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martes, 8 de julio de 2008

Encuentro de Formación para Predicadores y Delegados de Mallín

En la última reunión del Equipo Coordinador de la Zona Cuyo definimos y encomendamos a Eugenia y al P. Daniel el discernimiento y el inicio del camino zonal hacia la conformación de los equipos de predicadores para la vivencia de Estilo.
Luego de un tiempo de discernimiento hemos organizado el primer encuentro que tendrá por destinatarios tanto a los predicadores como a los delegados que participan de la vivencia.

Requisitos para participar: Una edad mínima de 21 años.

Consideramos que quien ha ingresado a la facultad o ha iniciado una experiencia laboral, han hecho un camino de afianzar su mirada a la realidad del mundo y de la propia. Además, ya no experimenta el fervor de estar finalizando la secundaria, ni la ansiedad y el acelera del ingreso a la facultad. En general, ha esta edad, se experimenta un tiempo de replanteo del sentido de las cosas, lo que llamamos madurez.
Es por eso que, como requisito mínimo, pretendemos que a la hora de elegir quienes participen en el encuentro, tengan un mínimo de madurez afectiva, intelectual, moral y religiosa.

¿Qué es madurez afectiva, intelectual, moral y religiosa?

Es tener la capacidad de trascenderse. Es decir, no sólo saber qué siente; sino también conocerse porqué siento lo que siento y asumirlo. Es hacerse cargo de las consecuencias que desata una relación centrada en el otro. Así por ejemplo, no basta estar temeroso ante una realidad, la persona que se trasciende; se sabe temeroso y descubre las raíces de ese temor, aprender a vivir y decidir con temor. Es quebrar el aislamiento y no actuar sólo para sí mismo sino también para los otros. A esto le llamamos trascenderse.

Del mismo modo pasa en los demás niveles. Intelectualmente, ser maduro es saber y conocer qué pienso y a la vez saber el porqué pienso así. Es darnos cuenta de que el mundo está mediado por los significado y que el mundo no es conocido individualmente por los sentidos, sino por la experiencia de una comunidad que ha elaborado los significados y que continuamente está constituyendo socialmente la realidad por los juicios que hace de ella.

Moralmente, ser maduro es saber qué hago y porqué lo hago. Es el cambio de criterio que la persona utiliza para sus decisiones.

Finalmente, religiosamente, ser maduro es saber qué creo y porqué lo creo. Y es, en este nivel, donde la gracia de Dios tiene un puesto privilegiado, ya que es fruto de su acción donde el acto de fe transforma la vida, nos entregamos a Dios sin reparo y de modo pleno. Es don del Espíritu.

Esta madurez, que también llamamos conversión (nuevo modo de sentir, pensar, hacer y creer), es un proceso que solemos realizarlo durante la dirección espiritual y la vida sacramental. Es fruto del trabajo de la autoconfrontación y de la confrontación comunitaria. Es por eso que el proceso es doble, uno lo realiza a nivel personal, y a la vez en comunidad.

En vista a la conformación de los equipos de predicadora, vemos que es el requisito previo sin el cual crear comunidad será un imposible, o una dificultad.

ENCUENTRO:
LUGAR: Ceferino Las Heras.
FECHA: 8 de julio (21 hs.) y 9 de julio (19 hs.)
COSTOS: $ 15 (traer cena a la canasta)

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