Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco dedicó la última audiencia de 2013 al nacimiento de Jesús “fiesta de fe y esperanza, que supera la incertidumbre y el pesimismo”. “Y la razón de nuestra esperanza -dijo- es esta: ¡Dios está con nosotros y todavía se fía de nosotros! Viene a habitar con los hombres, elige la tierra como su casa para estar en medio de los hombres y hacerse encontrar allí donde los seres humanos pasan sus días entre alegrías y penas. Por lo tanto, la tierra ya no es sólo un ¨valle de lágrimas¨, sino el lugar donde Dios mismo puso su tienda, es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres”.
El papa Francisco dedicó la última audiencia de 2013 al nacimiento de Jesús “fiesta de fe y esperanza, que supera la incertidumbre y el pesimismo”. “Y la razón de nuestra esperanza -dijo- es esta: ¡Dios está con nosotros y todavía se fía de nosotros! Viene a habitar con los hombres, elige la tierra como su casa para estar en medio de los hombres y hacerse encontrar allí donde los seres humanos pasan sus días entre alegrías y penas. Por lo tanto, la tierra ya no es sólo un "valle de lágrimas", sino el lugar donde Dios mismo puso su tienda, es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres”.
Pero en esta división de la condición humana, aún hay algo más sorprendente: “Dios no vino a un mundo ideal, idílico, sino a este mundo real, marcado por tantas cosas buenas y malas, donde hay enfrentamientos, mal y pobreza, opresión y guerra. Él eligió vivir nuestra historia tal como es, con todo el peso de sus limitaciones y de sus dramas. Es el “Dios con nosotros”; Jesús es Dios con nosotros desde siempre y por siempre con nosotros en los sufrimientos y las tristezas de la historia. El nacimiento de Jesús es la manifestación de que Dios “tomó partido” de una vez por todas por el ser humano, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, dificultades y pecados”.
El gran “regalo” de Belén es, pues, “la energía espiritual que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestra desesperación y nuestra tristeza. El nacimiento de Jesús, nos trae la buena noticia de que somos amados inmensa e individualmente por Dios”. Y de la contemplación del misterio del Hijo de Dios hecho hombre se desprenden dos consecuencias.
La primera es que en su natividad Dios “se abaja, desciende a la tierra pequeño y pobre. Y si queremos asemejarnos a El, no podemos situarnos por encima de los demás, sino abajarnos, servirlos, hacernos pequeños con los pequeños y pobres con los pobres, ¡Que feo es ver a un cristiano que no se abaja, que no quiere servir; un cristiano que se pavonea. Eso no es cristiano, es pagano! Hagamos entonces, que nuestros hermanos no se sientan nunca solos”.
La segunda consecuencia es que si Dios, por medio de Jesús “se involucró con el ser humano hasta llegar a ser como uno de nosotros, el trato que damos a nuestros hermanos y hermanas se lo estamos dando a Jesús y Él mismo nos lo recuerda: el que haya dado de comer, el que haya acogido, visitado, amado a uno de los más pequeños y pobres entre los hombres, lo habrá hecho con el Hijo de Dios”.
En esta Navidad, finalizó el Papa, pidamos a María que nos ayude “a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más vulnerables y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre”.
Esta fue la última audiencia general de 2013, ya que el próximo miércoles es Navidad. Desde su elección, el papa Francisco celebró 30 audiencias generales para las que la Prefectura de la Casa Pontificia distribuyó 1.548.500 entradas, aunque a menudo la participación fue mayor que el aforo de la Plaza superando en algunos casos las cien mil personas, hasta el punto de que en diversas ocasiones se instalaron pantallas gigantes en la adyacente Plaza Pío XII y la Vía de la Conciliación tuvo que transformarse en zona peatonal. +
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