En los tiempos previos a la Navidad, tanto en la liturgia como en festejos populares, solemos escuchar el canto de villancicos: son cantos que evocan el nacimiento de Jesús.
En España la palabra villancico no solo debe relacionarse con la canción popular que festeja la Navidad del Señor sino que también encontramos idéntica denominación para un tipo de composición musical derivada en su origen de una melodía cantada por los villanos y que en el Renacimiento entre el siglo XV y XVI se convierte en canciones a una voz con acompañamiento de vihuela o en canción para tres y cuatro voces con raíces populares. Se llamaba "villanus" al aldeano y con el tiempo, el nombre de estas canciones navideñas cambió a “villancicos”. Éstos hablan en un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo.
Se dice que el compositor de los primeros villancicos fue el Marqués de Santillana, que compuso una serie de canciones para celebrar con sus tres hijos el misterio de la Navidad.
Durante la Edad Media comenzaron a incorporarse los villancicos en los festejos navideños. Durante esta época, los banquetes eran el punto central de las celebraciones. Sin embargo, los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V, con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras hablaban en lenguaje popular sobre el misterio de la encarnación y estaban inspirados en la liturgia de la Navidad.
En el siglo XIII, se extienden por todo el mundo junto con los nacimientos de San Francisco de Asís.
Los villancicos favorecen la participación en la liturgia de Adviento y de Navidad. Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús y escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.
Los villancicos nos recuerdan la alegría del nacimiento de Cristo. En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo su aspecto exterior, sino su significado interior. Debemos vivir todas estas costumbres y tradiciones con mucha alegría, reflexionando en su significado y aprovechándolas para estar más cerca de Dios.
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