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lunes, 21 de julio de 2008

Introducción al Antiguo Testamento (VII parte)

EL MESIANISMO

INTRODUCCIÓN

Analizando con frialdad los datos, impresiona la diferencia tan notable entre la realidad y la ficción. Entre lo que se dice y lo que deberíamos decir. Presentamos con frecuencia a los profetas como los grandes anunciadores del Mesías, preocupados casi exclusivamente por intuir su venida, su figura, su mensaje. El análisis crítico de los textos proféticos donde se habla del Mesías ofrece una imagen muy distinta.

1. Textos mesiánicos

Ante todo, se impone distinguir tres tipos de textos:

* Los textos estrictamente mesiánicos, aunque no usen el término "Mesías". En esta categoría sólo podemos incluir con certeza la relectura de Is 7,10-17 (especialmente en la traducción griega de los LXX) y Zac 9,10.

* Los textos premesiánicos A: originalmente no hablan del "Mesías", sino de un rey concreto, aunque más tarde fueron aplicados al Salvador definitivo. Dentro de este grupo debemos distinguir dos apartados:

a) Textos que, dentro de la época monárquica, hablan de un rey bueno y justo, exaltando su reinado. En este grupo ocupa un puesto capital Is 8,23-9,6.

b) Textos de la época exílica y posterior que anuncian la restauración de la dinastía davídica. A veces la concretan en un gran personaje (Is 11,1-9; Jer 23,5-6), otras la concretan en una serie de individuos (Jer 23,1-4; 33,17-26). Algunos pasajes se centran en lo que el cumplimiento de la promesa significa para David, otros en lo que supone para el pueblo.

* Los textos premesiánicos B: no hablan del monarca, sino de la época de salvación, pero terminarán ejerciendo un gran influjo en la descripción del Reino mesiánico. En este grupo entraría la promesa de la "Nueva Alianza" (Jer 31,31-34), que el autor de la carta a los Hebreos relaciona expresamente con Jesús. También otras promesas referentes al espíritu nuevo, la efusión del espíritu, del agua pura, del corazón nuevo, etc.

2. Relectura cristiana

Todos los textos anteriores, en mayor o menor grado, fueron releídos y utilizados para describir la persona y la obra del Salvador futuro y decisivo, el "Mesías". Es lo que hicieron diversos grupos judíos, entre ellos los primeros cristianos. Pero también en este punto debemos andarnos con cuidado. Los autores del Nuevo Testamento no usan los textos "científicamente". No les preocupa la adecuación perfecta entre lo anunciado y la realidad. Ni siquiera les interesa el sentido literal, exacto, de las palabras del profeta. Las utilizan como punto de apoyo, alusión literaria, cita poética, idealizando y espiritualizando lo dicho en tiempos pretéritos.

Por otra parte, los textos "mesiánicos" y "premesiánicos", al referirse a un rey, tienen necesariamente un marcado matiz político. Esto impedía su aplicación demasiado estricta a la persona de Jesús. Aunque él fuese el rey y descendiente de David, no quiso orientar su actividad en este sentido político. Las esperanzas puestas en él como salvador político fracasaron por completo (Cf. Lc 24,21; Hech 1,6s). Por eso, en la Iglesia primitiva adquirieron mayor importancia otros textos, como el cuarto canto del Siervo de Yahvé (Is 52,13-53,12), que ayudaban a comprender el misterio de la salvación a través del sufrimiento y de la muerte.

3. Sentido final

Esto no significa que los textos anteriores carezcan de sentido. Pero, más que como profecía cumplida, debemos considerarlos anuncio de algo por llegar. O, si queremos, primicias de una realidad que aún no se ha manifestado plenamente. Como los pastores, sabemos que "nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor". Pero debemos aceptar que este Ungido no ha terminado con las guerras, los ejércitos, las opresiones e injusticias. Lo cual no significa su fracaso absoluto. Algo ha comenzado y está germinando de forma escondida, misteriosa. Y el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz (Mt 4, 15-16). Nos gustaría que fuese más esplendorosa y radiante. Pero ahora es el momento en que nos toca a nosotros coger el relevo y procurar que esa luz, aunque pequeña, no quede escondida bajo el perol. Y mientras crece, ilumina a toda la casa y se extiende a todo el mundo, las palabras de los profetas nos animan a esperar y a creer que un día nuetros sueños e ilusiones se harán realidad.

(J.L. SICRE, Profetismo en Israel, Estella (Navarra) 1992, 534-36)


2. PARA AMPLIAR CONOCIMIENTOS

Aquí tienes las etapas fundamentales de la vida de Jesús, el único y definitivo Mesías. Lee los textos que vienen al margen y verás cómo se cumplen en Cristo.

Jesús ante el Consejo judío acepta los títulos de Mesías e Hijo de Dios. Esta “blasfemia” fue la causa de su muerte.

* Dios eligió al Mesías y a los suyos antes de crear el mundo. El Mesías es hijo de Abrahán (Mt 1,1), el descendiente heredero de la promesa; por Jesús la bendición (promesa) dada a Abrahán, se extiende a todos los pueblos con el don del Espíritu Santo. Jesús es también descendiente de David (Mt 1,1), pero su reino es distinto (Jn 18,36-18).

* La misión del Mesías es liberar, implantar el derecho y la justicia en el mundo entero, dar la buena noticia a los pobres, formar una sociedad nueva, como alternativa a la existente, llamada “Reinado de Dios" o Iglesia.

* Jesús constituye a su pueblo, no con leyes exteriores, sino infundiéndole el Espíritu, le comunica su vida. Al igual que la Cabeza, el “cuerpo” (la Iglesia) es un pueblo de ungidos, de consagrados por el Espíritu y por el amor, de hijos de Dios. El amor mutuo es la caracte¬rística, el vínculo y el factor de crecimiento del pueblo.

* La sociedad rechaza al Mesías y éste muere ajusticiado de forma violenta en la cruz. Pero su muerte fue prevista y voluntaria y es la prueba del amor de Dios a la humanidad (1Jn 4,9ss). Esta muerte inuagura la época de la Gracia de Dios, y libera del pecado que es el egoismo (Mc 8,34ss).

* Dios reivindica al Mesías y a su obra resucitándolo y exaltándolo, dándole el título divino de “Señor” (Mc 14,62; Flp 2,9-11). La resurrección del Mesías da fundamento a la fe y a la esperanza de los creyentes, pues su victoria es la de los suyos.


3. VOCABULARIO BÍBLICO-TEOLÓGICO

* Libro de Isaías: Los 66 capítulos que vemos reunidos en la Biblia bajo el nombre de Isaías son una colección de autores de diversas épocas:

*Is 1-39, llamado Protoisaías o “ Primer Isaías”, se relacionan con el gran profeta del s. VIII que dio su nombre al conjunto de la colección.

*Is 40-55, llamado Deuteroisaías o “Segundo Isaías” o también “El libro de la consolación de Israel”, son obra de un profeta discípulo del anterior, que sostuvo el aliento de los israelitas en el exilio de Babilonia.

*Is 56-66, llamado Tritoisaías o “Tercer Isaías”, son del tiempo de la vuelta del destierro y pertenecen a un discípulo del anterior. A pesar de la diversidad de estilos, se observa una continuidad temática: la santidad de Dios, la esperanza en el Mesías...


* Sufrimiento vicario o expiatorio: Es aquel tipo de sufrimiento que no está causado por la propia culpa o pecado personal, sino que viene causado de fuera y es aceptado libremente por el bien de otros.

En el 4º Canto del Siervo viene expresado así: “El soportó nuestros pecados y aguantó nuestros dolores... El fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron..., aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación. Mi siervo justificará a muchos porque cargó con los crímenes de ellos”.

La Pasión y Muerte de Cristo es el prototipo de sufrimiento vicario, porque él, sin haber cometido pecado, asumió y soportó las consecuencias de nuestro pecado en lugar de todos nosotros; y es también el cumplimiento del sufrimiento expiatorio, porque él, libre y voluntariamente cargó con nuestro pecado y entregó su vida en favor nuestro, para nuestra salvación (Jn 10, 17-18; Mc 8,31).

Este acontecimiento de la Pasión-Muerte-Resurrección de Cristo es el centro de nuestra fe en el Señor Jesús, el Mesías e Hijo de Dios. Su recuerdo ha quedado grabado en la celebración más importante de la Iglesia, la Eucaristía: “El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: TOMAD Y COMED TODOS DE EL, PORQUE ESTE ES MI CUERPO QUE SERA ENTREGADO POR VOSOTROS... TOMAD Y BEBED TODOS DE EL PORQUE ESTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDON DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACION MIA”. Esta actitud de Cristo es una actitud a imitar por nosotros sus discípulos.

4. PARA LEER EN LA FE

4.1.- El signo del Emmanuel (Is 7,1-14)
Siria y Efraín (=Israel, el Reino del Norte) han hecho una alianza contra Asiria. Ambos países intentan que el rey de Judá se les una. Al no aceptar éste la oferta, intentan conquistar el Reino de Judá y cambiar al rey por otro más favorable a la alianza anti-asiria. La reacción del rey Acaz es de absoluta falta de fe: -se llena de miedo ("Temblaron el rey y su pueblo, como tiemblan los árboles del bosque sacudidos por el viento"); -llama en su ayuda a los asirios; y -sacrifica su primogénito a los dioses paganos.

El profeta Isaías interviene para recordar que la promesa que Dios hizo a David y a su dinastía (2 Sam 7) sigue en pie, pero no de forma absoluta: "Si no creéis, no subsistiréis" (juego de palabras con el verbo ['aman]). Esta frase clave pone una condición: Dios es fiel a su palabra, pero el rey ha de mantener firme su fe.

El rey Acaz se niega a pedir una señal "para no tentar al Señor", pero el profeta sabe que eso es un pretexto para su falta de fe. La realidad es que no le interesan la señal ni el Señor. Sin embargo, el profeta da una señal.

La señal de Dios es un oráculo de anunciación, con estos elementos o motivos:

a)Concepción y nacimiento del niño ("La joven está en cinta y da a luz un hijo...);

b) Nombre "Y le pondrá por nombre En-manu-el" (significa literalmente 'con-nosotros-Dios', pero no se da la explicación);
c) una dieta particular ("Comerá requesón con miel");
d) un dato del futuro próximo del niño ("Antes...quedará abandonada la tierra de los dos reyes que te hacen temer"). El acento de la señal no está sólo en el nacimiento de un niño, sino en que antes de que llegue al uso de razón los dos enemigos del rey habrán sido destruidos.

Cuando se tradujo la biblia hebrea al griego (llamada Traducción de los LXX), el término "joven" se tradujo como "doncella", "virgen". Esto facilitó la relectura cristiana según la cual la joven/virgen es María y el Enmanuel ("Dios-con-nosotros") es Jesucristo (Cf. Mt 1,23). Es una lectura legítima, pero no debemos pretender que esa intencionalidad aparezca ya en en el primer momento, en que Enmanuel se refiere al hijo del rey (probablemente Ezequías).

4.2.- La alegría por el Mesías (Is 9,1-6)

El relato comienza hablando de una luz que brilla en medio del pueblo. Luego se narra la situación de alegría que va a crear. La alegría viene producida por la desaparición de la opresión (la vara del opresor) y de la guerra (la bota que pisa con estrépito). Todo esto está causado por el niño que nos ha nacido, luz en medio de las tinieblas del pueblo. Este niño es el rey ideal: Dios guerrero y Príncipe de la paz. Este rey ampliará su reinado por medio de la paz y lo sostendrá y consolidará con la justicia y el derecho (Sal 72).

Este niño maravilloso enlaza con el oráculo anterios Is 7,14-15: "La joven está en cinta y da a luz un niño...". El niño lleva al hombro la insignia de príncipe y recibe un nombre cuádruple: cuatro oficios de la corte, evitando el título de rey: "consejero", "guerrero", "jefe", "príncipe"; cada nombre está determinado por otros matices que lo elevan a la esfera divina: "Milagro", "divino", "eterno", "pacífico".

Sólo dicho de Cristo adquiere este oráculo su plenitud de sentido; hasta entonces ha sido más bien esperanza y ansia, ideal no cumplido, pero creído y deseado, y así tensión hacia el futuro, como anuncio y preparación.

4.3.- La paz del Mesías (Is 11,1-9)

El poema se divide fácilmente en dos partes:

*Is 11,1-5: El texto arranca hablando de un renuevo que brota del tocón de Jesé. Esta imagen sólo podemos captarla si recordamos los versos anteriores: Dios se ha situado frente al bosque (=Judá), ha desgajado el ramaje, ha derribado los troncos corpulentos, ha cortado con el hacha la espesura (=las instituciones caducas de Judá). Pero en esta naturaleza muerta reverdece la vida. Pero lo importante no es el simple renacer de la vida, sino el que esta vida está impregnada por el Espíritu de Dios (los cuatro vientos simbolizan la plenitud divina).

En tres binas se describen las cualidades del jefe futuro: prudencia y sabiduría, consejo y valentía, conocimiento y respeto del Señor. Las dos primeras presentan las mismas cualidades indicadas por los nombres de Is 9,5. La última bina parece situarnos en un ámbito distinto de relación personal entre el rey y Dios: "espíritu de conocimiento y respeto del Señor". Sin embargo, más que caer en una interpretación intimista, debemos relacionar esta afirmación con lo que sigue. En numerosos textos bíblicos, el conocimiento de Dios se manifiesta expresamente en la práctica de la justicia en favor de los débiles. Y eso es los que dicen los versos siguientes (Is 9,3-5). El rey, siguiendo el ideal del Sal 72, dedicará todo su esfuerzo a la superación de las injusticias dentro del pueblo.

*Is 11,6-9: La segunda parte del poema habla de la situación paradisiaca que instaurará el futuro rey, utilizando imágenes del mundo animal. Estos versos van creando parejas de animales fuertes y débiles (lobo-cordero, pantera-cabrito, novillo-león) en los que desaparece toda agresividad. Porque nos encontramos en el paraíso, y todos los animales aceptan una modesta dieta vegetariana ("el león comerá paja con el buey"), como proponía el ideal de Gén 1,30 ("Y a todos los animales del campo, a las aves del cielo y a todos los seres vivos que se mueven por la tierra les doy como alimento toda clase de hierba verde"). Y como ejemplo admirable de la unión y concordia entre todos, aparece ese pastorcillo de lobos, panteras y leones, además de ese niño que introduce la mano en el escondite de la serpiente. En resumen, el miedo y la violencia desaparecen de la tierra. Esto es lo que quiere decir el profeta con esas imágenes mitológicas. Y todo ello gracias a que "está lleno el país del conocimiento del Señor". Ya no hay que anhelar comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Hay una ciencia más profunda, el conocimiento de Dios, y ésa no queda recluida o prohibida, sino que inunda la tierra como las aguas inundan el mar.

No es fácil decidir si este poema se refiere a Ezequías, el hijo de Acaz, o a un rey futuro e idealizado. Este texto, al igual que los otros que hemos visto, ha sido releído en una perspectiva mesiánica, tanto por judíos como por cristianos, y es que el rey que se describe en el poema supera cualquier comparación concreta y terrenal.

4.4.- Pasión y gloria del Siervo de Yahvé

A este relato se le conoce con el nombre de 4º Cántico del Siervo de Yahvé. El profeta habla acerca de un personaje misterioso (el siervo) que con su sufrimiento en favor de otros salva al pueblo. El tema del poema es simple: salvación por el sufrimiento, a la gloria por la cruz; por eso los que hablan lo consideran un mensaje inaudito, increíble. Jesús se identificó con este siervo de Yahvé, y la Iglesia primitiva vio claramente en este oráculo una profecía de lo que sería la obra del Mesías-Jesús.

Estructura del relato:

Is 52,13-15: Introducción: Dios anuncia el éxito del siervo.
Is 53,1-11: Cuerpo central: Análisis de la vida y del sufrimiento del siervo.
2: Nacimiento.
3-7: Sufrimiento y pasión.
8: Condena y muerte.
9: Sepultura.
10s: Glorificación

Is 53,11-12: Epílogo: Dios confirma la victoria del siervo y de “otros muchos”.

La introducción y el epílogo son pronunciados por Dios ("mi siervo"). El cuerpo del poema corre a cargo de un grupo, un "nosotros". Lo que se narra es la pasión, muerte y exaltación inaudita del siervo. Todo el proceso se desarrolla a base de contrastes y paradojas entre lo que sufría el siervo y lo que merecía el grupo "nosotros": horror inicial y asombro final, sufrimientos desmesurados por crímenes ajenos, proceso injusto, muerte ignominiosa propia de malvados. Al final se da la explicación de lo inaudito: todo respondía al designio divino, aceptado voluntariamente por el siervo. Sus sufrimientos y muerte han tenido un sentido redentor de expiación y salvación: han curado, perdonado y salvado a los verdaderos culpables. El triunfo final ha demostrado su inocencia y el sentido de sus sufrimientos.

Lo que está clarísimo es que este Canto del Siervo es el texto del Antiguo Testamento que más se parece al mesianismo que Jesús llevó a cabo, que no fue un rey triunfalista, ni un revolucionario social, sino el Cordero degollado, que se entregó libremente por todos, y que se encuentra resucitado y glorioso a la derecha del Padre. Influyó decisivamente en la primitiva Iglesia para entender la pasión y muerte del Mesías ("¡Qué necios y torpes sois para enetnder lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto para entrar en su gloria?" Lc 24,25-26). Recordemos también cuando Felipe predicó el Evangelio al eunuco de Candaces, reina de Etiopía, que iba leyendo este texto de Isaías sin comprenderlo (Cf. Hech 8,26-39). No es, pues, casualidad que este Canto se proclame en la liturgia del Viernes Santo como 1ª lectura.

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