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martes, 13 de agosto de 2013

Escuchar a los jóvenes

Quisiera arriesgar algunos ítems a modo de síntesis, respecto de lo “escuchado” sobre el proceso de revitalización de la Pastoral de Juventud en Argentina.[1] Cuando alguien arriesga una síntesis de algo lo hace desde un lugar y desde intereses del conocimiento y de la praxis, por lo tanto, mi intervención está lejos de ser neutral y objetiva. Cuando mucho podremos decir que es una síntesis objetivadora de lo “escuchado” en la Asamblea, realizada desde un lugar determinado, y nada más.

Va entonces. Son cuatro los ítem: 1- Escuchar que… y escuchar qué, 2- Escuchar ¿para qué?, 3- Conversión y 4- Hacia la construcción de una escucha compartida.


Escuchar que… y escuchar qué

“Vox populi, vox Dei”, “con un oído en el pueblo (en los jóvenes) y otro en el Evangelio" y “con los pies en el barrio y el grito en el cielo” son diversos matices de la forma (qué) y el contenido (que) de la escucha.

Escuchar los gritos de los jóvenes, sus códigos, lenguajes y estéticas juveniles es la urgencia. Los gritos de los jóvenes se transforman en el principio realidad de cualquier pastoral con jóvenes para evitar riegos de neurosis y patologías de la “escucha” (hacer como sí, escuchar lo que queremos, aplicar filtros conceptuales…) y de la propuesta pastoral (planteamientos a priori, bajada de líneas, homogeneización de itinerarios…)


Escuchar ¿para qué?

“No es lo mismo ser que estar, ni estar que quedarse” (A. Sanz) ¿Para responder a los jóvenes? o ¿Por qué no pensar en escuchar para… “suspender” toda respuesta? Para ponernos de parte de los jóvenes y con ellos pensar las alternativas viables para la construcción de una pastoral de juventud significativa y transformadora (que signifique y que realice a la vez). Escuchar significa asumir, comprometerse con las demandas y necesidades de los jóvenes de las fronteras existenciales, de los que no están, de los descocidos.

Escuchar para suspender una respuesta porque ahora ya no sabemos qué hacer, no tenemos respuestas. Estamos en los límites de lo posible que nos abre al paso de la conversión.


Conversión

"Sé, que nada va a cambiar, que siempre será igual. Difícil que algo cambie si no hay ganas de cambiar. Nada cambia si no hay ganas de cambiar.” (Diego Torres, canción El mundo sigue igual). Si el escuchar es un escuchar “comprometido”, si se asume lo “nuevo” de la irrupción de los jóvenes en la pastoral entonces no podemos seguir como estamos, haciendo más de lo mismo, repitiendo esquemas del pasado que alguna vez sirvieron pero que ahora están desfasados de la realidad. El darse cuenta de la situación no nos exime de la responsabilidad de emprender los cambios necesarios a nivel intelectual, moral y religioso.

Porque si los jóvenes son el “lugar teológico”, en ellos se manifiesta la voluntad divina que conduce a la pastoral a su propia novedad. Por lo que no puede suspenderse el discernimiento en la indecisión. Y también hay que animarse a caminar con ellos en el “no saber los cómo”, es aprender a hacer camino con menos recetas y más preguntas, con menos propuestas enlatadas y más alternativas a la diversidad de formas de ser jóvenes en el mundo y en la historia. El paso urgente y necesario es emprender el cambio, la propia transformación a medida que vamos transformando las condiciones de la pastoral a partir de los gritos de los jóvenes.


Hacia la construcción de una “escucha” compartida

La “opción por los jóvenes” implica una inmersión en el entramado de pecado y culpa, de gracia y don que su irrupción en la historia implica para encontrar caminos alternativos para la reflexión y la praxis pastoral. El camino de revitalización de la pastoral está en la práctica de una escucha compartida y en la construcción de alternativas de pastoral con, de y desde los jóvenes, y no sólo practicas pastorales para ellos.

La praxis de pastoral juvenil revitalizada (re-cargada) pasa por la experiencia de no tener respuestas válidas y desfasadas de la cultura juvenil (e implica por tanto la negación de formas contingentes de pastoral ya perimidas) para atreverse (osadía) a dar los pasos necesarios, aún no sabidos. Pero que justifica dejar los caminos que nos son familiares, y recorrer caminos nuevos con otros jóvenes. Porque nosotros creemos en el Dios que ama a los jóvenes y también creemos en los jóvenes, es que salimos a las culturas juveniles para descubrir las semillas del Verbo, todavía desconocidas, que pueden transformarnos y transformar la pastoral.

[1] Texto de mi intervención (reacción) ante distintas opiniones sobre el “escuchar” del proceso de revitalización de la Pastoral de Juventud de Argentina, en el marco de la Asamblea Nacional llevada a cabo en Buenos Aires entre los días 21-23 de junio de 2013.

escrito por Iván Ariel Fresia 
 (fuente: nuevasfronterasymisionsalesiana.blogspot.com.ar)

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