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jueves, 26 de diciembre de 2013

El papa Francisco celebró en el Vaticano su primera Misa del Gallo

La ceremonia en la basílica de San Pedro y fue transmitida en directo por 65 canales de televisión del mundo.

Ciudad del Vaticano, 24 de diciembre de 2013 (Zenit.org) El santo padre ha presidido en la noche del 24 de diciembre en la basílica de San Pedro la que ha sido la primera Misa del Gallo de su pontificado y que al menos 65 televisiones han seguido en directo. La celebración en el Vaticano ha comenzado a las 21.30 y fue abierta por el canto de la Calenda. Este canto de anuncio festivo de la Navidad, es un rito heredado de la antigua liturgia romana. Se hace al comienzo de la Misa del Gallo o de la del día de Navidad y sirve para anunciar el nacimiento de Niño Jesús. Fue muy popular sobre todo en la Edad Media, donde se interpretaba con música gregoriana.

Al finalizar la Calenda, ha iniciado la procesión de ingreso. En el canto del Gloria, han sonado las campanas de la basílica acompañadas del órgano.

En ese momento el papa Francisco ha bajado a las puertas de la Confesión para colocar la imagen del Niño en el pesebre situado en el tradicional trono.

Al finalizar la celebración eucarística el pontíficeha tomado en sus manos la imagen del Niño Jesús y la ha llevadoen procesión hasta el Belén de la basílica, una escena nueva en la Noche de Navidad en el Vaticano. Mientras, el santo padre ha ido acompañado de 10 niños en representación de los cinco continentes que han depositado una ofrenda floral delante del Niño.

La solemne misa en latín concluyó con el canto del 'Adesdes Fideles', entonado por el Coro Pontificio de la Capilla Sixtina, que cantó durante la celebración, con la participación de algunas intervenciones de instrumentos de viento.

Durante la oración de los fieles, se ha rezado en particular por los perseguidos a causa de la fe para que puedan recibir “fuerza de la Encarnación del Verbo de Dios que dona salvación de los enemigos”.

Mañana, día de Navidad, a las 12.00, el santo padre se asomará a la Loggia central de la basílica para el tradicional mensaje navideño a los fieles presentes en la plaza y a los que lo escuchen a través de la radio y la televisión, impartiendo al final la Bendición Apostólica “Urbi et Orbi”.


Francisco: Jesús ha venido a nuestra historia y compartido nuestro camino 
Homilía del santo padre en la solemne Misa del Gallo en el Vaticano. Texto completo

1. «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1).

Esta profecía de Isaías no deja de conmovernos, especialmente cuando la escuchamos en la Liturgia de la Noche de Navidad. No se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor –y también dentro de nosotros– hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver.

Caminar. Este verbo nos hace pensar en el curso de la historia, en el largo camino de la historia de la salvación, comenzando por Abrahán, nuestro padre en la fe, a quien el Señor llamó un día a salir de su pueblo para ir a la tierra que Él le indicaría. Desde entonces, nuestra identidad como creyentes es la de peregrinos hacia la tierra prometida. El Señor acompaña siempre esta historia. Él permanece siempre fiel a su alianza y a sus promesas. «Dios es luz sin tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). Por parte del pueblo, en cambio, se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante.

También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera. «Quien aborrece a su hermano –escribe el apóstol San Juan– está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos» (1 Jn 2,11).

2. Pueblo en camino pero pueblo peregrino que no quiere ser pueblo errante. En esta noche, como un haz de luz clarísima, resuena el anuncio del Apóstol: «Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11).

La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su 'toldo' entre nosotros.

3. Los pastores fueron los primeros que vieron este 'toldo', que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque eran de los últimos, de los marginados. Y fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño. El peregrino hacía la vigilia, y ellos la hacían. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos, desde dentro de nuestro corazón, alabamos su fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo, que te has despojado de tu rango por nosotros. Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te has hecho débil.

Que en esta Noche compartamos la alegría del Evangelio: Dios nos ama, nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas. El Señor nos dice una vez más: “No teman” (Lc 2,10). Como han dicho los ángeles a los pastores, 'no teman'. Y también yo les repito: No teman. Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre perdona siempre. Él es nuestra paz. Amén.

(24 de diciembre de 2013) © Innovative Media Inc.

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