que nos cuesta tocar, defectos en la personalidad que cuestan controlar, etc. Muchas son las personas que optan por no asumir las dificultades de esta vida y se refugian en escapismos de todo tipo, que tarde o temprano terminan perjudicando.
Puede llevarnos toda una vida esta lucha contra uno mismo, contra todas esas tendencias que nos hacen mal y que nos alejan del camino de regreso a Dios. Para ser cristiano, se requiere de una decisión muy valiente e implica también que uno puede ser criticado, ridiculizado hasta incomprendido cuando decide asumir su propia cruz. Lo importante es ser conscientes de que no estamos solos, porque es el mismo Jesús que camina junto a nosotros y nos tiende su mano todos los días. Contamos además con la presencia y el apoyo de otros hermanos en la Fe que comparten los mismo ideales, la misma búsqueda de Cristo.
Cristo no quiere que quienes lo seguimos en esta vida seamos masoquistas cuando nos invita a asumir nuestra cruz. Nos invita a mirar más allá, ya que si aceptamos su propuesta podremos purificar nuestra naturaleza herida por el pecado para alcanzar la Vida Eterna.
Si miramos a nuestro alrededor, encontraremos a otros hermanos que tienen dificultades para cargar su propia cruz. Si somos verdaderamente cristianos no podemos desentendernos y debemos tender una mano para ayudar a nuestro prójimo.
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